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Brittney Griner, un intercambio de película tras meses de negociaciones

El acuerdo para la liberación de la deportista se alcanzó la semana pasada, pero se mantuvo en secreto para no frustrar la operación

El momento del intercambio de presos, con Brittney Griner, la primera por la izquierda del grupo que está de espaldas, y Viktor Bout, de frente, con un sobre o una carpeta en la mano. Foto: (AFP) | Vídeo: EPV
Miguel Jiménez

Una cámara rusa inmortalizó el momento. La mañana de este jueves un avión procedente de Estados Unidos y otro llegado de Moscú, la capital de Rusia, aterrizaron en la pista del aeropuerto de Abu Dabi, en Emiratos Árabes Unidos, convertido en el nuevo puente de los espías. Del avión ruso salió la jugadora de baloncesto Brittney Griner, con el pelo muy corto, sin sus habituales rastas, con una especie de cazadora roja de cuadros y sus imponentes 2,06 metros de altura. Del aparato estadounidense bajó Viktor Bout, conocido como el mercader de la muerte. El intercambio de presos estaba servido tras meses de negociaciones en las que han participado varios países y que por momentos parecían condenadas al fracaso.

El lugar elegido no era casual. La historia de intercambios de espías y prisioneros entre Estados Unidos y Rusia es larga. En tiempos de la Guerra Fría, numerosos intercambios se llevaban a cabo en el puente Glienicke, sobre el río Havel, en Potsdam, entonces frontera entre las dos Alemanias, como recreó la película El puente de los espías, protagonizada por Tom Hanks. Después, lo habitual siguió siendo realizar las entregas en suelo europeo, pero con las sanciones europeas a Rusia por la invasión de Ucrania, se han buscado otras alternativas. El último intercambio, el de Trevor Reed, se realizó en Turquía en abril, y esta vez el elegido ha sido Emiratos Árabes Unidos, que mantiene buenas relaciones tanto con Estados Unidos como con Rusia.

El acuerdo se ha gestado a lo largo de meses de negociaciones. Según la cadena estadounidense CBS, se cerró el pasado jueves 1 de diciembre, en plena visita de Estado del presidente de Francia, Emmanuel Macron, a Estados Unidos, aunque las dudas sobre que fuera a ejecutarse no desaparecieron hasta el último momento. CBS fue la primera en informar de la liberación, aparentemente como compensación por haber accedido a no publicar la información que había conseguido de que se había llegado a un pacto. Washington temía que la difusión frustrase el cierre de la operación.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la esposa de Brittney Griner, Cherelle Griner, hablan por teléfono con la jugadora de baloncesto en presencia de la vicepresidenta, Kamala Harris, y del secretario de Estado, Antony Blinken, en el Despacho Oval de la Casa Blanca.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y la esposa de Brittney Griner, Cherelle Griner, hablan por teléfono con la jugadora de baloncesto en presencia de la vicepresidenta, Kamala Harris, y del secretario de Estado, Antony Blinken, en el Despacho Oval de la Casa Blanca. WHITE HOUSE (White House via Reuters)

Según un alto cargo estadounidense, Griner, de 32 años, fue trasladada a Moscú desde el penal en que se encontraba un par de días antes del intercambio. La misma mañana del jueves embarcó con destino a Abu Dabi. Cherelle Griner, la esposa de la baloncestista, fue citada muy temprano en la Casa Blanca. La recibió el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, que la acompañó hasta el Despacho Oval, para reunirse con el presidente, la vicepresidenta, Kamala Harris, y el secretario de Estado, Antony Blinken. Allí recibió la noticia de la liberación de Brittney. El presidente y Cherelle hablaron con ella por teléfono cuando se encontraba ya a salvo.

Un asesino en Alemania

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Las negociaciones han durado meses. Griner fue detenida en el aeropuerto de Sheremétievo, a las afueras de Moscú, el 17 de febrero, por posesión de unos cartuchos con aceite de marihuana. Su agente, Lindsay Kagawa Colas, contaba este martes en un evento en Nueva York que una compañera la llamó de madrugada con la noticia de que había sido detenida. La escribió un mensaje y ella aún tenía su teléfono, pero no sabía dónde estaba. Kagawa Colas le pidió que le enviase su localización. Se encontraba en la comisaría de policía anexa al aeropuerto y le envió un abogado en apenas una hora. La noticia de su detención, sin embargo, no trascendió hasta después de la invasión rusa de Ucrania, que empezó una semana después.

Desde el principio, Griner se convirtió en una especie de rehén del presidente ruso, Vladímir Putin. En un momento de alta tensión diplomática, en pleno ataque ruso a Ucrania, respondido con sanciones por Estados Unidos y Europa, Moscú rechazó los intentos estadounidenses de lograr su liberación antes de que fuera procesada.

Estados Unidos pretendía la liberación conjunta de la jugadora de baloncesto y del exmilitar Paul Whelan, también encarcelado en Rusia y condenado a 16 años de cárcel por supuesto espionaje. Cuando planteó a Moscú qué quería a cambio, el Gobierno ruso pidió la liberación no solo de Viktor Bout, sino también de Vadim Krasikov, según desveló este viernes The New York Times. Krasikov es un asesino condenado a cadena perpetua en Alemania por el asesinato de un líder separatista checheno a plena luz del día en un parque de Berlín en 2019, en lo que parecía una operación de los servicios secretos rusos.

En Washington había la sensación de que era una forma de bloquear un acuerdo. La liberación de Krasikov no estaba en manos del Gobierno de Joe Biden, que sondeó sin éxito al Gobierno alemán sobre las posibilidades de ofrecerle algo a cambio de que ellos entregasen al preso a Rusia. Las negociaciones se estancaron en la práctica. El secretario de Estado, Antony Blinken, insistía en canjear a Bout por Griner y Whelan, pero Moscú se cerraba en banda y pedía la entrega de Krasikov. Washington planteó otras alternativas sin éxito.

El 4 de julio, fiesta nacional estadounidense, Griner hizo llegar una carta a Biden: “Me aterroriza estar aquí para siempre”, decía. A finales de julio, poco antes del juicio, Blinken hizo público que había ofrecido un canje de prisioneros y se filtró que Estados Unidos estaba dispuesto a liberar a Bout, al que los medios rusos presentan como víctima de una injusticia. Días después, el 4 de agosto, Griner fue condenada a nueve años de cárcel, tras declararse culpable por consejo de sus abogados para intentar lograr un castigo menor. Recurrió, pero solo logró una rebaja de un año en su pena. Las negociaciones seguían bloqueadas y el traslado de la jugadora a una colonia penal en paradero desconocido el 4 de noviembre hacía temer lo peor.

Hace algo menos de un mes, sin embargo, el Gobierno ruso trasladó al estadounidense la posibilidad de limitar el acuerdo a Griner y Bout, en lo que parecía una oferta creíble. Una operación así ofrecía varios flancos débiles. Por un lado, la desproporción entre la entrega de un traficante de armas como Bout, condenado por delitos muy graves, a cambio de una deportista cuyo delito había sido llevar a Rusia unos cartuchos de aceite de marihuana para uso personal, era evidente. Por otro, podía dar la impresión de que se estaba relegando a Whelan, eligiendo a una estadounidense en lugar de otro. En tercer lugar, cualquier acuerdo de entrega de un criminal como Bout implica el riesgo de un efecto llamada, por el que más estadounidenses sean injustamente detenidos y sentenciados en el extranjero para usarlos como moneda de cambio ante Washington. La oposición republicana ha criticado a Biden con esos tres argumentos, contestados desde la Casa Blanca.

Tras sopesar los pros y los contras, Biden dio el visto bueno a la operación. Moscú ratificó su conformidad con el canje de uno por uno. Se pusieron en marcha los detalles logísticos. Un fiscal del Departamento de Justicia pidió el 29 de noviembre al juez de Manhattan Victor Marrero que Bout saliese de la prisión federal de Illinois en que estaba preso y que quedase bajo custodia provisional del cuerpo de los US Marshals entre el 2 y el 16 de diciembre, alegando “importantes intereses de política exterior” y pendiente de un posible indulto presidencial, que se demoró hasta el último momento por si se frustraba el intercambio.

Brittney Griner, a bordo del avión ruso que la trasladaba a Abu Dabi.
Brittney Griner, a bordo del avión ruso que la trasladaba a Abu Dabi.AP

Griner fue trasladada a Moscú para volar el jueves a Abu Dabi. Las imágenes muestran a una Griner sonriente camino de su liberación. El miércoles por la noche despegó otro avión desde Estados Unidos con Bout a bordo. Los dos presos intercambiados se cruzaron sobre las pistas del aeropuerto de Abu Dabi, con observadores locales de testigos. Griner fue recibida por el diplomático Roger Carstens, que tiene el cargo de enviado especial del presidente para asuntos de rehenes. El traficante de armas se abrazó con uno de los emisarios rusos. Los dos aviones despegaron de vuelta a sus países. Griner llegó la madrugada de este viernes a San Antonio, en Texas, su Estado natal. Desde allí fue trasladada a un hospital militar, donde podrá por fin reunirse con su familia.

La víspera del canje, un cargo de la Casa Blanca se reunió con familiares de Whelan para explicarles la situación. “No era una elección de a qué estadounidense liberar”, insiste la Casa Blanca. La opción era cerrar solo el acuerdo de Griner por Bout o no tener ningún acuerdo, aseguran. Biden promete seguir trabajando por su liberación, pero desde Rusia, en declaraciones a CNN, Whelan se mostró “decepcionado”: “Tengo hechas las maletas. Estoy listo para volver a casa. Solo necesito un avión que venga a buscarme”.

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Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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