Trump llega a la convención republicana como líder absoluto y con un programa a su imagen y semejanza
El candidato a la Casa Blanca se distancia del llamado Project 2025, la supuesta agenda oculta formulada por el grupo que ha inspirado las políticas conservadoras desde Reagan
Mientras el presidente Joe Biden intentaba disipar las dudas sobre su candidatura, su campaña lanzaba esta semana un mensaje aparentemente críptico en las redes sociales: “Busquen en Google Project 2025″. Así se llama la supuesta agenda oculta de los republicanos, el plan maestro que aspira a revisar el poder ejecutivo y desmantelar la Administración federal si Donald Trump es reelegido presidente. Pero Trump, de 78 años, aliviado por el fallo del Tribunal Supremo sobre inmunidad presidencial —y el consecuente retraso de la sentencia del caso Stormy Daniels—, llega ligero de equipaje a la convención nacional del Partido Republicano, que se celebra entre este lunes 15 de julio y el jueves 18 de julio, en Milwaukee. Frente a las 900 páginas del Project 2025, a Trump le bastan las 16 del programa electoral del partido, de solo 20 puntos y hecho a su imagen y semejanza. Trump, que este sábado tuvo que ser evacuado de un mitin en Butler (Pensilvania) tras un supuesto atentado, es el líder que ha dado forma al programa, y no a la inversa; algo especialmente notable en dos asuntos: inmigración y aborto. Su coronación como candidato, el jueves, será también la tumba de las escasas voces críticas, si es que quedaba alguna en sus filas.
Aunque los demócratas insisten en vincularlo, el expresidente ha hecho todo lo posible por distanciarse del Project 2025, punta de lanza de la “segunda revolución americana” urdida por el think tank ultraconservador Heritage Foundation, porque su radicalismo puede alejar a los indecisos o independientes que determinarán el resultado en noviembre y por los que ambos partidos pelean. Por eso, el programa adoptado este lunes por el Partido Republicano recoge velas en el asunto del aborto, cuya defensa ha sido desde 2022, cuando el Supremo derogó el derecho, una de las principales bazas electorales de los demócratas.
El programa oficial republicano, que está dedicado “a los hombres y mujeres olvidados de EE UU”, será aprobado el primer día de la convención, este lunes. Adopta al dedillo la postura de Trump de que la interrupción voluntaria del embarazo es un asunto que compete a los estados, no a Washington, y no menciona ya la prohibición federal ni la protección del feto en virtud de la Constitución, aspectos que sí se incluyeron en los programas de 2016 y 2020 por exigencia de los influyentes evangélicos.
La plataforma, que no es vinculante, también promete la construcción de un escudo de defensa antimisiles sobre EE UU y “la mayor deportación de la historia” del país de inmigrantes irregulares. Si gana en noviembre, las bajadas de impuestos de su anterior presidencia se volverán permanentes, además de acometer “recortes de impuestos para los trabajadores”, toda una novedad (la política fiscal de su presidencia favoreció a las rentas más altas y las empresas). Entre los 20 puntos del programa, todos ellos en amenazantes mayúsculas en el documento filtrado, se declara la guerra a los carteles extranjeros de la droga, se propone “deportar a los radicales pro-Hamás para que nuestros campus vuelvan a ser seguros y patrióticos” (punto 18, en referencia a la gran movilización universitaria en solidaridad con Gaza) y también que los fondos públicos se utilicen para pagar matrículas de colegios privados.
En educación el programa republicano cava aún más en la trinchera de las guerras culturales, con propuestas como “cortar la financiación federal de cualquier escuela que promueva la teoría crítica de la raza, la ideología radical de género y otros contenidos raciales, sexuales o políticos inapropiados para nuestros niños”. El punto siguiente, el 17º, asegura que una eventual Administración republicana “mantendrá a los hombres (trans) fuera de los deportes femeninos”.
El combate contra la inmigración irregular
Los republicanos presentarán esta semana en la convención a la presidenciable demócrata Kamala Harris, la opción natural en caso de que el presidente Joe Biden abandonase la carrera, como la “zarina de la frontera” —el cometido que le fue encomendado en 2021—, pero en tono despectivo, para denunciar su supuesta incompetencia. Porque incluso por encima de la economía (con propuestas tan vagas como “terminar con la inflación y hacer a EE UU asequible de nuevo”, punto 3), el combate contra la inmigración irregular, que calca el mensaje de Trump, es la clave de bóveda del programa desde los dos primeros puntos: “Sellar la frontera y detener la invasión (sic) migrante” y “llevar a cabo la mayor deportación en la historia de EE UU”. También vincula a los extranjeros con la violencia: “Detener la epidemia de delincuencia migrante, desmantelar los cárteles extranjeros de la droga, aplastar la violencia de las bandas y encerrar a los delincuentes violentos”. De nuevo, son las palabras de Trump las que resuenan por encima del partido.
La política exterior se solventa en un vago cajón de sastre: “Prevenir la Tercera Guerra Mundial, restaurar la paz en Europa y en Oriente Próximo, y construir una gran cúpula de hierro de defensa antimisiles sobre todo nuestro país, todo hecho en América”. Como prometió en el debate contra Biden del 27 de junio, el republicano quiere acabar con la guerra de Ucrania de un plumazo, y también con la de Gaza, pero el verdadero eco del programa es el ensimismamiento de la autarquía y el aislacionismo que caracterizaron su presidencia (2017-2021).
La “segunda revolución americana”
Aunque este es el programa oficial, el que será adoptado por la convención, las dudas sobre la posibilidad de que el Project 2025 sea la agenda oculta de Trump si vuelve a la Casa Blanca son para muchos pertinentes. En primer lugar, porque Heritage Foundation es un think tank que ha dado forma a las políticas y los equipos de las administraciones republicanas desde la presidencia de Ronald Reagan, en los ochenta. También porque el proyecto ha sido formulado en buena parte por antiguos asesores de Trump, que bien podrían regresar a los despachos si la suerte no sonríe a los demócratas en noviembre.
Pese a estos claros antecedentes, el candidato insiste en tomar distancia de esa agenda paralela por puro cálculo electoral, con los votantes indecisos e independientes en mente. ”No sé nada del Proyecto 2025″, ha escrito en Truth Social. “No tengo ni idea de quién está detrás. No estoy de acuerdo con algunas de las cosas que están diciendo y algunas de las cosas que están diciendo son absolutamente ridículas y abismales. [En] Todo lo que hagan, les deseo suerte, pero no tengo nada que ver con ellos”. Entre los objetivos del Project 2025 figuran la eliminación de los derechos de la comunidad LGBTI+ y la transfusión de cristianismo a la sociedad, pero también, como labor de zapa coadyuvada por algunas decisiones recientes del Supremo —las contrarias a las agencias de regulación medioambiental, por ejemplo—, ampliar los poderes presidenciales y reformar la Administración federal de modo que los funcionarios de carrera puedan ser sustituidos por leales.
Los beligerantes anuncios de Heritage Foundation permiten suponer que el Project 2025 será una cuña en la madera de los republicanos. Su presidente celebró la sentencia del Supremo sobre la inmunidad presidencial con el siguiente mensaje en X (antes Twitter): “Estamos en el proceso de la segunda Revolución Americana, que seguirá siendo incruenta si la izquierda lo permite”. El eco del violento asalto al Capitolio, que Trump arengó, está más que explícito en el enunciado. Y para calentar motores, el grupo ultraconservador ha propalado la especie de que Biden recurriría a la fuerza para seguir en la Casa Blanca si pierde. Promueve así las mismas denuncias falsas de fraude electoral que alimentaron los intentos de Trump de mantenerse en el cargo, motín del Capitolio incluido, y dándole la vuelta a la narrativa sobre qué candidato representa la mayor amenaza para las tradiciones democráticas del país (exactamente, el reverso del empeño de Biden en salvaguardar una democracia amenazada).
La fundación ultraconservadora ha dejado también caer que el actual presidente Biden podría intentar ocupar la Casa Blanca “por la fuerza” si pierde en noviembre, algo que los demócratas rechazaron de pleno el jueves. Pero lo cierto es que, en una clara manifestación de poder, como si el sanedrín de esta semana fuera una convocatoria de Heritage Foundation y no del partido, grandes cartelones colgados en el aeropuerto de Milwaukee informan a los recién llegados: “Heritage le da la bienvenida a la convención nacional republicana”.
Delincuente convicto, pero de momento incólume, Trump se prepara para ser coronado emperador. Hace apenas unos meses se enfrentaba a una perspectiva sombría: aceptar la candidatura de su partido con alguna condena a cuestas y probablemente una sentencia firme. Gracias al Supremo, la del caso Stormy Daniels ha quedado aplazada hasta septiembre. El que se presente en Milwaukee será un Trump exento, con una mochila más liviana. Más envalentonado si cabe, si es que tal condición, inherente a su persona, permite los grados: su equipo de abogados instó el jueves al juez del caso Stormy Daniels a desestimar su condena a la luz de la decisión del Supremo. A la tregua judicial, se suman las enormes dudas en torno a la candidatura de Biden. Ante Trump solo parece haber lugar para la alfombra roja.
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