Bernardo Arévalo: “Estamos catalizando un cambio que buscaba una forma de expresión”

En una región —y un mundo— en el que el hartazgo ciudadano se traduce generalmente en políticos antisistema que gritan mucho y con mensajes incendiarios, Bernardo Arévalo de León (Montevideo, 64 años), la gran sorpresa de las elecciones de Guatemala, va contracorriente. Con un discurso calmado pero firme en el que condena la corrupción que carcome las instituciones guatemaltecas, el candidato del Movimiento Semilla es el mejor posicionado para ganar este domingo.

Lo ha hecho sin prometer milagros, advirtiendo que no tiene una “varita mágica” para resolver los problemas de un país de 17,6 millones de habitantes en el que cerca del 60% de la población vive bajo la línea de la pobreza, pero con el compromiso de ser implacable contra la corrupción que se lleva buena parte de los recursos de Guatemala e impide el progreso. Para él, ese será el punto de partida para buscar el desarrollo. “Creemos que hay que retomar instituciones democráticas. Tenemos que refundar el proceso que nos secuestró esta clase política corrupta”, dice.

Su partido, impulsado principalmente por profesionales urbanos, surgió al calor de las protestas anticorrupción de 2015. Tras su inesperado segundo lugar en la primera vuelta, el candidato del Movimiento Semilla ha tenido que enfrentarse a una persecución judicial que no solo no ha prosperado, sino que parece haberlo fortalecido a juzgar por las encuestas y el apoyo en las calles. Su rival este 20 de agosto es la exprimera dama Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), que en su tercer intento por alcanzar la presidencia ha dejado de lado sus orígenes socialdemócratas para abrazar posiciones más conservadoras con las que ataca a Arévalo.

Al candidato de Semilla, hijo del expresidente Juan José Arévalo (1945-1951), Torres le acusa entre otras cosas de su origen extranjero; Bernardo Arévalo nació en Uruguay, donde su padre tuvo que exiliarse. Para él, ese tipo de ataques son “infantiles, símbolo de desesperación”. “Es el ejemplo de que ya no saben qué decir y necesitan agarrarse de lo que sea. Por eso, ni siquiera reaccionamos”, dice este jueves en entrevista a solo tres días de la segunda vuelta de las elecciones. El candidato atiende a EL PAÍS en la sede de su campaña, en la planta baja de una casa de la zona 9 de Ciudad de Guatemala, donde trabaja rodeado de jóvenes que no superan los 35 años de media, una legión de “sobrinos del tío Bernie”, como se hacen llamar sus seguidores, que han conseguido acercar a las nuevas generaciones de guatemaltecos a este tranquilo sociólogo a través de redes sociales como TikTok.

Pregunta. La última encuesta le da 30 puntos de ventaja respecto a su contrincante. ¿Se siente ya presidente electo de Guatemala?

Respuesta. Nosotros no venimos a ganar encuestas, venimos a ganar elecciones, así que será el domingo en la noche que sabremos cómo hemos ganado. Por supuesto, nos da mucha satisfacción. Creemos que refleja lo que ahora sí vemos multitudinariamente en las calles, porque ahora cuando uno va a recorrer el país, en los mítines... Ahora que tenía que hacer algo en un negocio y tuve que recorrer parte del centro comercial para llegar y, la actitud, la respuesta, el entusiasmo, es algo notable; pero no se canta victoria hasta el día de la elección. Además, porque van a intentar hacer todos los trucos sucios que existen en el libro y se van a inventar capítulos nuevos con tal de hacerlo.

P. Si usted gana, sabe que gobernar no va a ser fácil, como se ha visto en esta campaña. ¿Cómo va a hacer para enfrentar los ataques que probablemente vendrán?

R. Están intentando hacer cualquier cosa, pero están recurriendo a procedimientos ilegales. Este es el problema de la cooptación corrupta del Estado, en donde las instituciones de justicia son usadas para hacer ilegalidades, pero al mismo tiempo son ilegalidades, y esa es su debilidad. Intentaron hacerlo después del 25 de junio y no funcionó. Nosotros sabemos que van a seguir intentándolo, pero estamos tranquilos. Vamos a recurrir a todas las cuestiones legales, pero sobre todo hay un cansancio de la población alrededor de esto. Después del 25 de junio, sin que nadie los organizara, coordinara, solicitara... hubo un posicionamiento de pared a pared desde el sector privado organizado hasta las poblaciones indígenas, las organizaciones de liderazgo indígena, que salieron diciendo: “No, las elecciones tienen que ser el 20 de agosto y tienen que ser entre los dos que ganaron”. Entonces, ese tipo de hartazgo es lo que nosotros vemos que va a ser la gran defensa contra esos intentos de los corruptos de violar el Estado y hacer todo lo que quieran.

P. ¿Se plantea un escenario en el que usted gane pero le quiten la personalidad jurídica a su partido?

R. Eso es lo que quieren. Esa es la intención y lo dicen de manera muy clara, pero nosotros creemos que no van a tener éxito.

P. Usted habla de escuchar y acompañar a los guatemaltecos. ¿Qué ha aprendido al visitar el país durante la campaña? Su contrincante le acusa de no ser de aquí, de no conocerlo...

R. He aprendido dos cosas: que lo que ella sabe del país es de esa corrupción que es la que tenemos que sacarnos del medio. Ella dice: “Yo tengo experiencia”, pero es la experiencia que no necesitamos. Yo lo que he aprendido es que el país ha cambiado. Porque lo que estamos viendo no es que nosotros hayamos producido el cambio. Nosotros estamos catalizando un cambio que ya había ocurrido y que estaba buscando una forma de expresión.Esa es la esperanza. Esa es la ilusión. Ese es el entusiasmo que tiene la gente de salir del sistema de corrupción, un hartazgo que ya es generalizado, pero que no tenía forma de expresarse y que, de repente, encuentra una forma de expresarlo y se afirma alrededor de eso. Nosotros sabemos que cuando estamos parados en una tarima en el interior del país, no es Semilla y Bernardo Arévalo. La gente está pensando “en verdad podemos salir de aquí”. Este es el país, esta es la posibilidad de librarnos de los corruptos y eso creo que es lo que estamos haciendo.

P. ¿Les preocupa como partido generar una ilusión y luego no poder cumplir ante los grandes retos que tienen ante sí?

R. Nosotros sabemos que estamos despertando una ilusión, pero somos muy claros alrededor de qué es lo que estamos despertando, fundamentalmente la ilusión de tener autoridades que están al servicio de la población, y eso lo vamos a garantizar nosotros. Por lo menos en el organismo ejecutivo, que es donde nosotros tenemos control, vamos a hacer que las instituciones comiencen a funcionar para lo que fueron creadas. Y eso lo tenemos que hacer muy evidente desde el comienzo, lo tenemos que demostrar con hechos concretos, por eso hemos hecho un anuncio de diez medidas anticorrupción, pero fundamentalmente lo que la gente va a empezar a ver es que ya no se están haciendo negocios a sus espaldas, ya no están cerrándole la puerta a la gente cuando pide transparencia, ya no se está pactando con los mismos corruptos de siempre para hacer este tipo de negocios y ya solo eso le va a generar a la gente la sensación de que las cosas están cambiando. Y después, tenemos que poner a las instituciones a trabajar. Y nuestra tarea es identificar aquellos resultados, aquellos productos que le hagan sentir a la gente que las cosas se están moviendo. Nosotros siempre decimos: “No tenemos varita mágica”. Los problemas del país no se van a resolver en 4 años pero podemos empezar a hacerlo y eso es lo que tenemos que demostrar.

P. Si usted llega a ser elegido presidente, ¿cuál es la primera medida que tomaría?

R. Vamos a rebajarnos el salario presidencial, que es absurdo en este país. Pero en realidad tenemos un plan y tenemos una transición larga de seis meses. Esa transición va a ser ocupada en generar precisamente los planes operativos detallados para garantizar que empecemos a tener esos productos tempranos que le van a evidenciar a la gente que nosotros no venimos a mentirles en las elecciones, sino que venimos a poner las instituciones a trabajar.

P. Cuando hablamos en junio después de la primera vuelta, usted nos dijo que no estaba en contra de los empresarios y que quería hacer alianzas con los medianos y pequeños empresarios. Pero me dijo que estaba en contra de Cacif [la principal Cámara empresarial] por haberse “posicionado como el puntal de la economía de los privilegios”. Ustedes han establecido conversaciones con la patronal. ¿Cómo han sido?

R. Ha habido cambios en la dirección de Cacif, ha habido cambios en la dirección de algunas cámaras, y con ellos hemos tenido una conversación, en donde yo le matizaría, le diría que nosotros estamos en contra de la economía de los privilegios y queremos la economía de la competencia. La economía de los privilegios es la economía en donde el éxito de un grupo o de una empresa depende del nivel de contacto o fuerza política que tenga con un poderoso político, con un ministro y eso definitivamente nosotros estamos en contra. Ahora, alrededor del desarrollo económico, estamos encontrando que tenemos muchas cosas que podemos estar de acuerdo, siempre y cuando no caigamos en la economía de los privilegios. Y tenemos muy claro que nuestro objetivo es apoyar al pequeño y mediano empresario, que es el que genera el mayor número de empleo en el país, 80%.

Y en eso hemos estado. Hemos tenido reuniones con el sector privado mientras tenemos, con organizaciones campesinas, sindicales y estamos trabajando con todo el mundo porque lo que sí estamos convencidos es que precisamente porque los corruptos, estos políticos que han colonizado el sistema, que han llegado con mayoría al Congreso de la República, que van a seguir en sus posiciones en el aparato de justicia no van a desaparecer de la noche a la mañana. Lo que tenemos que recomponer es una fórmula de gobernabilidad que incluya a todos los sectores y políticos que están en contra de la corrupción. Y ahí hemos tenido muy buenas conversaciones con todos los sectores.

P. ¿Qué aportaría un Gobierno de Bernardo Arévalo en Centroamérica y a quién se trataría de acercar dentro de esta región para fortalecer la gobernabilidad que tanta falta hace?

R. En la región hay distintas preguntas. Una pregunta es alrededor de la posibilidad de avanzar hacia una integración política que está planteada desde el origen del proceso de integración centroamericana. Y ahí nosotros vemos que en el futuro previsible hay caminos cerrados. No se puede avanzar con una dictadura como la de Nicaragua en el medio. Así de simple, punto. Eso quiere decir que tenemos que pasar a trabajar a otro nivel. Podemos avanzar en los niveles técnicos de la integración, alrededor de la integración de las economías, de los pueblos, de la gente. Ahí hay mucho espacio para reformar la institucionalidad de la integración, para quitar barreras y empezar a crear puentes para el momento en el que esté listo el escenario político para poder avanzar.

Nosotros tenemos además la intención de tener el mejor marco de relaciones con los países con los que tenemos frontera porque tenemos una tarea común y conjunta y en esa claridad de que vamos a trabajar constructivamente en temas que nos unen, problemas y oportunidades comunes con las que podemos trabajar y salir adelante. Nosotros no vamos a sacrificar nuestros principios y, además, ampliaremos y desarrollaremos las relaciones con todos los países que se sientan cómodos en operar con un país que no va a renunciar al tema de la defensa de la democracia y de la defensa de la de los derechos humanos también en su política exterior.

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