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La oposición israelí se alía para desalojar del poder a Netanyahu

El conservador Bennett ofrece al centrista Lapid apoyo decisivo en un pacto de coalición

Yair Lapid, a la izquierda; y Naftali Bennett, en mayo de 2021, en Jerusalén.
Yair Lapid, a la izquierda; y Naftali Bennett, en mayo de 2021, en Jerusalén.OREN BEN HAKOON (AFP)
Juan Carlos Sanz

La oposición israelí se dispone a cerrar un pacto para formar un Gobierno de amplia coalición con el objetivo de desalojar del poder al actual primer ministro en funciones, el derechista Benjamín Netanyahu, de 71 años, quien ocupa el cargo desde 2009. El dirigente de la oposición Naftali Bennett, un nacionalista conservador, anunció el domingo en el Parlamento que va a aportar su decisivo apoyo a “un Gabinete de unidad nacional” con el centrista Yair Lapid. Antes tendrán que cerrar un pacto con siete partidos, de la derecha a la izquierda pacifista, además de contar con el respaldo externo de dos fuerzas políticas árabes en la Cámara.

Bennett ofreció un discurso de apelación a la unidad y justificó su decisión en la dificultad de conformar un Ejecutivo solo con los partidos de la derecha. “Las únicas opciones son un Gobierno de unidad o unas nuevas elecciones”, advirtió.

Netanyahu le replicó pocos minutos después en una comparecencia en televisión calificando de “peligro para la seguridad nacional” un Gobierno de izquierdas de Lapid y Bennett. “¿Qué va a pasar en Irán o en Gaza? ¿Qué tipo de disuasión militar va a suponer?”, alegó. “Es la estafa del siglo”, clamó el primer ministro en funciones mientras tachaba de veleta e inconsistente al líder de Yamina. También consideró una “traición” a los electores de la derecha que Bennett sume sus siete escaños a una coalición de centroizquierda.

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Si finalmente fragua el nuevo Gobierno de unidad, en una decisión que tiene que adoptarse antes de la medianoche del miércoles y logra poner fin a la era de Netanyahu al timón de Israel, el Gabinete tendrá que lidiar con la debilidad que conlleva su propia diversidad.

La presencia de fuerzas hasta ahora abiertamente antagonistas con ideologías antitéticas obligará al nuevo Ejecutivo a desarrollar un programa pragmático y de consenso, centrado en la recuperación económica tras la pandemia y en la consolidación del alto el fuego con el que concluyó hace apenas 10 días la mayor escalada bélica en la franja de Gaza de los últimos siete años.

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Los analistas políticos de la prensa hebrea no le auguran larga duración. Las cuestiones más sensibles, como las negociaciones de paz con los palestinos o las polémicas imposiciones de las autoridades religiosas judías que pesan sobre la sociedad civil laica, tendrán que quedar forzosamente aparcadas.

Netanyahu maniobró durante toda la jornada para intentar recuperar el apoyo de los nacionalistas de Yamina, liderados por el exministro Bennett, y de Nueva Esperanza, partido derechista dirigido por el exministro Gideon Saar. A ambos les ofreció presidir por turno un Gabinete de la derecha unida, con tres cabezas visibles. Ambos rechazaron de plano la oferta de última hora.

Netanyahu, tras conocerse la alianza de la oposición. En vídeo, fragmento de su comparecencia.Vídeo: YONATAN SINDEL (AP) / epv (reuters)

Saar, que rompió hace un año con la disciplina del partido del primer ministro, lo hizo de forma tajante: “Nuestra posición no ha cambiado, vamos a poner fin a los mandatos de Netanyahu”. Bennett convocó a su grupo parlamentario antes de confirmar con el apoyo de todos sus diputados que se encaminaba “hacia un Gobierno del cambio”, como se denomina en Israel a la coalición alternativa de casi toda la oposición, como única posibilidad frente a la convocatoria de las quintas elecciones generales. Ese es el argumento que ha esgrimido Bennett para negarse a pactar con su antiguo mentor y aliado Netanyahu.

Al asumir el reto de formar Gobierno en Israel, después de que Netanyahu fracasara en un primer intento, Lapid, que recibió el mandato el 4 de mayo, ofreció preferencia a la hora de ocupar el cargo de primer ministro a Bennett, a quien dobla en número de escaños en la Kneset (Parlamento). Con tal de poner fin a más de dos años de bloqueo político en el que se han sucedido cuatro elecciones legislativas, el líder centrista se sacrificó.

Lapid es un radical laico que defiende la solución de los dos Estados para el conflicto con los palestinos. Sin embargo, Bennett es un derechista religioso, partidario de la anexión a Israel de gran parte de Cisjordania, y ha estado tradicionalmente adscrito al bloque de Netanyahu, junto con los ultraortodoxos y la extrema derecha.

Para convencerle de que se sume a una coalición con la izquierda y respaldada por los partidos árabes, el líder centrista le tuvo que ceder la dirección del Gobierno en primer lugar, mientras él se reservaba la cartera de Asuntos Exteriores. En 2023, en la mitad de la legislatura, ambos tendrían que rotar en sus puestos, si finalmente se cierra un acuerdo.

Después de seis años de estrategia de oposición a ultranza frente a Netanyahu, Lapid ofrece ahora un perfil de consenso y moderación. Abandonó el Ejecutivo del líder del Likud —en el que se desempeñó como ministro de Finanzas entre 2013 y 2015— y le desafió cinco veces en las urnas.

El jefe de filas del partido Yesh Atid (Hay Futuro) tiene tras de sí a su propio partido, a tres formaciones conservadoras escindidas del Likud (incluida la de Bennett), al Partido Laborista, a Meretz (izquierda pacifista) y a los diputados de la Lista Conjunta y Maan (coaliciones árabes que representan a la principal minoría israelí, con un 20% de la población).

Antes del miércoles, cuando expira el plazo para que forme Gobierno, tendrá que confirmarle al presidente del Estado de Israel, Reuven Rivlin, que se presenta a la investidura con posibilidades de éxito. En caso contrario, el cronómetro empezará a correr para la convocatoria de nuevas elecciones en otoño.

Lapid permaneció en silencio a la espera de que el acuerdo que ha negociado fructifique definitivamente. Cuando recibió el encargo de intentar sellar un pacto de coalición fue mucho más explícito: “Hace falta un Gobierno que refleje que no nos odiamos unos a otros. Después de dos años de parálisis política, la sociedad israelí está sufriendo. Un Gobierno de unidad no es un compromiso ni un último recurso; es un objetivo que necesitamos”.

“El pueblo quiere este Gobierno de cambio”

Del espíritu de unidad en el proyecto de coalición entre fuerzas políticas tan diversas, que además necesita el apoyo externo de dos partidos árabes, da idea el mensaje cruzado entre dos diputadas situadas en las antípodas de la política israelí.

La parlamentaria y exlíder de Meretz Tamar Zandberg, representante de la izquierda pacifista, se dirigió a la exministra y diputada del partido Yamina (nacionalista radical) Ayelet Shaked diciendo estas palabras: “Desde mi visión desde la izquierda también veo que el pueblo de Israel —de centro, de derecha y de izquierda— quiere este Gobierno del cambio”.

La primera está llamada a ejercer la cartera de Medio Ambiente y la segunda a ser la titular de Interior, si se alcanza el acuerdo definitivo de coalición, en un mismo Gabinete. Zandberg puede equipararse con una militante del partido español izquierdista Unidas Podemos, y Shaked bien podría encuadrarse en las filas del partido ultraderechista Vox. Las dos políticas creen, sin embargo, que Israel necesita ahora poner fin a la larga era de Benjamín Netanyahu en el poder.

“La atmósfera de miedo que Netanyahu ha generado a su alrededor”, está detrás de este cambio de actitud en la clase política israelí, argumentaba en su columna en el periódico Yedioth Ahronoth el prestigioso analista Nahum Barnea. “Desde que llegó al poder por primera vez, hace ahora 25 años, Israel se ha convertido en un régimen semimonárquico”, razona Barnea. “Ya es hora de restaurar las cosas en su estado anterior y de que volvamos a ser una república normal”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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