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Al Sisi quiere armar a Egipto hasta los dientes

El Cairo, tercer comprador mundial de armamento, acuerda adquirir a Roma dos fragatas por 10.000 millones

Egipto
El presidente egipcio Abdelfatá al Sisi visita en abril de 2020 la base militar de Huckstep, al este de El Cairo.- (AFP)
Marc Español

Desde que Abdelfatá Al Sisi fue investido presidente de Egipto a mediados de 2014, los privilegios de las poderosas Fuerzas Armadas del país se han ampliado de forma inédita. El ejército, uno de los más numerosos y con más armamento de todo Oriente Próximo y el norte de África, ha hecho grandes esfuerzos para rearmarse y ha emprendido interminables operaciones en la península del Sinaí como parte de la lucha contra el terrorismo yihadista.

Solo entre 2019 y 2020, El Cairo ha firmado o acordado compras de armamento con Italia, Alemania y Rusia por un valor aproximado de 13.500 millones de euros. El acuerdo que más inquietud ha suscitado es el que implica a Italia, que ha provocado a su vez serias reticencias en algunos sectores del país europeo. Con un coste estimado de 10.000 millones, podría convertirse en el mayor de la historia de Egipto. El 31 de diciembre, el país africano recibió una primera fragata italiana de las dos acordadas como parte de este gran acuerdo, según anunció el portavoz del Ejército egipcio.

“Al Sisi ve a las Fuerzas Armadas como una parte esencial de las ambiciones regionales del país y su modernización como una prioridad nacional. Los ejércitos son el gran garante de su régimen, y una política de defensa nacional robusta y expansiva se ha combinado con la expansión de sus poderes en el ámbito civil”, observa a EL PAÍS un analista egipcio en cuestiones de defensa y seguridad, que pide el anonimato.

Lo sorprendente es que siendo uno de los mayores ejércitos de la región y pese a su apuesta por el rearme, el gasto militar de Egipto se sitúa, de media, entre los más bajos de la zona. En número de militares (439.000), solo es superado en la región por Irán (610.000) y se sitúa muy por encima de Turquía (355.200) y Arabia Saudí (227.000). El presupuesto militar egipcio, sin embargo, apenas supone el 1,2% de su PIB, frente al 8% de Arabia Saudí o el 2,3% de Irán y el 2,7% de Turquía.

Desde 2014, ese presupuesto ha subido un 68% en términos nominales, pero, descontado el impacto de la inflación, el gasto real ha caído un 24%. La carrera armamentística de Al Sisi coincide, además, con el desarrollo de agresivas políticas de austeridad. Solo en el último lustro, Egipto ha debido ser rescatado en dos ocasiones, la última el año pasado, y ha recibido préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) por 17.900 millones de euros.

Profundas inconsistencias

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Un estudio de octubre del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri) concluye que existen profundas inconsistencias entre los datos publicados por El Cairo y los acuerdos de compra de armas, lo que plantea serias dudas sobre quién está pagando o cómo se está llevando a cabo realmente este rearme. El presupuesto militar oficial del país no incluye los más de 1.000 millones de euros que recibe anualmente de EE UU en materia de asistencia militar. El estudio de Sipri estima que casi el 60% del presupuesto se destina a sueldos y compensaciones de personal. Con el 40% restante, El Cairo debería cubrir las inversiones y compras militares, y dado lo avanzado de las recientes adquisiciones de armamento, los costes de mantenimiento se disparan. Los números sencillamente no salen, destaca el informe.

La llegada de Al Sisi también supuso un cambio en la cartera de proveedores. El informe subraya que cerca del 75% de las importaciones de armas procedieron de EE UU entre 2000 y 2009 y fueron pagadas casi con total seguridad con la asistencia brindada por Washington. En la siguiente década, la compra de armas de Egipto se disparó a partir de 2016 y llegó a convertirse en el tercer mayor importador de armas del mundo. Es entonces cuando el peso de EE UU como proveedor armamentístico se reduce drásticamente en beneficio de Alemania, China, Francia, Italia y Rusia.

“Probablemente, se financien de forma parcial a través de la devolución de préstamos extranjeros, ingresos extrapresupuestarios del Ejército o asistencia exterior y militar”, explica Alexandra Kuimova, autora del estudio del Sipri. La investigadora se hace eco de los rumores que sugieren que “la asistencia del Golfo podría haber apoyado estas compras, aunque ninguno de los países afectados lo ha confirmado oficialmente”.

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