Amanda Knox, condenada por calumnias en Italia por acusar a un inocente de asesinato
Un tribunal impone tres años de cárcel a la estadounidense, que no deberá ingresar en prisión. La mujer ya fue sentenciada a la misma pena en otro juicio, pero el fallo se anuló
Algunos aspectos de uno de los casos de asesinato más mediático de los últimos años aún se dirimen en los tribunales en Italia. Amanda Knox ha vuelto a pisar un juzgado de este país; y en esta ocasión ha sido condenada a tres años de prisión por calumnias al quedar demostrado que acusó falsamente a un hombre inocente del brutal homicidio de su compañera de piso, la británica Meredith Kercher, la noche del 1 de noviembre de 2007. La mujer ya fue condenada a la misma pena en un primer juicio por difamación, pero el fallo se anuló.
Knox, ciudadana estadounidense que en aquella época era una estudiante de intercambio de 20 años en la ciudad italiana de Perugia, al igual que la víctima, fue acusada de ser una de las autoras del crimen, junto con el italiano Raffaele Sollecito, que por entonces era su novio. Ambos pasaron cuatro años en prisión y fueron absueltos en el juicio de apelación que se celebró en 2011. En 2015, el Tribunal Supremo los declaró definitivamente inocentes.
La sentencia por calumnias de este miércoles no tendrá ningún impacto en la práctica para Knox, que no deberá ingresar en prisión porque la justicia italiana permite convalidar la nueva condena de tres años con el tiempo que ya pasó entre rejas antes de ser juzgada y luego absuelta.
Las acusaciones contra Knox por calumnias surgieron a raíz de las declaraciones que prestó en las primeras fases de la investigación en 2007. La estadounidense involucró a Patrick Lumumba, que era el propietario del bar en el que ella trabajaba y que pasó 14 días en prisión preventiva como presunto autor del crimen tras las acusaciones de la mujer, para después quedar en libertad sin cargos.
“Nunca quise difamar a Patrick. Él era mi amigo, cuidó de mí y me consoló por la pérdida de mi amiga”, ha declarado Amanda Knox a los medios antes de entrar en la sala donde se leyó la sentencia, a la que ha acudido junto a sus abogados y su marido, añadiendo que esperaba “limpiar” su nombre “de una vez por todas de falsos cargos” contra ella. También ha agregado: “Siento no haber podido resistir la presión y que él haya sufrido”, y ha reconocido que lo acusó porque estaba “asustada y engañada”.
Vuelta a Italia 17 años después
La joven, que cuando quedó en libertad en 2011 regresó a Estados Unidos, ha vuelto a Italia 17 años después del crimen y ha sido recibida en el tribunal por una multitud de periodistas y fotógrafos.
Knox ya había sido condenada a tres años de prisión por el mismo delito de calumnias en el pasado, pero el Supremo aceptó su recurso y anuló aquella sentencia, con la orden de que el tribunal de apelación revisara el proceso.
En el nuevo juicio, cuya sentencia aún puede recurrirse, la estadounidense pidió declarar voluntariamente ante el juez. “Mucha gente piensa que lo peor de mi vida fue cuando me condenaron a 26 años por un delito que no cometí. Pero la peor noche de mi vida fue el 5 de noviembre de 2007” dijo, sobre el momento en el que fue interrogada. “Acababa de descubrir que la pequeña casa en la que vivía se había convertido en la horrible escena de un crimen. Estaba en estado de shock, agotada, sin hogar, a miles de kilómetros de mi familia. La policía me interrogó durante horas en un idioma que apenas conocía. No aceptaron mi respuesta, que era que estaba en casa de Raffaele y que no sabía quién había matado a Meredith” continuó. Y explicó que los agentes encontraron un mensaje de Patrick Lumumba en su móvil que decía “see you later” en inglés (hasta luego), que en italiano fue traducido como “nos vemos luego”. “La policía pensó que yo había concertado una cita con Patrick y que estaba mintiendo. Se negaron a creerme”, relató Knox en el juicio para defender su inocencia.
Antes de declararse inocente, Knox insistió: “Varias veces me llamaron mentirosa. Cuando un agente me dijo que no estaba con Raffaele, me desestabilicé. No entendía por qué me trataban así. La policía me dijo que debía haber sido testigo, me amenazaron con 30 años de cárcel si no recordaba todos los detalles. Me daban bofetadas en la cabeza, me gritaban ‘¡recuerda, recuerda1’. Reuní un revoltijo de recuerdos de diferentes días. Me obligaron a someterme. Se violaron mis derechos. Estaba aturdida. Intenté hacer ver a la policía que lo que había dicho era confuso, pero querían cerrar el caso rápidamente”.
Lumumba se presentó en el juicio como acusación particular y su abogado cargó en la sala contra Knox: “Amanda es una mentirosa. Se sintió presionada porque no quería verse implicada en el asesinato, y por eso montó una distracción, acusando a un hombre inocente. Hace y deshace, dice y no dice. Sembró una duda ingeniosamente construida”.
Un caso controvertido y mediatizado
Knox denunció en su día presiones e incluso agresiones de los agentes que indagaban el asesinato de Meredith Kercher y alegó que los investigadores la obligaron a decir que había estado en la casa en la que se cometió el crimen junto con Lumumba. Por esas declaraciones también fue acusada de calumniar a algunos agentes de policía, aunque en ese caso fue absuelta.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó en 2019 que Italia violó los derechos de Knox durante aquella larga noche de interrogatorios días después del asesinato de Kercher, en la que no estuvo asistida por un abogado ni se le proporcionó un traductor competente.
El caso de Knox, que atrajo con creces la atención de la prensa a ambos lados del Atlántico y que estuvo muy enturbiado por el sensacionalismo, también fue controvertido en los tribunales. El proceso judicial fue particularmente turbulento y largo, por los numerosos recursos de la Fiscalía y de los imputados y quedó marcado por los errores policiales en la fase de investigación y por los numerosos veredictos contradictorios. Los jueces que exculparon a Knox y a Sollecito por falta de pruebas llegaron a citar “la creciente atención mediática que provocó la búsqueda frenética de culpables”.
El único condenado por el asesinato y la violación de la estudiante británica fue Rudy Guede, que tenía 20 años en el momento del crimen. Salió de la cárcel en 2021, tras cumplir la sentencia, y siempre ha defendido su inocencia. La justicia italiana considera que tuvo cómplices que lo ayudaron en el homicidio, pero reconoce que no sabe su identidad.
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