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Erika Mouynes: “La frontera de Panamá y Colombia no está diseñada para el tránsito, es una selva muy densa”

La canciller panameña sostiene que 150.000 personas van a atravesar este año el Tapón del Darién y pide cooperación para atender una ruta que involucra 12 países

Santiago Torrado
Erika Mouynes sobre frontera Panamá Colombia
La canciller de Panamá, Erika Mouynes, durante una visita a Nueva York el pasado junio.Christopher Goodney (Bloomberg)

La diáspora haitiana que recorre América Latina desde hace una década se ha convertido en una crisis humanitaria regional. Más de 100.000 migrantes ya han atravesado en lo que va de este año la selva del Darién, la inhóspita frontera entre Colombia y Panamá, con rumbo a Norteamérica. Su principal destino es Estados Unidos, pero también Canadá y ahora México. Desde el mes de julio, ese flujo se ha represado a menudo en el municipio colombiano de Necoclí, convertido en un embudo al que llegan más de mil migrantes diarios dispuestos a adentrarse por el istmo. “No es un problema que va a poder resolver solo un país”, sostiene la ministra de Relaciones Exteriores de Panamá, Erika Mouynes, que apela a la cooperación para atender un fenómeno de alarmantes dimensiones.

Tanto Colombia como Panamá son países de tránsito para los migrantes haitianos, que no llegan desde la nación caribeña sino desde el sur del continente, principalmente de Brasil y de Chile, adonde muchos huyeron después del terremoto de 2010. En su travesía por el Darién, considerada una de las rutas más peligrosas del mundo, son acompañados en menor medida por cubanos, asiáticos y africanos. No todos lo logran. Al menos medio centenar de personas han perdido la vida intentando atravesar, muchos asesinados por grupos armados que los asaltan en la ruta, ahogados en las crecidas de los ríos o por caídas en las empinadas lomas de ese paraje selvático.

“La ruta de esta migración son 12 países, el único que tiene varias estaciones para recepción de migración es Panamá, el único que les da alimentación”, afirma Mouynes en una entrevista por videollamada con EL PAÍS desde su despacho en Ciudad de Panamá. “Las necesidades de infraestructura no se pueden resolver de manera inmediata, pero lo que sí se puede, al menos, es controlar el flujo. Nadie puede manejar una migración descontrolada. Mantener un enfoque humanitario, si no tienes algún nivel de control, es absolutamente impensable”, sostiene.

Pregunta. El Tapón del Darién se consideraba un paso tan peligroso que hasta hace no tanto los números de migrantes que intentaban cruzarlo eran comparativamente menores, ¿cómo explica que cien mil personas hayan intentado atravesarlo en lo que va de este año?

Respuesta. No es que lo hayan intentado, ya cruzaron. Ha habido razones de peso estructurales en algunos países de Sudamérica en donde han cambiado ya sea requisitos de visa o permisos laborales, unido a un mensaje equivocado, mal intencionado, que les dice [a los migrantes] que tienen 18 meses para llegar a Estados Unidos. Entonces, la mezcla de estas decisiones de algunos países de Sudamérica sobre endurecer los permisos laborales, etcétera, ha provocado este movimiento masivo, más allá de las fronteras que se abrieron a este flujo mucho mayor de lo antes visto. La verdad es que este fenómeno migratorio no es nuevo, tiene 12 años de estar pasado. Hemos tenido picos horribles en el año 2015, el 2016, con números muy altos también.

P. Estamos ante un desplazamiento inédito en la región. ¿Cuáles son las cifras que maneja Panamá?

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R. Somos los que los atendemos y los contamos. No es que hayan intentado, por Panamá ya han cruzado 105.000 personas. El año pasado cruzaron 8.000. En el 2019, sin pandemia, que fue un año alto, fueron 20.000. Y no hemos acabado el año. Además hemos identificado muchísimos más migrantes todavía en Brasil, en Ecuador, en Chile que es posible que estén entusiasmándose en generar este movimiento. La migración que estamos viendo no es migración nueva, muchos de los que han pasado por Panamá han estado en Sudamérica por diez años. Tienen muchos años, hijos que han nacido en Sudamérica.

No hemos visto todavía la nueva migración. La mayor movilización, en particular de Haití, se dio cuando hubo el terremoto de 2010. El terremoto que acaba de pasar fue incluso más complicado, entonces hay que asumir que va a haber una segunda migración, que aún no hemos visto. Esto se tiene que volver una prioridad para todos, y tenemos que encontrar una solución entre todos. No es un problema que va a poder resolver solo un país. Ningún país tiene la capacidad, ni el manejo ni la infraestructura para poderle dar solución.

P. La Defensoría del Pueblo de Colombia confirmó esta semana un nuevo naufragio de migrantes, una lancha ilegal que salió desde Necoclí y pretendía llevarlos a San Blas, en Panamá. El defensor del Pueblo asegura que se necesita un plan de choque que considere medidas adicionales como la creación de un puente humanitario que facilite el tránsito de niños, adolescentes, mujeres gestantes y madres lactantes sin que tengan que exponer su vida. ¿Qué hace falta para abrir un corredor humanitario?

R. Estamos recibiendo migrantes muy por encima de la cuota establecida, habíamos acordado 600 y pasan más de mil al día. En vez de los migrantes que están pasando, Colombia podría elegir a esas poblaciones vulnerables. La frontera de Panamá y Colombia no está diseñada para ningún tipo de tránsito ni de migración, es una selva muy densa. Aquí nos llegan niños malnutridos que tenemos que atender, muchas veces no están acompañados por adultos o familiares. En vez de tratar de buscar soluciones inmediatas, hay que entender que esto es un problema estructural, todos nos tenemos que preparar mejor. Al sur de Colombia hay una situación importante que también tiene que ser atendida. Esto va a seguir dándose en la medida en que no atendamos la situación de origen.

P. ¿Cómo evitar ese represamiento del flujo de migrantes en la frontera entre Colombia y Panamá?

R. No podemos definir cuales son las medidas que puede tomar Colombia. Pero en tamaño y en dimensión geográfica somos muchísimo más pequeños, y hemos dedicado recursos del Estado para generar esta atención y dar apoyo humanitario. Consideramos que eso lo tienen que hacer los 12 países, prepararse mejor para poder atender esta situación y entender que no va a desaparecer de la noche a la mañana. Tenemos que buscar soluciones coordinadas y consensuadas, pues si sigue generándose esta ola, ya sea que se represen en Colombia, en Panamá o en Costa Rica, sigue siendo el mismo problema.

P. Es una selva impenetrable, ¿tienen alguna idea de cuantos migrantes se pueden haber quedado en el camino?

R. No podemos saberlo, son 200 kilómetros de selva. Por eso hemos pedido la colaboración y el intercambio de información.

Frontera Panamá Colombia
Migrantes haitianos en el lado colombiano del Tapón del Darién se dirigen a Panamá, el pasado 26 de septiembre. RAUL ARBOLEDA (AFP)

P. El presidente Laurentino Cortizo apeló el mes pasado a la comunidad internacional en su discurso ante la Asamblea General de la ONU. ¿Qué pide Panamá concretamente?

R. Que sea una responsabilidad compartida, que este tema se vuelva prioritario para los 12 países. Volver a sentarnos en la mesa y dialogar para una repuesta consensuada. Todos tenemos que apoyar también con recursos.

P. La mayoría son migrantes haitianos, y una buena parte viene de Brasil y Chile, ¿qué le piden a esos gobiernos?

R. En la reunión ministerial de agosto participaron todos los gobiernos involucrados, incluyendo los de Brasil y Chile. Creo que la hoja de ruta está trazada sobre lo que cada uno tiene que hacer con respecto a visas, políticas migratorias, etcétera. Más que decirle algo específico a algún gobierno, es sentarnos en la mesa y que cada uno establezca su responsabilidad.

P. ¿Y cual sería la de Estados Unidos como principal país de destino?

R. Canadá también es país de destino, y México también se está volviendo en parte país de destino, hay que decir todo como lo hemos identificado. Todos tenemos que estar involucrados en esta mesa de diálogo continuo. Nosotros llevábamos meses hablando de esta migración que se iba a dar, que efectivamente al final llegó. Pero realmente no han visto todavía los números que van a llegar, no están todavía en Estados Unidos, no están todavía en México, están avanzando porque es un tránsito lento al ser a pie. Pero van a llegar.

P. ¿Cuál puede ser el flujo de migrantes al final de este año?

R. Creo que vamos a superar los 150.000, que es un número realmente preocupante. Antes, cuando entraban los meses lluviosos la migración disminuía, pues en la selva se vuelve muy complicado, pero este año no hemos visto que esos números disminuyan.

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Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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