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Rusia y China vetan un proyecto de resolución de alto el fuego de EE UU vinculado a la liberación de los rehenes de Gaza

La propuesta de Washington recibió 11 votos a favor, tres en contra y una abstención. Su secretario de Estado, Antony Blinken, advierte a Netanyahu en Tel Aviv de que la invasión de Rafah puede “aislar más a Israel en el mundo”

La embajadora de EE UU, Linda Thomas-Greenfield, vota a favor de la resolución junto a los representantes de Algeria y China, que rechazaron el texto, este viernes en la sede de la ONU en Nueva York.
La embajadora de EE UU, Linda Thomas-Greenfield, vota a favor de la resolución junto a los representantes de Algeria y China, que rechazaron el texto, este viernes en la sede de la ONU en Nueva York.SARAH YENESEL (EFE)

El veto de Rusia y China ha hecho descarrilar este viernes en el Consejo de Seguridad de la ONU una esperada propuesta de resolución de “alto el fuego inmediato y sostenido” en Gaza, vinculado a la liberación de todos los rehenes en manos de Hamás, que Estados Unidos había negociado durante semanas en el seno del órgano encargado de velar por la paz y la seguridad mundiales. La frustrada resolución había sido la alternativa, a finales de febrero, a su tercer veto a un proyecto de resolución de alto el fuego humanitario, mientras Washington apostaba más por las negociaciones directas entre las partes, intermediadas por Qatar y Egipto, además de EE UU.

El texto de Washington, en su sexta revisión, logró 11 votos a favor, 3 en contra (los vetos de China y Rusia y el negativo de Argelia) y 1 abstención, la de Guyana. Además del previsible resultado de la votación, lo más significativo de la sesión, una más en la lista de fiascos del Consejo, han sido los discursos a favor y en contra del texto por parte, respectivamente, de EE UU y Rusia. El primero, leído por la embajadora en la ONU, Linda Thomas-Greenfield, mencionó tantas veces a Hamás ―a los rehenes aún en su poder, a su brutal ataque del 7 de octubre y a la violencia sexual ejercida, según Israel, por sus milicianos― que pareció más un alegato contra la organización terrorista que a favor de la población civil de Gaza, beneficiaria, en teoría, de ese alto el fuego inmediato y sostenido, de unas seis semanas de duración según los términos de la resolución, destinado a aliviar la crisis humanitaria en la Franja.

Además de solicitar el apoyo de todos los miembros del Consejo a la resolución, “porque sería un error histórico no aprobarla”, en su breve discurso antes de la votación la embajadora estadounidense pidió a Israel la eliminación de todas las barreras al suministro de ayuda humanitaria y condenó cualquier intento de reasentamiento de la población gazatí, en velada alusión al desplazamiento masivo de civiles desde el norte al sur de la Franja como consecuencia de la ofensiva militar israelí en curso.

“Queremos ver un alto el fuego inmediato y sostenido como parte de un acuerdo que conduzca a la liberación de todos los rehenes retenidos por Hamás y otros grupos y que permita que llegue a Gaza mucha más ayuda humanitaria para salvar vidas (…). Estados Unidos, Egipto y Qatar están trabajando sin descanso en la región para garantizar un alto el fuego inmediato y sostenido como parte de un acuerdo que conduzca a la liberación de todos los rehenes retenidos por Hamás y otros grupos, lo que nos ayudará a abordar la grave crisis humanitaria de Gaza. Creemos que estamos cerca. Desgraciadamente, aún no lo estamos”, dijo Thomas-Greenfield, subrayando que la adopción de la resolución habría presionado “a Hamás para que acepte el acuerdo que está sobre la mesa”. La diplomática no hizo ninguna referencia a la teórica obligación de Israel de acatar la resolución, vinculante como todas las del Consejo de Seguridad.

Una propuesta “hipócrita”, según Moscú

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La réplica del embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, no pudo ser más dura, con un discurso político que subrayó la división existencial del Consejo, patente desde el inicio de la guerra de Ucrania. Nebenzia tildó la propuesta de resolución de EE UU de “hipócrita y altamente politizada”, después de semanas ganando tiempo, “en un ejercicio retórico vacío, extremadamente politizado, [mediante el cual pretende] aplicar su política en la región”. “Este alto el fuego no va a ningún sitio”, denunció el embajador ruso, “es una iniciativa hipócrita que no tendrá ningún impacto sobre el terreno”.

“No podemos permitir que el Consejo se convierta en instrumento de la política de EE UU en Oriente Próximo” porque, indicó, eso sería favorecer a Israel, a quien el texto, interpretó, daba luz verde para su ofensiva terrestre contra Rafah, en el extremo sur de la franja de Gaza, donde más de la mitad de sus 2,3 millones de habitantes se han refugiado en tiendas improvisadas para escapar de los combates más al norte. “Esto [la resolución] dejaría las manos libres a Israel y provocaría que toda Gaza y toda su población tuvieran que enfrentarse a la destrucción o la expulsión”, declaró Nebenzia en la reunión, recordando que varios miembros no permanentes del Consejo han trabajado en una resolución alternativa. De hecho, este sábado se someterá a votación una presentada por Argelia, Guyana, Malta, Mozambique, Sierra Leona, Eslovenia y Suiza, para un alto el fuego durante el mes de Ramadán.

La intervención de los dos antagonistas fue un cuerpo a cuerpo político, más que diplomático. Tras ver rechazada su propuesta de resolución, la embajadora de EE UU lamentó que Moscú hubiera puesto “la política por encima del progreso” y señaló con el dedo a Rusia y China por su veto, un añejo mecanismo heredado de la constitución de la ONU en 1945 y a favor de cuya reforma se han manifestado numerosos dirigentes, empezando por el secretario general del organismo, António Guterres.

Presión sobre Israel

La resolución de EE UU planteaba por primera vez la necesidad de un alto el fuego, en consonancia con el paulatino endurecimiento de la política de Washington hacia Israel en las últimas semanas. En tres ocasiones anteriores, durante los cinco primeros meses de la guerra, vetó sendas propuestas de resolución de alto el fuego humanitario, porque la sola mención de un cese de las hostilidades, aun temporal, era una línea roja para Israel, al considerar que permitiría a Hamás reorganizarse. Aunque el discurso de Washington se ha ido modulando ―su apoyo a Israel ha costado al presidente Joe Biden varios avisos en las primarias demócratas―, no puede soltar amarras por completo, aunque sí ha aumentado la presión sobre su aliado para que permita más ayuda humanitaria y proteja mejor a los civiles.

En el marco de ese nuevo equilibrio, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha concluido este viernes su sexta visita a la región desde que empezó la guerra, el pasado octubre. Blinken se ha entrevistado en Tel Aviv con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Sus declaraciones posteriores apuntan a un diálogo de sordos en el que uno y otro miran de reojo a sus países: Netanyahu, a los votantes de las elecciones que probablemente tenga que convocar en los próximos meses (su partido, el Likud, caería de 32 a 17 diputados, según una encuesta publicada este viernes por el diario Maariv) y Blinken, al descontento de parte del electorado demócrata tras casi seis meses de apoyo económico, armamentístico y diplomático a Israel, pese a los más de 32.000 muertos en Gaza y las imágenes de personas hambrientas. De hecho, antes de tomar el vuelo de regreso, Blinken ha recordado a los periodistas en el aeropuerto de Ben Gurión, cerca de Tel Aviv, que el 100% de gazatíes sufre “grave inseguridad alimentaria”, por lo que resulta necesaria “mucha más ayuda para mucha más gente”.

El principal punto de desacuerdo sigue siendo Rafah, la zona fronteriza con Egipto donde han acabado ―en casas, refugios o tiendas de campaña (una parte hechos con plásticos)― más de la mitad de los 2,3 millones de gazatíes. Blinken ha recordado que una delegación israelí viajará la próxima semana a EE UU para explorar planes distintos a su invasión, cuyas previsiones operativas ya están aprobadas. “Compartimos con Israel el objetivo de derrotar a Hamás […] pero una gran operación militar terrestre en Rafah no es la forma de hacerlo. Existe el riesgo de que mate a más civiles, de crear aún más caos con la entrega de ayuda humanitaria y de aislar más a Israel en el mundo y poner en riesgo su seguridad a largo plazo y su estatus”, ha declarado en el aeropuerto.

Netanyahu, en cambio, ha emitido un mensaje de vídeo en hebreo en el que no menciona la delegación a Washington, ni alternativas, y lanza una advertencia: “Le dije [a Blinken] que no tenemos forma de derrotar a Hamás sin entrar a Rafah y eliminar al resto de batallones que están allí. Y le dije que espero que lo hagamos con el apoyo de Estados Unidos, pero si es necesario lo haremos solos”.

La misión de EE UU ante la ONU llegó a la votación de este viernes convencida de que el texto, resultado de “muchas rondas de consultas” con los miembros del Consejo, podía salir adelante, aunque siempre ha favorecido las conversaciones directas para un alto el fuego que auspicia junto con Egipto y Qatar. De hecho, el texto del proyecto de resolución respaldaba esas rondas de diálogo, por el momento infructuoso, y hacía hincapié en que el periodo de tregua, de unas seis semanas de duración, se emplease para redoblar los esfuerzos diplomáticos en pos de “una paz duradera”.

Durante la guerra, Washington ha vetado tres proyectos de resolución, dos de los cuales habrían exigido un alto el fuego inmediato. Recientemente, Estados Unidos justificó su veto alegando que tal acción del Consejo podría poner en peligro las conversaciones en El Cairo y Qatar. Pero también se ha abstenido en dos ocasiones, lo que permitió al Consejo aprobar resoluciones sobre el aumento de la ayuda, mediante el establecimiento de pasillos o corredores humanitarios, y el llamamiento a una pausa prolongada en los combates.

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