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Escocia y la ciudad de Londres reclaman a Sunak el acceso al mercado de la UE que tiene Irlanda del Norte

El primer ministro desata la mofa de los detractores del Brexit al defender en Belfast “la increíble y única posición” de la que disfrutan las empresas norirlandesas

Rishi Sunak
Rishi Sunak explicaba el martes a los trabajadores de la planta de Coca-Cola en Lisburn (Irlanda del Norte) las ventajas del acuerdo alcanzado entre el Gobierno del Reino Unido y la UE.Liam McBurney (AP)
Rafa de Miguel

Llevado por el entusiasmo del acuerdo recién alcanzado con la UE, y con la ingenuidad de alguien más pendiente de los detalles que de la lectura que hagan de ellos sus adversarios, el primer ministro británico, Rishi Sunak, cometió un error que en política, muchas veces, resulta imperdonable: decir la verdad.

Al intentar convencer el martes a los trabajadores de una planta de Coca-Cola en Lisburn (Irlanda del Norte) de las ventajas del nuevo Acuerdo Marco de Windsor firmado con Bruselas, que mejora el encaje de Irlanda del Norte en la era pos-Brexit, el primer ministro despertó rencores y agravios tanto entre los euroescépticos defensores de la salida de la UE como entre aquellos territorios del Reino Unido que lucharon contra ella.

“Si conseguimos que este Acuerdo Marco salga adelante, y que el Gobierno autónomo norirlandés vuelva a ponerse en marcha [los unionistas lo mantienen aún bloqueado], Irlanda del Norte disfrutará de una posición especial increíble, una posición única en todo el mundo por la que tendrá acceso privilegiado no solo al mercado del Reino Unido, que es el quinto mayor del mundo, sino al mercado interior de la UE”, defendía ante los empleados de Coca-Cola un Sunak venido arriba. “Nadie más lo tiene. Nadie. Solo vosotros. Solo aquí. Ese es el premio”, insistía.

Poco más de 24 horas después, el portavoz del Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés), que gobierna en Escocia, Stephen Flynn, aprovechaba la sesión de control en la Cámara de los Comunes para recordar las palabras de Sunak, que aventuró que su nuevo acuerdo crearía “la zona económica más apasionante del mundo”, y le preguntaba algo que resultaba obvio: “Si eso es así, ¿por qué se nos niega al resto?”, afirmaba retóricamente Flynn.

Uno de los argumentos que frenaron el ímpetu independentista escocés en el referéndum de 2014, en el que el no a la separación del Reino Unido venció con un respaldo del 55,3% frente al 44,7% del sí, fue precisamente la amenaza de una futura salida de Escocia de la UE. Cuando dos años después el Reino Unido sacó adelante el Brexit en otro referéndum, muchos escoceses se lo tomaron como una puñalada en la espalda. En ese territorio, el rechazo a la salida de la UE fue del 62%.

“Es bastante decepcionante que el honorable diputado [en contestación a Flynn] esté intentando hacer política con la situación en Irlanda del Norte”, aseguraba Sunak, con evidente incomodidad y ganas de no remover demasiado un asunto que aún no ha concluido y cuenta con poderosos enemigos. “Lo único que estamos intentando es restaurar el equilibrio alcanzado con el Acuerdo de Viernes Santo [que puso fin a la violencia sectaria] y haría bien en reconocerlo”, respondía.

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Escocia no ha estado sola en su reclamación. El alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, retomaba en Twitter una vieja reclamación para la capital que sostiene en contra incluso de la estrategia de su partido. “Hola, Rishi Sunak. ¿Alguna posibilidad de que Londres pueda conseguir también ese acceso especial al mercado interior de la UE?”, preguntaba Khan. En las últimas semanas, el alcalde se ha desmarcado de la línea establecida por el líder laborista, Keir Starmer, que ha descartado un posible regreso al espacio aduanero o al mercado único comunitario. “Yo me dirijo a los dueños de restaurantes que tienen que cerrar a mediodía porque no pueden contratar personal, o a las empresas de la City [el centro financiero de Londres] a las que resulta imposible crecer y brillar como antes porque son incapaces de atraer talento”, decía Khan en la BBC la semana pasada, mientras reclamaba un mayor alineamiento del Reino Unido con la Unión Europea.

Los esfuerzos de Sunak por vender a los ciudadanos norirlandeses las virtudes del pacto alcanzado con Bruselas han resucitado viejos agravios, y también han provocado la mofa de muchos detractores del Brexit. “El primer ministro se dedica a presumir de los beneficios del mercado interior y de la unión aduanera para las empresas de Irlanda del Norte, mientras niega esos mismos beneficios al resto de las empresas del Reino Unido que intentan salir adelante en medio de la crisis actual”, ha dicho Stella Creasy, la diputada laborista que preside la organización Movimiento por Europa.

Primeras críticas al acuerdo

Sunak ha decidido dejar en reposo durante una o dos semanas el llamado Acuerdo Marco de Windsor, antes de someterlo a votación en la Cámara de los Comunes. Está convencido de que la presión recae ahora sobre el Partido Democrático Unionista (DUP, en sus siglas en inglés) y su líder, Jeffrey Donaldson, que debe decidir si da el visto bueno al pacto alcanzado con la UE e ignora las críticas del ala más dura de su formación. Los euroescépticos conservadores, con mucha menos fortaleza que cuando lograron derribar a la ex primera ministra Theresa May y encumbrar a Boris Johnson, permanecen callados en su mayoría, y crecen las voces que respaldan el esfuerzo acometido por Sunak para poner solución a un problema enquistado desde hace dos años. El reducto más intransigente, que simboliza el exministro para el Brexit y exnegociador con Bruselas, David Frost, ha intentado en las últimas horas restar triunfalismo a la aparente proeza del primer ministro: “La mayoría de nuestra clase política ha escogido no prestar demasiada atención al detalle de todo esto porque está cansada de este problema”, ha escrito en el Daily Telegraph —el diario más pro- Brexit— un Frost resignado que, aun así, admitía los avances logrados.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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