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Borrell: “Tememos que Putin se anexione las partes ocupadas de Ucrania”

El jefe de la diplomacia europea alerta del riesgo de que Rusia busque hacerse también con la parte del Donbás que aún está bajo control del Gobierno de Kiev

Borrell Putin Rusia
Borrell, el miércoles, en su despacho de la sede de la Comisión Europea, en Bruselas.Thierry Monasse

La primera ronda de sanciones aprobadas por la Unión Europea contra Rusia por el reconocimiento de la independencia de parte del este de Ucrania “ha golpeado en lo más alto” del régimen de Vladímir Putin, señala Josep Borrell (La Pobla de Segur, Lleida, 74 años), alto representante de Política Exterior de la UE, en una entrevista con EL PAÍS realizada antes de que Putin ordenara atacar Ucrania. “Tememos que el siguiente paso de Putin sea anexionarse las dos provincias ucranias en las que hasta ahora los separatistas prorrusos solo ocupan el 30% del territorio”, suspira Borrell en su despacho en el piso 12º del Berlaymont, sede de la Comisión Europea en Bruselas. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, convocó el miércoles una cumbre europea extraordinaria para este jueves.

Pregunta. Las primeras sanciones aprobadas el miércoles, ¿son realmente un golpe a Rusia o un mero aviso?

Respuesta. Es el primer golpe. Y ojalá pudiera ser el último. Pero me temo que no. Es la primera respuesta, tomada en un tiempo récord de 24 horas y coordinada con EE UU, Reino Unido y Canadá. Afecta fundamentalmente a los responsables personales de lo que está ocurriendo y a las posibilidades de financiación del Gobierno ruso.

P. ¿Qué teme que pueda ocurrir a corto o medio plazo?

R. Las tropas rusas han ocupado abiertamente la parte del Donbás que estaba en manos de los secesionistas. Pero las repúblicas fantasmas reconocidas por Moscú solo ocupan el 30% del territorio de las dos partes. Y tememos que los siguientes pasos sean la anexión de esa parte y luego la reivindicación manu militari del 70% restante que todavía está bajo el control de Kiev.

Tener las tropas rusas frente a las ucranias aumenta el riesgo de una chispa que provoque un incendio
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P. ¿Qué nueva línea roja tendría que pasar Moscú para desencadenar otra ráfaga de sanciones?

R. Ahora tenemos a las tropas rusas frente a las ucranias. Y eso aumenta el riesgo de una chispa que provoque un incendio. Esa chispa podría ser la anexión de parte del Donbás o la decisión militar de tomar para esas repúblicas el territorio que todavía controla Ucrania.

P. Las sanciones impuestas a Rusia en 2014 no han cambiado nada sobre el terreno y Crimea sigue en manos de Moscú. ¿Pueden ser más efectivas en esta ocasión?

R. Las sanciones no tienen el poder de un semáforo, no paran las acciones que pretenden combatir. Hacen daño, pero no han tenido la capacidad de dañar tanto la economía como para que Rusia piense en devolver Crimea a Ucrania. La UE no es una alianza militar. Nuestra capacidad de acción es civil, basada en instrumentos civiles, comerciales o financieros que les hacen la vida más difícil a los perpetradores de las acciones. Rusia sabía que esto iba a venir y desde hace tiempo está acumulando grandes reservas de divisas. Ha anticipado mucho más que nosotros la dimensión financiera de lo que podía ocurrir. Así que tiene más resiliencia contra nuestras acciones mientras nosotros seguimos teniendo una gran dependencia del gas ruso.

Moscú tiene más resiliencia contra nuestras acciones, mientras en la UE tenemos aún una gran dependencia del gas ruso

P. Entre los altos cargos rusos sancionados no figuran ni Putin ni su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov. ¿Es porque quieren dejar una puerta abierta a la negociación?

R. Siempre se hace así. En todos los procesos de sanción, los máximos responsables no son los primeros en ser sancionados. Ha sido así en el caso de Bielorrusia, Venezuela… siempre se empieza por abajo.

P. Pero, en esta ocasión, han llegado bastante arriba: hasta el gabinete de Putin y las jefaturas de los ejércitos.

R. Hemos llegado muy arriba y afecta a la clase dirigente rusa, los llamados oligarcas, y también a todos los que participan en procesos de acoso político y desinformación contra Ucrania. Porque Putin no solo quiere conquistar territorios, también quiere conquistar los espíritus. Lo que realmente le preocupa a Putin no es la situación de las minorías rusófonas ni la OTAN, sino la extensión de la democracia y la libertad junto a sus fronteras. Un régimen con una deriva autoritaria como la de Rusia no puede permitir que una parte de lo que él considera su propio pueblo se embarque en un modelo alternativo de desarrollo que puede representar lo mismo que representaban durante la Guerra Fría los dos lados del muro de Berlín.

Putin no solo quiere conquistar territorios, también quiere conquistar los espíritus

P. ¿Ve posible recuperar una buena relación con el régimen de Putin después de todo lo ocurrido en los últimos años?

R. Creo que con el actual régimen es ya muy difícil. Nos estamos instalando en un antagonismo existencial. Soy de los que siempre he dicho y hecho lo posible para mantener abiertos cauces de comunicación con Rusia, algunas veces asumiendo riesgos. Pero ahora lo veo cada vez más difícil.

P. Algunos analistas apuntan que la agresión de Putin no va dirigida contra la OTAN, sino contra la UE.

R. Para el régimen de Putin, la UE es la antítesis. Por eso, primero nos desprecia, porque dice que no tenemos nada que decir aparte de lo que diga EE UU. Y luego manda una carta a cada uno de los 27 países para ver si encuentra respuestas diferentes, por si hay alguno que discrepe. Y se encuentra con que no recibe 27 respuestas sino una sola firmada por mí en nombre de todos. Y eso lo enfurece. Ha llegado a decir a uno de los ministros [de Exteriores de la UE]: ‘Yo quiero hablar con vosotros porque tenéis fuerza política, y me contesta un burócrata de Bruselas’. La UE representa unos valores antitéticos a los suyos. Y eso se enmarca en una dinámica que va más allá de Rusia y Europa. Es la dinámica del conflicto entre regímenes autoritarios y democráticos. Por eso hay que leer con atención el reciente manifiesto ruso-chino. Es un verdadero desafío intelectual contra un modelo basado en reglas multilaterales, la universalidad de los derechos humanos y el sistema democrático. Es un texto fundador del conflicto que viene.

A medio plazo no vamos a seguir comprando el gas a Rusia

P. ¿Las sanciones de Occidente no pueden hacer que Rusia estreche aún más su alianza con China?

R. Rusia se está acercando a China, pero es una relación extraordinariamente desequilibrada. Al lado de China, Rusia es diminuta y su gestión económica es catastrófica. Rusia sobrevive gracias a las exportaciones de gas y petróleo. Pero necesita apoyarse en alguien, entre otras cosas porque a medio plazo, y vamos a intentar que ese plazo sea lo más corto posible, no vamos a seguir comprándole el gas. Hoy, el 40% de nuestro consumo de gas depende de Rusia. Estamos movilizando estratégicamente todas nuestras políticas para disminuir esa dependencia. Y la noticia de que no se va a poner en marcha el gasoducto Nord Stream 2 marca ese camino.

P. ¿Le sorprendió el anuncio de paralizar la autorización del gasoducto?

R. No.

P. ¿Tenía señales previas de Berlín?

R. Sobre todo, de Washington, que había ya dejado clara su inquietud con el proyecto.

P. Da la impresión de que en todas las crisis con Rusia desde 2008, Europa, y sobre todo Alemania, titubea en la respuesta. ¿Es por temor a las consecuencias económicas de un choque frontal o porque piensan que Putin tiene parte de razón?

R. Rusia puede plantear sus preocupaciones legítimas sobre seguridad. Y ciertamente se puede argumentar que el despliegue de la OTAN en todas sus fronteras occidentales podría ser una fuente de preocupación. Pero, ¿decir que la OTAN rodea a Rusia? Es evidente que no es así. Y le hemos ofrecido debatir esas preocupaciones. Pero en el siglo XXI esos debates se resuelven dialogando, no acumulando 150.000 soldados en la frontera del vecino y diciendo que ese país no debería existir ni ser independiente.

P. Pero Putin lleva desde 2007 advirtiendo de su preocupación. Y la respuesta de la OTAN fue invitar a Ucrania y Georgia a ingresar en la organización y la Alianza ha seguido creciendo hacia el este.

R. No digo que los occidentales no hayamos perdido ocasiones para intentar encontrar un mejor acomodo con Rusia, esta no es una historia de buenos y malos. Las distintas Administraciones estadounidenses han tenido una actitud de balanceo. Y probablemente la peor de las decisiones es [decidir] hacer algo y luego no hacerlo, que fue la promesa a Ucrania y Georgia de pertenecer a la OTAN, y luego encontrarte que hay aliados que no están dispuestos a poner en marcha ese proceso.

Fue un error pensar que se podía invitar [a Ucrania y a Georgia a entrar en la OTAN] sin cumplirlo”

P. ¿El error fue invitarlos o invitarlos y no cumplirlo?

R. Creo que fue un error pensar que se los podía invitar sin cumplirlo.

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