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Sin fastos y sin salir del país, Mohamed VI da un giro al cumplir 60 años

Tras permanecer más de seis meses en el exterior el año pasado, el monarca se acerca al cuarto de siglo de un reinado marcado por los avances diplomáticos y la desigualdad económica

Juan Carlos Sanz
Mohamed VI
El rey Mohamed VI, entre el príncipe heredero Hassan y su hermano, Mulay Rachid, el pasado 29 de julio en Tetuán (Marruecos).- (AFP)

Las evoluciones de la patrulla acrobática Marcha Verde del pasado lunes sobre la costa de Alhucemas, donde Mohamed VI prosigue las vacaciones que inició a finales de junio en el norte de Marruecos, han sido uno de los escasos signos visibles del 60º cumpleaños del monarca de la dinastía alauí. En un aniversario sin fastos, por decisión del rey desde 2019, las maniobras del grupo de exhibición de la Real Fuerza Aérea se integraban además en el programa de la Fiesta de la Juventud, que coincidía en la misma fecha. En ausencia de pompa, la presencia del soberano en el país ha marcado un giro respecto al año pasado, cuando permaneció más de seis meses en el exterior (en Gabón y Francia) en un presunto alejamiento de sus funciones que llegó a ser cuestionado por sectores de las élites marroquíes en la prensa internacional.

El veraneo del rey en el litoral del Rif, que inició en su residencia de Midiq (Rincón, durante el periodo colonial español), a unos 30 kilómetros al sur de la ciudad autónoma de Ceuta, representa un retorno, sin influencias ajenas, a la estabilidad de la llamada monarquía ejecutiva, que ostenta amplias competencias constitucionales. La prensa nacional no da cuenta ahora, como en 2022, de la presencia en el entorno real de tres hermanos alemanes de origen marroquí vinculados a las artes marciales. Abu Baker Azaitar, luchador de 35 años; su hermano Ottman, también luchador y cuatro años menor, y Omar, entrenador de ambos, entablaron amistad con Mohamed VI en 2018. Desde entonces, fueron acompañantes habituales en sus vacaciones.

El rey dispone de un descanso estival jalonado de algunos actos oficiales, como el discurso del trono, que el monarca pronunció en Tetuán el 29 de julio, al cumplirse los 24 años de su llegada al poder, en una de las tres ocasiones anuales en las que se dirige a la nación y comunica al Gobierno las orientaciones del jefe del Estado. Pocas horas antes, había recibido en el Palacio Real de la capital del antiguo protectorado español al gobernador del Banco Al Magreb (banco central), Abdelatif Juahri, quien le informó de que el crecimiento del Producto Interior Bruto se había desplomado al 1,3% en 2022, a causa de la sequía, tras haberse disparado hasta el 8% en 2021.

Mohamed VI se acerca con discreción al cuarto de siglo de su reinado mientras ha aligerado su actividad oficial al cumplir los 60 años. El rey de Marruecos ha recortado su agenda pública para cancelar el cuarto de sus discursos anuales, el que pronunciaba cada 20 de agosto, víspera de su cumpleaños, en conmemoración de la Revolución del Rey y del Pueblo y en recuerdo del exilio de su abuelo, el sultán Mohamed V, bajo la colonización francesa hace 70 años. A caballo entre el discurso del trono y el de apertura del Parlamento, en octubre, el Palacio Real optó por mantener la celebración del homenaje al primer rey del Marruecos moderno sin que el actual monarca tenga que interrumpir sus vacaciones con una intervención pública.

En casi 25 años en el trono, Mohamed VI ha consolidado avances diplomáticos en favor de su país, como los que han llevado al reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara Occidental por Estados Unidos, en diciembre de 2020, y por Israel, el pasado mes de julio. También ha conseguido que España, la antigua potencia colonial, respalde la tesis de la autonomía del territorio, bajo administración marroquí en un 80%, como “la base más seria, creíble y realista para la resolución de este diferendo”, frente a la opción por la independencia defendida por el Frente Polisario, respaldado por Argelia y que controla el 20% restante según Naciones Unidas.

Hasta ahora, 28 países africanos, árabes y latinoamericanos han abierto consulados en El Aaiún o Dajla, en un gesto de reconocimiento de la autoridad de Rabat sobre la antigua colonia española. Para ello, Mohamed VI tuvo que emprender una larga estrategia con el fin de reintegrar a su país en 2016 en la Unión Africana que su padre, Hassan II, abandonó en 1984 tras el ingreso de la República Árabe Saharaui Democrática proclamada por el Frente Polisario. “Si Marruecos tiene peso diplomático (…) se debe a que cuenta con una capacidad real de acción militar, de servicios secretos de información muy eficientes y a que mantiene una cooperación privilegiada con grandes potencias militares y agencias de espionaje”, apunta el analista Yasir Lahrach las causas de los avances en política exterior en el diario L’Opinion.

La transformación del país magrebí desde 1999 es patente en la modernización de infraestructuras como la red de autopistas, el tren de alta velocidad Tánger-Casablanca o el superpuerto Tanger Med en el Estrecho, así como el desarrollo de sectores punteros de la industria, como el de montaje de automóviles, y la expansión en países de África de compañías de banca, seguros o telecomunicaciones marroquíes. Pero en paralelo a la emergencia de una clase media en las grandes ciudades, las desigualdades económicas y sociales no han dejado de crecer entre la población desfavorecida rural y de las periferias urbanas.

El informe Nuevo Modelo de Desarrollo encargado por el rey en 2019, al cumplirse las dos décadas de su reinado, reveló un “agravamiento de la desigualdad” al reflejar que el 10% de la población más acomodada acaparaba 11 veces más riqueza que el 10% más pobre, según recuerda la agencia France Presse. Marruecos ocupa el puesto 123 entre los 183 países analizados por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano en 2002. La tasa de analfabetismo se sitúa en un 24%. El 77,3% de los marroquíes trabaja en la economía informal, según datos del Banco Mundial.

Para contrarrestar esta tendencia, Mohamed VI impulsó en 2020 un plan de protección social para 22 millones de personas que carecen de cobertura sanitaria, en un país de 37 millones de habitantes, con el objetivo de tener asegurada al 80% de la población, o la generalización de la prestación por desempleo. El rey está en el centro del Estado por sus amplios poderes ejecutivos, en los que se reserva el control directo sobre la defensa, la seguridad y la diplomacia. También sobre los asuntos religiosos, en su calidad de comendador de los creyentes. “Mohamed VI decidió celebrar de forma privada su cumpleaños (…). El rey juega con la baza del tiempo para gobernar a su pueblo, y el tiempo de Marruecos no es el del resto del mundo”, sostiene François Soudan, responsable de Jeune Afrique, al hilo del 60º aniversario del monarca. “La política en Marruecos es algo fluido: reinar consiste en durar y saber adaptarse a las circunstancias”, advierte.

Atentados de Casablanca en 2003

Mohamed VI inició su reinado con reformas y aperturas, dejando atrás los “años de plomo” de represión bajo Hassan II, pero los atentados yihadistas de Casablanca de 2003 le llevaron a reforzar un aparato de seguridad que hoy se muestra omnipresente. También abordó la modernización de la Mudawana, el código de familia que rige el estatuto personal del los ciudadanos.

La llegada al poder en 2011 del Partido de la Justicia y el Desarrollo (islamista), que se mantuvo al frente del Gobierno durante un decenio, se saldó, sin embargo, con excepciones a la norma que han permitido, a pesar de la prohibición legal, el matrimonio de más 13.600 menores en 2022. En el discurso del trono de ese mismo año, el monarca de la dinastía alauí abogó por una segunda fase de reforma de la Mudawana para que las mujeres dejen de estar relegadas en las sucesiones, en las que heredan la mitad que los hombres. El Gobierno aún no ha dado los pasos para su aprobación.

El soberano aceptó hace 12 años las reclamaciones del Movimiento 20 de Febrero, la versión marroquí de la Primavera Árabe, que desembocaron en la promulgación de la Constitución de 2011. Desde la sociedad civil, grupos como la Asociación Marroquí de Derechos Humanos lamentan que sus preceptos liberales se hayan quedado solo sobre el papel.

Con motivo de la pasada Fiesta del Trono, Mohamed VI indultó a más de 2.000 condenados, una medida habitual para descongestionar las saturadas cárceles del país magrebí. Entre ellos no figuraban los periodistas críticos con el poder Omar Radi y Suleimán Raisuni, entre otros informadores que cumplen condena. Amnistía Internacional han cuestionado las “tácticas” utilizadas en Marruecos para acallar a disidentes mediante acusaciones de delitos sexuales, como las que pesaban sobre ambos. Cuando el Tribunal de Casación ratificó el mes pasado su condena, sus abogados apelaron a una “salida legal y política” para que “la más alta autoridad del país” pusiera fin al calvario judicial con una medida gracia. El perdón tampoco ha llegado en la Fiesta de la Juventud, en la que han sido indultados otros 760 reos coincidiendo con el cumpleaños real.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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