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REINO UNIDO

El nuevo ministro de Economía británico reduce las ayudas energéticas a familias y empresas y tumba las rebajas fiscales de Truss

La libra y el mercado de la deuda reaccionan positivamente al anuncio de Hunt. La primera ministra pide perdón en la BBC y asegura que será la candidata conservadora de las próximas elecciones

El ministro de Economía del Reino Unido, Jeremy Hunt, ayer en el Parlamento británico. A su izquierda, Liz Truss.
El ministro de Economía del Reino Unido, Jeremy Hunt, ayer en el Parlamento británico. A su izquierda, Liz Truss.JESSICA TAYLOR (AFP)
Rafa de Miguel

El Reino Unido funciona actualmente con una primera ministra honoraria, Liz Truss, y un ministro de Economía, Jeremy Hunt, que actúa realmente como un primer ministro en funciones. Truss ha sido incapaz este lunes de dar la cara en la Cámara de los Comunes para debatir con la oposición. En la mañana del lunes, el nuevo titular británico del Tesoro ha demostrado, nada más arrancar la semana, que suyo es el control de la situación. Ha desguazado por completo los restos de la controvertida rebaja de impuestos que anunció su predecesor, Kwasi Kwarteng. E incluso ha reducido drásticamente la única medida popular que todavía mantenía el actual Gobierno: las ayudas directas a familias y empresas para pagar la factura del gas y la electricidad.

Los mercados juegan con hambre perversa. Descuentan de antemano el contenido de cualquier anuncio económico, y obligan a los gobiernos a ir más allá para calmar los nervios. Hunt había anunciado de madrugada que comparecería a media mañana de este lunes para adelantar nuevas medidas, y liquidar ya de modo definitivo las medidas fiscales de la malograda primera ministra. No iba a bastar. Era necesario un anuncio más contundente. Hunt ha confirmado que el Gobierno también dará marcha atrás al histórico plan de alivio frente al coste de la energía, que fue anunciado a principios de septiembre y suponía —por su universalidad, pues afectaba por igual a todos los consumidores; y por su duración, dos años— un agujero en las cuentas públicas de más de 170.000 millones de euros.

“La primera ministra y yo estamos de acuerdo en que no sería responsable exponer las cuentas públicas a la ilimitada volatilidad de los precios del gas en los mercados internacionales. Hoy anuncio que habrá una revisión de las medidas de ayuda energética a partir del próximo abril. El objetivo es diseñar un nuevo planteamiento que suponga menos dinero del contribuyente, a la vez que proporcione apoyo a los que más lo necesitan”, afirmó Hunt en una comparecencia televisiva ante la nación. Es decir, como sugerían instituciones económicas como el Fondo Monetario Internacional, el Gobierno de Truss asume finalmente que cualquier ayuda a los ciudadanos debe ser selectiva y medida, no una barra libre para todos los niveles de renta. Más en un momento en que la inflación está disparada y los tipos de interés están subiendo de modo acelerado.

Eliminación total de la bajada de impuestos

El anuncio del fin de las generosas ayudas energéticas —que ya solo aliviarán las facturas de hogares y empresas de modo generalizado durante este invierno— era la bomba reclamada por los mercados, que han reaccionado positivamente durante los minutos siguientes al anuncio. El rendimiento de los bonos a largo plazo comenzaba a descender —el rendimiento siempre se comporta de modo inverso al valor de la deuda— y la libra esterlina se fortalecía.

Pero no ha sido el único anuncio. Hunt confirmaba la decisión anticipada por Truss el viernes de que mantendría la subida prevista también para el próximo abril del 19% al 25% del impuesto de sociedades, y añadía nuevos tijeretazos al ya prácticamente aniquilado plan de alivio fiscal que presentó el 23 de septiembre el destituido ministro Kwarteng. Ya no se reduciría tampoco del 20% al 19% el tipo básico del IRPF, ni habría una eliminación del IVA para los extranjeros que compraran productos en el Reino Unido. Del mismo modo, tampoco seguirán adelante las ayudas fiscales para los autónomos, ni la rebaja del impuesto sobre el alcohol. Prácticamente, todo aquello que no había comenzado la tramitación parlamentaria para su aprobación ha quedado eliminado. Solo permanece la decisión de dar marcha atrás a la subida de las cotizaciones de la Seguridad Social, que el Gobierno de Boris Johnson aprobó para financiar un Servicio Nacional de Salud maltrecho después de la pandemia. La medida, sin embargo, añadía tensión innecesaria para trabajadores y empresas a las puertas de una recesión económica.

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Con todos los anuncios acumulados, aseguró Hunt, el Gobierno ahorrará casi 37.000 millones de euros que, de otro modo, habrían engordado la deuda pública. Eso sin contar con la perspectiva de ahorro que supone rebajar drásticamente las ayudas directas a hogares y empresas por la crisis energética.

“Habrá más decisiones difíciles en los próximos días”, advirtió Hunt. “Tanto en materia de impuestos como de recortes de gasto, con el objetivo de reducir la proporción de la deuda respecto al PIB en el medio plazo. Todos los ministerios van a tener que duplicar sus esfuerzos para ahorrar, y algunas áreas de gasto público sufrirán recortes (...). El crecimiento económico requiere confianza y estabilidad, y eso es algo que siempre perseguirá el Reino Unido”, dijo.

“Los ciudadanos británicos aspiran con razón a la estabilidad, y por eso estamos respondiendo a los graves desafíos que supone un empeoramiento de las condiciones económicas. Hemos adoptado medidas para trazar un nuevo rumbo de crecimiento que apoye a todos los habitantes del Reino Unido”, escribía en Twitter la primera ministra nada más terminar la comparecencia de Hunt, en un desesperado intento por presentar como decisión propia el humillante viraje de sus políticas.

Pero con su anuncio, el ministro de Economía ha consumado una espectacular enmienda a la totalidad a su jefa, Truss, cuyos días en Downing Street están contados. La mayoría de los diputados conservadores asumen que no llegará a las Navidades. Todo depende de la capacidad que tengan los rebeldes del grupo parlamentario para conjurarse en torno a una figura de reemplazo que aún no han sido capaces de acordar. El terror de la primera ministra es tal que ha decidido esquivar el debate de urgencia impulsado este lunes en el Parlamento por la oposición laborista.

En su nombre intervenía Penny Mordaunt, hoy líder de la Cámara de los Comunes (equivalente al secretario de Relaciones con las Cortes español, aunque con rango ministerial), pero además la favorita de muchos diputados conservadores —muy por delante de la propia Truss— en las pasadas primarias. Entre la interminable cadena de sorpresas y giros de guion que ha supuesto el tormentoso mandato de la todavía inquilina de Downing Street, puede incluso atribuirse el mérito de que el líder laborista, Keir Starmer, famoso por su tono aburrido y plano, haya arrancado la risa de los diputados de su bancada (y de muchos de la de enfrente): “Doy las gracias a la señora Mordaunt por responder a una pregunta que iba dirigida a la primera ministra. Está claro que, bajo los conservadores, todo el mundo puede ser primer ministro al menos durante 15 minutos”, ha dicho, parafraseando la histórica frase de Andy Warhol sobre los 15 minutos de fama.

Solo cuando Hunt ha comparecido en la Cámara de los Comunes, para explicar en sede parlamentaria lo que ya había explicado a los mercados horas antes, ha dado la cara Truss. Con una extraña calma y constante media sonrisa, escuchó —sin gesticular, asentir o mirar al frente— el debate, y los ataques de la oposición. “Se está dedicando a dar marcha atrás en todo aquello por lo que hizo campaña. No es que sea imposible, es que es absurdo. No solamente ya no da la cara la primera ministra. Queda claro que ya no retiene poder alguno”, afirmó la portavoz laborista de Economía, Rachel Reeves.

Hunt no solo había tumbado todas las decisiones adoptadas en estas semanas, sino que incluso contradecía las convicciones expresadas previamente por Truss. Los laboristas habían reclamado nuevos impuestos sobre los beneficios extraordinarios de las empresas energéticas, y la primera ministra se había opuesto ante lo que consideraba un desincentivo a la inversión. “No estoy en contra, en un principio, a gravar beneficios que son realmente extraordinarios”, ha dicho Hunt. “Nada está descartado”.

La primera ministra escapaba del Parlamento en medio de la discusión. Debía reunirse con el primer grupo de diputados conservadores de todos los que pretende ver durante la semana, en un último intento por convencer a los suyos de que está capacitada para seguir al frente del Gobierno. Truss ha terminado el día con una entrevista en la BBC, en la que aseguró que sería la candidata conservadora en las próximas elecciones. Después de pedir por primera vez perdón por todos sus errores, y asegurar que “los había corregido”, ha intentado justificar su giro de 180 grados en la política impositiva, porque “habría sido irresponsable no actuar en defensa del interés nacional, como finalmente hemos hecho. "

La jefa del Gobierno logró imponerse en las primeras conservadoras del pasado verano con una única y repetida promesa: la bajada de impuestos. Las turbulencias de las últimas semanas en los mercados, el hundimiento de la reputación internacional del Reino Unido y la irritación desatada ente los tories por la nefasta gestión del nuevo Gobierno han aniquilado las posibilidades de supervivencia de Truss y su breve aventura neoliberal.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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