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El líder del partido ruso que se opone a la guerra: “Es urgente que Rusia y Ucrania dialoguen para acabar con la matanza”

Grigori Yavlinski, fundador de Yábloko, asegura haberle transmitido a Putin en la reunión que mantuvieron a finales de octubre que es “absolutamente necesario” un alto el fuego

Guerra de Rusia en Ucrania
El líder del partido ruso Yábloko, Grigori Yavlinski, durante una protesta en Moscú en agosto de 2019.Alexander Zemlianichenko (AP)
Pilar Bonet

El enfrentamiento entre Israel y Hamás en Oriente Próximo incrementa la agresividad y la codicia en el Kremlin. ¿Le conviene a Vladímir Putin aprovechar la situación favorable que le proporciona este conflicto para reforzar y avanzar sus posiciones en Ucrania? El presidente ruso tiene que decidirlo, o tal vez lo ha decidido ya.

El político Grigori Yavlinski, fundador de Yábloko, el único partido ruso legal opuesto a la guerra, se entrevistó con el presidente Putin el 26 de octubre para explicarle por qué considera “absolutamente necesario” llegar a un alto el fuego (lo que permitiría iniciar conversaciones, pero que está lejos de un acuerdo de paz). Durante hora y media conversaron a solas en el Kremlin. Para acceder a Putin, su interlocutor tuvo que pasar tres días de cuarentena.

“La enorme cantidad de muertos y de los que siguen muriendo y las perspectivas de futuro son argumentos que deberían obligar a los líderes rusos a mantener conversaciones. Pero esto no está sucediendo”, explica Yavlinski desde Moscú en una conversación por WhatsApp con esta periodista. “Cuanto más se prolonga el conflicto más aumentan los muertos y más se desvanecen las perspectivas esperanzadoras”, exclama. “Es urgente acabar con la matanza”, sentencia.

Yavlinski se ofreció a Putin en calidad de mediador para un alto el fuego con Ucrania, pero el presidente, según dice, no reaccionó en ningún sentido y, hoy por hoy, es imposible saber si el mensaje del veterano político, nacido y formado en la ciudad ucrania de Lviv, ha hecho alguna mella en el obcecado presidente.

“Ucrania tuvo su mejor momento para negociar con Rusia e intentar un acuerdo sobre un alto el fuego en otoño de 2022, en noviembre, después de recuperar Jersón y Járkov. Entonces, hubiera conservado el 80% de su territorio y se hubiera convertido en un respetado y popular Estado europeo. Habría protegido a su gente y se habría abierto un camino hacia el futuro. Fue su punto álgido”, sentencia Yavlinski.

“No soy yo quien, desde Rusia, deba decir lo que ha de hacer Ucrania. Rusia empezó todo esto y no somos quién para darle lecciones”, afirma este político que fue candidato a la presidencia de Rusia en varias ocasiones. El próximo marzo, volverá a competir en las presidenciales en el caso de que sus partidarios llegaran a recoger 10 millones de firmas en su apoyo. En Yábloko interpretan que las firmas, sea cual sea su número, serán una especie de indicador del peso de la ciudadanía contraria a la guerra. Un 56% de los rusos está a favor de conversaciones de paz y un 37%, de continuar la guerra, según una encuesta realizada por el centro Levada el pasado octubre.

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“Ucrania tuvo medio año, de otoño a primavera. Los ucranios habrían conseguido mucho, pero no lo entendieron. Tampoco los estadounidenses lo entendieron o quisieron hacerlo (intentar llegar a un alto el fuego)”, subraya. “Desde entonces, la situación ha empeorado sustancialmente para Ucrania, sobre todo por el conflicto de Oriente Próximo, que la priva de los recursos y de la atención de EE UU y la Unión Europea. Los muertos son el precio de esa demora y de las insensatas acciones militares en 2023, y es un precio muy alto”, señala. “En política, todo debe hacerse a su tiempo. Si se pierde el momento, no se puede repetir”, dice Yavlinski.

Las señales del Kremlin no apuntan hacia el diálogo. Reaccionando a las reflexiones de Valeri Zaluzhni, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, sobre el estancamiento en el frente, Dmitri Peskov, el portavoz presidencial, negó que este se encontrara en un “callejón sin salida”. “Rusia continúa de forma consecuente su operación militar especial (eufemismo oficial para referirse a la guerra en Ucrania). Todos los objetivos que se plantearon deben ser cumplidos”, sentenció Peskov, y añadió: “Ucrania debería haber comprendido hace mucho tiempo que incluso hablar de su posibilidad de victoria en el campo de combate resulta absurdo”. “El potencial de Rusia y el de Ucrania no son comparables, ni por su profundidad estratégica ni por sus recursos”, afirma Yavlinski.

Expertos occidentales opinan en público que Ucrania perderá una parte de su territorio a consecuencia de la guerra desatada por Rusia. Según Yavlinski, es improbable que Moscú aceptase unas garantías de seguridad de la OTAN especiales para Ucrania en contrapartida por la aceptación de la pérdida de territorio por parte de Kiev.

Dada la evolución de la política internacional, el político dice sentirse escéptico sobre la validez de las “garantías de seguridad” tradicionales y formuladas como algo inamovible. La seguridad en el siglo XXI, afirma Yavlinski, es “dinámica” y exige una “permanente labor” para mantenerla. En este siglo “la vida humana y sus perspectivas de libertad y creatividad son más importantes que el territorio, sobre todo un territorio minado”.

“Si hablamos de mediados del siglo XXI, Europa no puede tener éxito en el futuro sin Rusia, y mucho menos en un estado de confrontación con Rusia. Europa tiene escasas posibilidades de competir económicamente con Asia y América sin contar con Rusia, con su territorio y sus recursos”, señala, y ese país experimenta hoy el “doloroso fracaso” de los “errores en la modernización postsoviética”.

“Hoy se puede sentir decepción y hasta rechazo ante Rusia, pero mañana Rusia puede y debe ser otro país. En el siglo XXI el tamaño de un país no se mide solo por su territorio, sino por la libertad de sus ciudadanos”, asevera. El político compara a Rusia con un paciente. “Hasta ahora no sabemos si este paciente está en la unidad de cuidados intensivos, donde se recupera para volver a la vida, o si está en la de cuidados paliativos esperando la muerte. Y esta incógnita está abierta desde 1991. Yo creo y tengo esperanza en el futuro”, remata.

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Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.
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