Los escándalos azotan a los ultras alemanes de AfD, que pese a todo se mantienen como segunda fuerza
El partido se enfrenta a acusaciones de espionaje, extremismo y corrupción mientras uno de sus líderes es multado por usar una expresión nazi. Pese a la ligera caída en los sondeos, todavía mantiene un apoyo del 16%
Acusaciones de espionaje chino y ruso, corrupción y lavado de dinero, multa por usar un lema nazi, vigilancia de los servicios secretos alemanes como sospechosos de extremismo… El partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) no deja de sumar frentes abiertos. Sin embargo, si bien los escándalos les han hecho perder cierto apoyo, el daño sigue siendo muy limitado y cuentan aún con un gran número de seguidores en los sondeos, en los que se mantienen como segunda fuerza política a nivel nacional, por detrás de los democristianos de la CDU/CSU y por delante de los tres partidos que gobiernan el país: socialdemócratas, verdes y liberales.
El momento no podía ser peor. Apenas unas semanas antes de las elecciones europeas del 9 de junio y cuatro meses antes de los comicios regionales en los Estados orientales de Brandeburgo, Sajonia y Turingia —donde el partido de ultraderecha lidera todos los sondeos—, AfD fue derrotada el pasado lunes en segunda instancia judicial por la Oficina para la Protección de la Constitución —el servicio secreto en el interior del país—, que podrá seguir vigilando al partido como sospechoso de extremismo.
Ese mismo día por la tarde, los consejeros delegados de Siemens, Deutsche Bahn y Deutsche Bank presentaron una alianza de 30 grandes consorcios empresariales bajo el nombre “Defendemos los valores” para alertar a sus más de 1,7 millones de empleados contra el auge de las formaciones extremistas y pedir el voto para partidos proeuropeos y en contra de grupos como AfD, que “dividen al país y ponen en peligro su prosperidad económica”. Durante mucho tiempo, las empresas habían preferido dedicarse a sus negocios y mantenerse al margen de la política, pero después de ver cómo se han cruzado algunas líneas rojas han decidido dejar de lado sus reparos y tomar partido.
Al día siguiente, sin apenas haber tenido tiempo para digerir todo esto, la justicia alemana decidió multar al líder de AfD en el Estado de Turingia, Björn Höcke, por pronunciar una consigna nazi. El político tendrá que pagar 13.000 euros por usar en un discurso el lema “Todo por Alemania” de las SA, las tropas de asalto del partido de Adolf Hitler. El antiguo profesor de historia de 52 años, que encabeza la lista de su partido para los comicios de septiembre, dijo que desconocía que la frase fuera un lema de la época del nacionalsocialismo. Esta consigna es ilegal en Alemania, al igual que realizar el saludo nazi o exhibir otros símbolos de esta ideología.
Por si este frente no fuera suficiente, el jueves, el Parlamento alemán decidió levantar la inmunidad al diputado de AfD Petr Bystron, que ocupa el segundo lugar en la lista del partido para las elecciones europeas, para que las autoridades alemanas pudieran registrar su oficina en el Parlamento y propiedades en Berlín, Baviera y Mallorca. La Fiscalía General de Múnich investiga al diputado por sospechas de soborno y blanqueo de dinero en relación con el caso que rodea al medio de propaganda prorruso Voice of Europe, considerado una herramienta de Rusia para influir en Europa y poner en peligro la integridad territorial, la soberanía y la libertad de Ucrania.
Este escándalo también afecta al eurodiputado Maximilian Krah, cabeza de lista de AfD, que a su vez se ha visto salpicado por un caso de espionaje chino. Su asesor parlamentario en Bruselas, Jian G., fue detenido hace unas semanas por las autoridades alemanas, acusado de espiar para China. Ahora, existen nuevos detalles dados a conocer el viernes gracias a unas investigaciones llevadas a cabo por las televisiones WDR, NDR y el diario Süddeutsche Zeitung. Estos señalan que las autoridades de seguridad están investigando si Jian G. proporcionó a Krah personalmente, a su bufete de abogados y a su oficina parlamentaria sumas de dinero de cinco cifras durante un largo periodo de tiempo; y si este dinero podría proceder del servicio secreto chino. Krah califica todo de “calumnias malintencionadas” y niega que haya algo de cierto en las acusaciones.
Lidiar con críticas por usar un lenguaje de extrema derecha o ser tildados de racistas es algo a lo que está acostumbrado el partido, pero las acusaciones contra Bystron y Krah podrían convertirse en un problema. El hecho de que los políticos de AfD pudieran haber sido sobornados por gobiernos extranjeros pone en entredicho la imagen que sus miembros venden como único partido verdaderamente patriótico en Alemania.
La dirección de AfD sigue una doble estrategia: insiste, por un lado, en que todo aquel del que se demuestre que está en venta debe marcharse y, por otro, señala que hasta la fecha no hay pruebas y califica todos los escándalos como una artimaña política de sus rivales, a la par que cuestiona la independencia de la justicia alemana. Sin embargo, los líderes del partido, Tino Chrupalla y Alice Weidel, enviaron el viernes un correo electrónico a Bystron pidiéndole que se abstuviera de hacer más apariciones en la campaña electoral europea hasta que se aclare todo.
¿Punto de inflexión?
La pregunta ahora es hasta qué punto todos estos escándalos pasarán factura en las urnas a AfD. ¿Se ha llegado a un punto de inflexión en el auge de la ultraderecha en Alemania? “Esto no disuadirá al electorado de base”, afirma el consultor político Johannes Hillje en el diario Frankfurter Rundschau. “El núcleo de votantes de AfD prefiere confiar en el partido que en instituciones democráticas como los tribunales”, apunta el analista sobre algo que se alinea con un estudio elaborado por el instituto Forsa a inicios del año, que mostró que el 70% de los votantes de AfD recela del sistema judicial y confía mucho en las redes sociales.
Esto se refleja también en el último sondeo publicado el viernes por la cadena pública ZDF, donde a pesar de perder un punto porcentual respecto a la anterior encuesta, AfD quedaría en segundo lugar, con un 16% de los votos, por detrás de la Unión Cristianodemócrata (CDU), que obtendría un 31% (un punto más). No obstante, se trata del peor resultado del partido en el Politbarometer de la ZDF en poco más de un año. A principios de este año, AfD todavía se situaba en el 22%. Mientras, en las europeas, AfD mantiene su apoyo sin cambios con un 15% de los votos, empatado con los verdes y por detrás de los democristianos (31%).
A pesar de la ligera pérdida de intención de voto en las encuestas, AfD sigue contando con un gran apoyo, especialmente entre hombres de mediana edad (de 30 a 40 años) de ciudades pequeñas del este del país, según un reciente estudio elaborado por Forsa. Además, de acuerdo con este análisis, el 38% de los simpatizantes de AfD procede de la clase trabajadora y suele tener un nivel educativo bajo o medio.
“Sigue habiendo una parte del electorado que simplemente tiene una especie de actitud de extrema derecha o antisistema, que es absorbida por AfD”, explica el politólogo Simon Franzmann, investigador en la Universidad alemana de Gotinga, sobre el electorado de un partido que “ha sido capaz de aglutinar tras de sí a personas moderadas y escépticas respecto a la migración”. Pero que sobre todo, “ha sabido ganarse a todos aquellos que no se sienten escuchados por los partidos tradicionales”, agrega.
La tensión política se siente en la calle, donde la intimidación, amenazas y violencia contra personas relacionadas con el mundo de la política está a la orden del día. El Gobierno trabaja intensamente para intentar frenar esta “espiral de violencia”, como alertó la semana pasada la ministra del Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, que señaló que el año pasado se registraron 3.691 delitos contra funcionarios públicos, representantes electos y representantes de partidos, 80 de los cuales fueron delitos violentos, frente a los 1.994 delitos —67 de ellos violentos— denunciados en 2022.
Si bien el partido de Los Verdes suele ser el objetivo predilecto en este tipo de ataques, también socialdemócratas y políticos de AfD registran agresiones. El último ataque contra un político tuvo lugar la noche del jueves en un bar de Schwerin, en el noreste de Alemania, donde un hombre insultó al diputado de AfD en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, Martin Schmidt, y después le arrojó un cenicero de cristal que le golpeó en la cabeza. El político fue trasladado al hospital, de donde salió el viernes por la mañana.
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