El nuevo Javier Corral, un exgobernador convertido en librero
El panista anuncia su inminente salida del partido y abre una librería en el corazón de Chihuahua, donde una revancha de la actual mandataria lo persigue como una sombra
Javier Corral recuerda que a principios del siglo el director de la revista Proceso, Julio Scherer García, tótem del periodismo en México, le regaló una novela de un escritor húngaro para él desconocido, Sándor Márai. El libro era El último encuentro, publicado en 1942, a mitad de una guerra que había devastado a Europa.
—Le doy este libro por dos razones —le dijo Scherer, según recuerda Corral—. Primero, por esta pluma definida y definitiva de Márai, su trazo del lenguaje, su vivencia y su visión. Y segundo, porque usted nunca va a olvidar que yo se lo regalé.
Dos décadas después, Corral, de 56 años, ha dado un vuelco a su vida: ha puesto en pausa su carrera política y acaba de abrir en su natal Chihuahua una librería a la que ha llamado Sándor Márai, autor del que se volvió devoto lector.
No es común que un político entre a librero. Lo común en México es que, nada más concluir el cargo, los políticos hagan una de tres cosas: brincar a otro puesto público, pasarse a la iniciativa privada o retirarse (retiro que a veces es ostracismo). Corral, que ha militado en el conservador Partido Acción Nacional (PAN) por 40 años y gobernó Chihuahua de 2016 a 2021, recibe a EL PAÍS en la sede de su librería, ubicada en la céntrica avenida Independencia de la capital, en una casa de estilo rústico que antes fue war room de sus campañas políticas.
—¿Por qué la librería lleva el nombre de Sándor Márai? Porque él, que se suicidó en 1989 y quiso desaparecer del mapa, pues con nosotros no lo va a lograr —dice Corral—. Lo estamos reviviendo, recuperando y rescatando. Y está aquí, vivo en términos de lo que él aportó a la literatura.
—Y usted, a diferencia Márai, ¿no quiere desaparecer del mapa?
—Pues no. Yo estoy resistiendo —dice—. Por mí nunca ha pasado la idea del suicidio, también hay que decirlo. Yo he vivido a plenitud cada una de las etapas de mi vida. Siempre cuesta arriba, muy complicadas, pero con una conciencia del momento que me ha tocado vivir, de la responsabilidad que he tenido y de las consecuencias que entraña vivir así y ser así.
—¿Por qué ponerla en Chihuahua?
—Porque aquí vivo y es donde más se necesita. Aquí están mis amigos, mis conocidos, que espero sea mi primer círculo de clientes.
—También están aquí sus enemigos.
—También están aquí mis adversarios y algunos de mis enemigos —admite.
Entre cientos de libros con olor a nuevo y el aroma a café proveniente de lo que será un centro cultural dentro del mismo recinto, Corral habla durante una hora de las dificultades de su nueva empresa como librero; de la adversa circunstancia política de Chihuahua para él y sus excolaboradores; de los ofrecimientos del presidente Andrés Manuel López Obrador para integrarse a su Gobierno y de su inminente renuncia al PAN.
Mientras sucedía la entrevista en Sándor Márai la segunda semana de diciembre, el que fuera el fiscal anticorrupción de Corral, Francisco González Arredondo, cumplía un día más recluido en el Centro de Readaptación Social de Aquiles Serdán, acusado de haber torturado psicológicamente a colaboradores del exgobernador priista César Duarte, en cuya Administración (2010-2016), según las investigaciones del exfiscal, fueron saqueados 6.000 millones de pesos del erario estatal. La actual gobernadora, María Eugenia Campos Galván, fue implicada en un caso de sobornos millonarios pagados por Duarte, expediente comúnmente conocido como la Nómina secreta. Aunque Campos y Corral militan en el mismo partido, ambos tienen una declarada rivalidad que linda en el odio.
—Me parece de una vileza política toda esta venganza personal de la gobernadora María Eugenia Campos, por la sencilla razón que yo no pude ni quise intervenir por ella para excluirla de las investigaciones que la Fiscalía había realizado sobre la Nómina secreta —dice Corral.
—¿No tiene miedo de que esa venganza lo alcance a usted?
—A lo mejor pude irme de Chihuahua. Otros amigos me sugerían irme del país. Pero yo no acepté eso. Yo no voy a salir huyendo, porque sé qué gobernador fui y cómo hice las cosas: con honestidad, honradez y apego a la ley.
El proyecto librero de Corral es a la vez cultural y político. Chihuahua tiene solo 47 librerías, a razón de una por cada 19.000 habitantes, según cifras de la Secretaría de Cultura. “El momento político actual reclama estos espacios, porque es un momento de mucha oscuridad, de mucha polarización, en donde se han expulsado muchos referentes fundamentales de la vida democrática y del ejercicio de la libertad, como el diálogo, el debate, la reflexión. Y yo creo que una librería es un espacio estratégico en el fortalecimiento de la democracia”, afirma Corral.
El exgobernador, que también ha sido legislador federal y catedrático en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, camina entre los estantes con libros de narrativa, poesía, filosofía, historia, ciencias sociales, periodismo y feminismo. Presume la tenencia de 200 sellos editoriales y un acervo de 7.400 títulos.
Además de toda la obra de Márai, hay libros de autores tan variados como Cristina Rivera Garza, Paco Ignacio Taibo II, Thomas Piketty, Noam Chomsky, Bertrand Russell, José Woldenberg, Lorenzo Meyer, Francisco Martín Moreno, Enrique Krauze, Ane Rice, Joseph Conrad, Carlos Monsiváis, Leonardo Padura y Enrique Serna. En una sala de libros de segunda mano están algunas obras escritas por políticos del PAN, como Manuel Gómez Morín, pater familias del partido, y Luis Felipe Bravo Mena, su ideólogo moderno. Es notoria la ausencia de los libros de otros panistas de los que Corral ha marcado su distancia.
—Faltan los libros de Ricardo Anaya y Felipe Calderón.
—Ah, ¿sí? —dice como si no se hubiera percatado—. Pues los vamos a traer —asegura.
Están también algunos libros escritos por López Obrador: El poder en el trópico, A mitad del camino y Neoporfirismo: hoy como ayer. “Ahí uno entiende muchas cosas de López Obrador. Si la oposición quisiera entender y comprender más las decisiones del presidente, debería leer ese libro, porque ahí explica muchas de las cosas que está haciendo. El problema es que hay tal encono que a López Obrador no solo no se lo quiere escuchar: no se lo quiere leer”, valora el exgobernador. Corral ha recompuesto su relación con el presidente tras una dura confrontación entre ambos por el problema de la escasez del agua en Chihuahua. Hoy profesa un credo político más parecido al de López Obrador que al del panismo.
Corral cuenta que en su empresa de vendedor de libros ha gastado todos los ahorros de su sueldo como exmandatario, y presume que rechazó recomendaciones de sus amigos de invertir su dinero en bienes raíces o dejarlo guardado en el banco. “Yo creo que soy de los pocos exgobernadores que no salió con rancho ni con un conjunto de empresas o de negocios. De hecho, es algo con lo que he batallado en muchas negociaciones con las editoriales. Las tengo que aterrizar, porque les digo: ‘Oigan, no piensen que, como soy exgobernador, salí forrado de dinero’. Y les enseño mis saldos bancarios, cómo están mis cuentas”, dice riéndose.
El emprendedor librero también dejó por el camino ofrecimientos de cargos públicos de parte del presidente López Obrador, como el de ser embajador de México. Corral cuenta que en diciembre de 2021, a los pocos meses de entregar la gubernatura a Campos, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, le llamó para comunicarle la propuesta presidencial. “Anímate, él quiere apoyarte”, le dijo el funcionario federal. El Gobierno estaba armando el “paquete” de nuevos nombramientos diplomáticos. Los críticos del oficialismo consideran que esas designaciones fungen como un pago de favores de López Obrador a los políticos de oposición que de algún modo han colaborado con el oficialismo. Varios exgobernadores del PRI han aceptado esos cargos sin rubores.
“Le agradecí a Adán y le reiteré también mi gratitud al presidente, pero no me parecía conveniente ser parte de un paquete”, dice Corral. “Sé que me hubiera ido bien. Dicen que ser embajador es como una beca, todo el sueldo es puro ahorro; pero nunca me he perdido en la comodidad del momento. Esa es la perspectiva que a veces el político no tiene: no le interesa la historia, la trascendencia; le interesa la chamba, el hueso, seguir acumulando”.
Corral sabe que es un militante sin partido, un panista sin PAN. Llegó a ser una importante voz crítica dentro de Acción Nacional, pero desde hace varios años fue marginado por el grupo político del diputado Santiago Creel, exsecretario de Gobernación de Vicente Fox y quien ejerce el control del partido a través del dirigente nacional, Marko Cortés. Ese grupo cobijó a Maru Campos en Chihuahua y desestimó las alertas prendidas por Corral sobre sus posibles vínculos con Duarte. Además, sostiene el exgobernador, ese grupo también le ha abierto la puerta a las posturas de la derecha más extrema.
“Yo he tenido una evolución en mi manera de pensar”, afirma. “Y pensé que el PAN iba a avanzar y tomar posiciones más de centro, incluso más socialdemócratas, pero ha sido todo lo contrario. Se ha derechizado. Le han abierto la puerta a los sectores más reaccionarios, atrasados y extremistas de la derecha. El Papa Francisco está mucho más avanzado que el PAN en temas de diversidad sexual y de derechos humanos”.
Encima de todo, numera, vino la alianza con el PRI para conformar Va por México, en un intento por enfrentar a Morena y a López Obrador en las urnas. “Fue una alianza con el partido más corrupto de México”, resume. Y añade, en una crítica que bien pudo salir de la boca del presidente: “Yo no creo, sinceramente, que la respuesta al gobierno de López Obrador sea regresarnos al PRIAN institucionalizado para defender el modelo de privilegios, de canonjías y de injusta distribución de la riqueza que hay en el país”.
—¿No cree estar más cerca del pensamiento de López Obrador que el del PAN?
—López Obrador ha sido muy generoso, muy solidario y respetuoso conmigo. Yo no tengo más que palabras de gratitud, de reconocimiento y de crítica constructiva para el presidente —dice—. Pero yo creo que una cosa es, o fue, López Obrador en sí mismo y otra cosa es Morena, que es un mazacote, una mezcla de lo peor del PAN, lo peor del PRI y lo peor del PRD.
—¿Qué espera para renunciar?
—Estoy buscando el momento para hacerlo público, pero no me han dejado. Yo no quiero que se interprete que mi renuncia al partido es una reacción a estos momentos coyunturales que se viven en Chihuahua.
—¿Cuál es su futuro político?
—Quiero tomar distancia, ver más allá del inmediatismo electoral, porque el país va a necesitar muchas reservas después de la elección de 2024 para poder hacer una tarea realmente reconstructiva —dice—. No se va a acabar el país, ni va a venir la dictadura, ni se va a afianzar el comunismo. Lo primero que hay que decirles a los empresarios de Va por México es que comunistas ya no hay ni en Moscú.
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