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Cantante de góspel y crítico de la “ideología de género”: el gobernador en funciones de Río de Janeiro se aproxima al bolsonarismo

Cláudio Castro debe nombrar al fiscal general que llevará el caso del supuesto desvío de dinero de Flávio Bolsonaro, hijo del presidente de Brasil

Gil Alessi
El gobernador en funciones Cláudio Castro, a la derecha, junto al suspendido Wilson Witzel, en Río de Janeiro.
El gobernador en funciones Cláudio Castro, a la derecha, junto al suspendido Wilson Witzel, en Río de Janeiro.Fernando Frazão/Agência Brasil

Si Wilson Witzel tocaba la trompeta, su exvicepresidente y actual gobernador en funciones de Río de Janeiro, Cláudio Castro, también tiene afinidad con la música. Miembro de la Renovación Carismática, una corriente dentro de la Iglesia católica, es un cantante de góspel que ha lanzado dos álbumes en solitario y forma parte del grupo En el nombre del Padre. Mientras que los videoclips en los que suelta la voz para alabar al Señor se han reproducido hasta 15.000 veces en su canal de YouTube, la sección dedicada a su carrera política es más discreta: su discurso de investidura como vicegobernador lo vieron solo 154 personas. Hasta la destitución de Witzel el viernes pasado, Castro desempeñaba su función de número dos de forma discreta. Pero ahora, y aún más después de haber sido confirmado en el cargo por al menos seis meses por el Superior Tribunal de Justicia, atrae toda la atención.

Nacido en Santos, ciudad de la costa de São Paulo, Castro fue elegido concejal por Río en 2016, donde defendió la prohibición del aborto: “Hemos recibido la noticia de que el PSOL [Partido Socialismo y Libertad] ha solicitado que el aborto se permita en Brasil hasta la duodécima semana. ¡No se ganan unas elecciones y luego se va al Supremo para hacer activismo jurídico! El derecho inviolable a la vida es una cláusula inalterable de nuestra Constitución”, afirmó entonces en un mitin. Castro también utiliza el término “ideología de género”, una muletilla de la extrema derecha que busca atacar el concepto de identidad de género.

En el medio político de Río de Janeiro, a Castro se le considera un pacificador. Ha hecho de interlocutor entre el Legislativo y el Ejecutivo en este periodo de turbulencias en el Gobierno del Estado de Río de Janeiro, desde que se abrió el proceso de destitución contra Witzel en la Asamblea Legislativa, en junio. Como vicegobernador, coordinó el trabajo del Instituto de Seguridad Pública de Río, responsable de desarrollar metodologías y analizar datos del área.

Desde que asumió el cargo de jefe del Ejecutivo estatal de forma interina, Castro se ha esforzado por dar una pátina de estadista a su trabajo. En las redes sociales habla de educación (“Estamos planeando reabrir las escuelas del Estado para los alumnos que no tienen acceso a Internet”), economía (“¡He pedido a los secretarios de Trabajo, Economía y Desarrollo Económico y Social que elaboren un plan para crear puestos de trabajo!”) y divulga reuniones de trabajo con el alcalde Marcelo Crivella (“En una reunión con el alcalde alineamos que nuestros equipos deliberarán conjuntamente la reapertura de la economía y el retorno de las actividades escolares”).

A pesar del esfuerzo que hace en las redes, se considera que Castro no tiene mucho capital político. Parte de esta debilidad se debe a que también se le citó en la confesión de Edmar Santos, exsecretario de Sanidad que fue detenido por participar en el sistema de corrupción atribuido a Witzel. Después de ser detenido, Santos denunció a su exjefe y a otros miembros del Gobierno. La Fiscalía General de la República afirma que Castro, a quien también se le investiga en la operación que terminó con la destitución del gobernador, es sospechoso de ayudar a desviar los recursos de la Secretaría de Sanidad.

Una victoria para el clan Bolsonaro

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Políticamente, la decisión del Superior Tribunal de Justicia de suspender a Witzel durante 180 días y el nombramiento de Castro como gobernador interino es una victoria para el clan Bolsonaro. Castro ya ha señalado que quiere acercarse a la familia del presidente tras meses de fricciones y acusaciones entre el anterior ocupante del Palacio de Guanabara y el del Planalto. La expectativa es que, con Castro a cargo del Estado, las investigaciones en Río que involucran al senador Flávio Bolsonaro por un supuesto sistema de desvío de dinero no traigan grandes sorpresas a la familia presidencial. Está en manos del nuevo líder del Ejecutivo estatal nombrar al jefe de la Fiscalía de Río y de la Policía Civil, que coordinan las investigaciones.

Para permanecer en el cargo, Castro apuesta por acercarse a Bolsonaro. Según el periódico Folha de S.Paulo, anunció a sus interlocutores que estaría dispuesto a dejar el partido del gobernador suspendido (presidido por el pastor Everaldo, detenido el viernes y actualmente adversario de los Bolsonaro) y dijo que no tomaría medidas drásticas sin consultar previamente al Planalto. El gobernador en funciones incluso habría señalado que tiene la intención de dejarse aconsejar por el clan del presidente con relación a la sucesión en la Fiscalía de Río de Janeiro. A diferencia del Ministerio Público Federal, Castro está obligado por ley a elegir entre los tres fiscales designados por el gremio. En la Fiscalía de Río se procesan los casos que involucran a la familia Bolsonaro, entre ellos la investigación de un supuesto esquema de desvío de dinero en el gabinete de Flávio Bolsonaro en la época en que era diputado estatal.

Esta investigación, que incluso salpicó a la primera dama cuando salió a la luz la información de que recibió 89.000 reales (unos 17.000 dólares) de Fabrício Queiroz (antiguo asesor de Flávio y agente principal del escándalo), es crucial para el Planalto. La ruptura entre el clan presidencial y Witzel, que fue elegido siguiendo la estela del bolsonarismo, está relacionada con las investigaciones realizadas por la Fiscalía de Río y la Policía Civil, y con el caso del asesinato de la concejala Marielle Franco y su chófer Anderson. Para el presidente, el gobernador suspendido, a quien se refiere como traidor, lo persigue tanto a él como a sus hijos por medio de las instituciones estatales. El hecho que agudizó la discordia fue la filtración, en octubre de 2019, del audio de la portería de la urbanización Vivendas da Barra, donde vive el mandatario. En la grabación, uno de los acusados de asesinar a la concejala habló con el portero, quien le habría dicho a la policía que el visitante iba a casa del “señor Jair”. El presidente estaba en Brasilia en esa fecha.

Bolsonaro se defendió atacando: “Según tengo entendido, el señor Witzel llevaba el caso con el representante de la Policía Civil para intentar incriminarme o al menos manchar mi nombre con esta falsa acusación”. El presidente fue más allá y atribuyó la elección del gobernador a la popularidad de su familia. “[Witzel] nos presionó a Flávio Bolsonaro y a mí para ganar las elecciones a gobernador de Río de Janeiro. Tras la victoria, nos eligió a Flávio y a mí como enemigos”, dijo. Witzel negó cualquier filtración y afirmó que no entra “en el terreno de las ilegalidades”.

Las muestras de acercamiento de Castro han sido bien recibidas en Brasilia. El lunes, el gobernador en funciones celebró en las redes sociales una llamada que habría recibido del senador Flávio Bolsonaro. “Acabo de recibir una llamada del senador, que se ha dispuesto a ayudar al Estado de Río de Janeiro en la renovación del Régimen de Recuperación Fiscal. ¡Diálogo! ¡Todo por Río!” escribió.

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Gil Alessi
Reportero de la edición brasileña de EL PAÍS desde 2014. Escribe sobre seguridad pública, medio ambiente y política. Es licenciado en Periodismo por la PUC de São Paulo y en Ciencias Sociales por la Universidad de São Paulo. Anteriormente trabajó en el portal ‘UOL’, TV Bandeirantes y TV Cultura.

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