Ventajas e inconvenientes de pasar las vacaciones con otras familias
Los pros de viajar en grupo aseguran conversación, más adultos para cuidar de tus hijos o multitud de planes. Entre los contras, será más complicado cuadrar horarios y siempre existe la duda de si se puede reñir a los niños de otros
Cuando las parejas ya han perdido el entusiasmo inicial muchas hacen planes con otras parejas. Y cuando los padres ya han perdido el impulso de montar planes familiares se plantean hacer vacaciones con otras familias. Algunos son muy lanzados y directamente compran a medias una casa en un pueblo para estar atados toda la vida. Otros se animan a un viaje compartido o a alquilar una casa rural durante varios días. Y los más prudentes prefieren un teaser de un fin de semana en un hotel, cada uno en su habitación.
Mis experiencias siempre han sido positivas: con varios amigos y sus hijos hemos hecho vacaciones por España e internacionales, con los clásicos imprevistos con hijos (accidentes, enfermedades, lesiones, motores que no arrancan, restaurantes donde te atienden mal) y siempre hemos acabado muy felices todos y tan amigos como antes. O más. Aun así, para que esta columna te sea útil de cara a las vacaciones, aquí desgrano en general las ventajas e inconvenientes de compartir vacaciones con otras familias y así evitar sorpresas.
Las ventajas
- El entusiasmo se conserva durante todas las vacaciones. Porque, aunque un par de personas estén cansadas o de mal humor o se pierdan con el coche, siempre habrá alguien con energía y ganas que encuentre el camino. O que llame para preguntar o reservar, que se ocupe de los niños cuando estén pesaditos… En definitiva, alguien que recuerde al grupo la suerte de poderse permitir unas vacaciones y lo importante de disfrutar el momento.
- Tus hijos tendrán amigos (si vais con gente de su clase) o niños de más o menos su edad (los hijos de tus amigos de antes de tener críos) para ir jugando a todas horas. O para aburrirse juntos mientras esperan para comer o cenar.
- Los adultos tendréis compañía y ayuda para gestionarlo todo mucho más rápido (si todo el mundo es efectivo).
- Todo el mundo tendrá buena conversación asegurada.
- Te puedes repartir el cuidado de los niños. Cuando hay varios adultos competentes puedes delegar el cuidado de los menores y tener un pequeño momento de relax. Quizá incluso puedes llegar a leer unos cuantos capítulos de ese libro que llevas meses arrastrando arriba o abajo. O de manera más prosaica, puedes ir al lavabo sin tener que cargar con tu bolso, el cochecito y los niños.
- Cuando se va en grupo y se aprovechan ofertas o se compra a lo bestia grandes cantidades quizá sale todo un poco más barato.
- Si eres desconfiado, miedoso, precavido, paranoico, has visto demasiadas películas de terror o todo a la vez, en grupo te sentirás más seguro. En especial, en lugares bucólicos y apartados de la civilización, que durante el día son un remanso de paz, pero por la noche son un lugar remoto y oscuro lleno de sombras que podrían ser un árbol moviéndose con el viento o un asesino en serie con mucho tiempo libre.
- Cuando haya algún enfado con la pareja es posible que las otras familias te entiendan, te apoyen o, por lo menos, te suelten una mirada comprensiva y silenciosa que implica “estoy contigo, bro, pero no quiero que me riñan a mí también”.
- Si en el hotel o la piscina de los apartamentos o el transporte colectivo vas a acabar coincidiendo y charlando con alguien similar, o si vais a apuntaros a un viaje organizado con desconocidos, ¿por qué no traerte los conocidos ya de casa y que sean amigos?
- Por fin podrás salir en las fotos familiares de tu propia familia sin tenerle que dejar el móvil a un desconocido y temer que se largue corriendo con el teléfono.
Los inconvenientes
- Cuando los niños se ponen pesados, que eso llega tarde o temprano, tienes que aguantar a más niños (en especial, niños que no son tuyos y que, quizá, educarías de otra manera).
- Si los niños de las distintas familias se enfadan o se pelean, y la cosa no se resuelve bien, esto puede afectar a la convivencia y a la amistad en general.
- Durante unos días convivirán distintos modelos de crianza y, a veces, pueden ser totalmente opuestos. Además, siempre hay la sombra de una duda que nunca se habla: en caso de necesidad, ¿cada adulto puede corregir o reñir a todos los niños o solo a los suyos?
- Si sois un grupo grande cuesta más encontrar sitio. Mesa para 8 o 12 no es tan fácil como mesa para 3 o 4. Esto obliga a reservar con antelación o a esperar más rato para pasar todos, mientras los niños se quejan en grupo.
- Sincronizar horarios es bastante imposible. Unos se levantan pronto y luego se les acaba la energía a media tarde, otros bajan tarde a desayunar, pero después a las once de la noche están con más vidilla que el DJ de una boda. Unos tienen hambre antes que otros, otros tardan más en subirse al coche y arrancar. Al final, unos habrán esperado más que otros y se les irá agotando la paciencia.
- Cada uno gasta el dinero a su ritmo y según sus posibilidades y gustos. Si pasáis muchos días y lo vais pagando todo a medias, en algún momento alguna de las familias fruncirá el ceño cuando traigan la cuenta y pensará: “Con unos bocatas y una botella de agua ya tirábamos hasta la noche y nos habríamos ahorrado este pastizal”.
- A más gente, más diversidad de intereses. Unos querrán ver museos; otros, paisajes; otros, la tele. Unos priorizarán los gustos de sus hijos mientras otros lo harán con sus propios intereses. Y si todas las actividades se realizan en grupo, siempre habrá un par de personas con mala cara quejándose de que quieren estar en otro lado.
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