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La ruta del Darién ahora tiene más migrantes venezolanos que haitianos

Ante los casos de asesinatos y asaltos en la selva, las personas que buscar cruzar la frontera intentan atravesar por el Pacífico a mar abierto

Catalina Oquendo
Una migrante venezolana que ha caminado desde Venezuela hasta Necoclí, en Colombia.
Una migrante venezolana que ha caminado desde Venezuela hasta Necoclí, en Colombia.Santiago Mesa

La temida ruta del Darién que atravesaron 133.000 migrantes en 2021 ya no suena a creole. Los haitianos, que cruzaban en masa esa peligrosa trocha, donde un número incontable ha desaparecido o perdido la vida, ya no son mayoría. Siguen intentando llegar de Colombia a Estados Unidos, pero en la trocha se imponen ahora el español y los sonoros “panas” de los migrantes venezolanos.

“Somos un grupo de venezolanos y nos encontramos esta señora haitiana, que tiene cuatro días caminando”, dice un hombre en un video difundido a través de Tik Tok, donde los migrantes suelen contar las penurias de la travesía y darles consejos a los que van a comenzarla. “El grupo dejó botada a la señora, nosotros nos llevamos, como venezolanos no dejamos morir a nadie”, dicen frente a la mujer que guarda silencio.

Desde la crisis de agosto de 2021 cuando se aglomeraron 25.000 migrantes en Necoclí, un pequeño pueblo colombiano donde colapasaron los servicios de salud y transporte, no solo ha cambiado la nacionalidad sino también las rutas. Aunque en los últimos meses del año esa cifra descendió de forma “significativa” la migración se mantiene. “En agosto pasado el pico de ingreso a nuestro país ascendía a 2.400 migrantes al día, hoy tenemos un promedio (diario) de 140 migrantes en el último mes”, dijo la canciller Erika Mouynes a comienzos de 2022.

Según el Servicio Nacional de Fronteras de Panamá (Senafront), en enero cruzaron a Panamá 4.442 migrantes, de los cuales 1.153 eran venezolanos y 653 haitianos. Pero en ese listado hay también cubanos, senegaleses y nacionales de Usbekistán, entre otros.

“La migración es muy dinámica. Y acá esto ha ocurrido durante más de 15 años. Cualquier situación de hambruna o guerra se ve reflejada un año después en la migración que transita por Colombia”, dice Juan Arturo Gómez, periodista de la región y experto en migración.

Según otros analistas, la elección de Gabriel Boric, en Chile, ha hecho que los haitianos que están instalados en ese país, hayan decidido quedarse a esperar mejores condiciones para ellos con los nuevos vientos políticos. La deportación desde Estados Unidos y la espera de muchos haitianos en México también ha mermado el flujo migratorio.

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Durante el año pasado, los migrantes llegaban a Necoclí e intentaban cruzar por Capurganá y Acandí, en Colombia, hasta Bajo Chiquito en Panamá. Médicos sin Fronteras, que tenía un puesto médico allí, tuvo que desmontarlo porque ya no llegaba nadie a ese punto. Las denuncias de asesinatos- al menos medio centenar según las autoridades panameñas- asaltos y abuso sexual a las mujeres en el camino, hicieron cambiar de ruta. También el asesinato de Fredy Pestana, un líder de la zona y quien se encargaba de organizar los guías que llevaban migrantes por la selva, hizo que la ruta de Acandí, una de las más concurridas, se cerrara.

Ahora, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), los migrantes prefieren hacer una ruta por el Pacífico, pasando por Tumaco y Juradó (en Colombia), siguiendo por Jaqué (Panamá), también zonas altamente peligrosas y con presencia de diversos grupos armados.

“La travesía [por el Pacífico] entre Colombia y Panamá debe hacerse por mar, en embarcaciones pequeñas que normalmente no están adaptadas a la cantidad de personas migrantes que transportan”, dijo a EFE Santiago Paz, representante de la OIM en Panamá.

El gran riesgo de ese nuevo camino es el mar abierto, explica Gómez. Tanto en esa ruta como en del Caribe, que han hecho usualmente los migrantes, hay riesgos de naufragio. El último conocido ocurrió en diciembre en Juradó. Días después, la Armada de Colombia rescató los cuerpos de 6 migrantes que murieron en ese naufragio.

Sea por mar o por la selva, los peligros persisten. El pasado 22 de febrero, una patrulla de Senafront se topó con una banda de 10 asaltantes cuando robaba a migrantes en la nueva ruta de la selva. “La patrulla iba avanzando a un sitio de un cajón y escucha lamentos de personas”, dijo Oriel Ortega, director de Senafront. “Estaban siendo ultrajados, les estaban quitando sus prendas. Les dimos voz de alto y ellos dispararon. Dimos de baja a dos delincuentes y encontramos tres armas largas de fuego y de diferentes municiones”, agregó sobre el peligro de este nuevo camino que usan los migrantes decididos a cumplir su sueño de llegar a Estados Unidos aunque les cueste la vida.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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