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Conciliación
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Colegios abiertos de sol a sol? No necesitamos más tiempo para trabajar, sino para vivir

El PSOE madrileño ha lanzado una propuesta para que los colegios puedan abrir desde las 7.00 hasta las 19.00. Las reacciones de apoyo y rechazo no se han hecho esperar y las redes sociales se han convertido en una trinchera que separa a dos bandos

PSOE Madrid colegios
Un padre lleva a sus hijas al colegio.Carlos Rosillo

El PSOE madrileño ha lanzado este martes la propuesta de que los colegios puedan abrir desde las siete de la mañana hasta las siete de la tarde. Como era de esperar, las reacciones de apoyo y rechazo a la medida no se han hecho esperar y las redes sociales, como suele pasar, se han convertido en una trinchera que separa a dos bandos enfrentados. ¿De verdad es una medida interesante abrir 12 horas al día los colegios? Yo creo que no. Aquí algunos argumentos.

Entiendo que pueda ser una medida que no todas las familias utilicen. Entiendo que pueda verse como una opción interesante para eso que han llamado conciliación y que no es otra cosa que un invento para que padres y madres no nos sintamos mal por no ver a nuestros hijos. La conciliación, como el concepto de tiempo de calidad, cabalga a lomos de una sociedad hiperproductiva en la que lo único importante es no parar. Entiendo también que esta propuesta pueda entenderse desde la perspectiva de sostén a las familias más vulnerables. Padres y madres sin papeles, sin contrato, con trabajos precarios y horarios imposibles.

¿Quiénes pasarán entonces más horas en los colegios? ¿Quiénes seguirán sin derecho a extraescolares o tiempo con su familia? Es cierto: hay entornos en los que se puede pensar que donde mejor está esa niña o niño es fuera de casa. Que los hay que pasan muchas horas solos en casa. Los niños de la llave fueron llamados. Pero esto me parece un poco como quien quita custodias por situaciones de pobreza: ¿la solución está en sacar al niño o la niña del entorno familiar o en dotar de recursos y herramientas a la familia para que puedan tener una vida vivible?

El neoliberalismo nos ha inoculado la idea de que todo puede ser externalizable. Mercantilizado. Los cuidados, los afectos, el tiempo. Ha logrado que pensemos que el trabajo nos realiza y nos completa. Que lo importante es el cuidado y el crecimiento de uno mismo por encima de todo. Y de todos. El individualismo más atroz alimenta las expectativas y los egos. La cuestión aquí es que se sigue viendo la crianza como un asunto privado. Tus hijos, tus problemas. Hemos perdido la visión colectiva del cuidado. La crianza es tuya y de nadie más y aquí que cada cual se las arregle como pueda.

El verdadero privilegio hoy es el tiempo. Tiempo para no hacer nada. Tiempo para cuidar. Tiempo para querer. Tiempo para estar. Sin más. El auténtico drama aquí es que las familias no tengan tiempo para estar con sus hijos e hijas. Que tengan que recurrir a que estén desde muy pequeños solos en casa; en extraescolares infinitas; en horarios ampliados; en campamentos.

Yo misma soy crítica con las jornadas escolares. Nunca me decanto por la partida o la continuada porque entiendo a unos y otros. No acabo de ver los beneficios ni a una ni a otra, sino más bien unas ventajas y unos inconvenientes en ambas. ¿Quién sabe realmente qué jornada es mejor para la mayoría de familias?

Probablemente, se nos escapa a menudo lo que necesita la infancia, que parece chocar con lo que necesitan los adultos. Desde mi lugar, desde la opinión de mis hijos de cinco y ocho años, es que pudieran venir a comer a casa. Pasar la tarde en el parque. Vivir. En la idea de abrir los colegios de 7.00 a 19.00, el objetivo no es otro que poner la productividad por delante de todo. Se abre la opción de que haya quien nos pregunte que para qué vamos a ajustar el horario laboral si podemos dejar a la criatura en el colegio.

Lo que las familias y los niños y niñas probablemente necesiten no creo que sean horarios extendidos y vidas hiperagendizadas sino ayudas económicas universales. Esto es algo que organizaciones como Plataforma Infancia llevan tiempo pidiendo. También permisos parentales largos. Mucho más largos. Permisos por cuidado en el caso de enfermedad. Ayuda para terminar con la violencia y la educación en una parentalidad positiva en los entornos más duros. Es probable que lo que las personas necesitemos es que se ponga fin a la precariedad estructural que nos atraviesa en lo laboral, en lo habitacional y en las relaciones interpersonales. La precariedad no termina mejorando los horarios de los más privilegiados, tampoco abriendo colegios de sol a sol para los más vulnerables, sino sosteniendo un sistema más justo para todas y todos. Poniendo en el centro de verdad a la infancia, adaptándonos a sus necesidades, sus tiempos, sus ritmos. No hay mayor revolución.

Diana Oliver es autora de Maternidades Precarias, madre de dos hijos y colaboradora de Mamas & Papas.

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