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Trump sugiere tratar el coronavirus con “una inyección de desinfectante” o con “luz solar”

Los expertos científicos y sanitarios critican las afirmaciones del presidente de EE UU por considerar que son un mensaje irresponsable e “inadecuado”

El presidente de EE UU, Donald Trump, durante la comparecencia del jueves. En vídeo, Trump sugiere tratar el coronavirus con luz y desinfectante.Vídeo: GTRES | AFP
Pablo Guimón

“Por favor, no coman pastillas de detergente ni se inyecten ningún tipo de desinfectante”. El mensaje fue difundido por Twitter por el servicio de emergencias del Estado de Washington el jueves por la tarde, después de escuchar la rueda de prensa diaria del presidente del país, Donald Trump, sobre la crisis del coronavirus. Trump había vuelto a adentrarse en pantanosos jardines científicos. Maravillado por el poder destructor que habían demostrado ciertos desinfectantes, así como la luz solar, aplicados contra el virus en el aire o en una superficie, se preguntó qué no podrían hacer para combatir al “enemigo invisible” en el interior de un cuerpo humano.

“Supongamos que golpeamos el cuerpo con una tremenda luz ultravioleta, o simplemente con una luz muy poderosa”, dijo. “Dicho eso, supongamos que traes esa luz dentro del cuerpo, a través de la piel o de alguna otra manera. Después veo el desinfectante, que lo deja KO en un minuto, ¿hay alguna manera de que podamos hacer algo así mediante una inyección? Porque ves que entra en los pulmones y hace un daño tremendo en los pulmones, así que sería interesante probarlo”.

Trump realizó esta dudosa aportación al debate después de que Bill Bryan, director de la División de Tecnología y Ciencia del Departamento de Seguridad Nacional, llevara a cabo una exposición sobre determinadas medidas para evitar la propagación del coronavirus.

Las lámparas ultravioletas pueden dañar a las personas si se usan de manera equivocada. Y no hay más que leer las indicaciones de los envases para saber que la lejía y otros desinfectantes, además de matar a los virus, pueden matar a las personas. Pero el presidente no dudó en elucubrar sobre sus usos, sin respaldo científico, y buscó la aprobación de Deborah Birx, coordinadora de la respuesta al coronavirus en la Casa Blanca, a quien le preguntó si conocía el éxito de la luz como herramienta contra los virus. La elegancia de la doctora a la hora de contener expresiones de pasmo durante las ruedas de prensa que comparte a diario con el presidente solo es comparable a la de su colección de pañuelos de Hermés, con los que ilumina la sala de prensa de la Casa Blanca.

“No como tratamiento”, respondió la doctora Birx. “Me refiero a que sin duda la fiebre es buena. Cuando tienes fiebre, ayuda a tu cuerpo a responder”. Trump la cortó enseguida e insistió en que es “una gran cosa para indagar”.

Las aclaraciones por parte de la comunidad científica se sucedieron en redes sociales y desde diversos foros. “Para quien necesite escuchar esto esta noche: los productos que usas para matar directamente virus y bacterias normalmente matan células humanas sanas también”, decía en Twitter el doctor Ryan Marino, experto en toxicología de los hospitales universitarios de Cleveland. “Por favor no hagan eso. Atentamente, todos los toxicólogos”, tuiteaba el profesor de Harvard Bryan D. Hayes. “Inyectarse o ingerir cualquier tipo de producto de limpieza”, recordó el neumólogo Vin Gupta en la NBC, "es un método habitual para las personas que quieren matarse”. Las marcas de diversos productos desinfectantes habituales se convirtieron en tendencia en Twitter. Incluso algún fabricante se vio obligado a insistir en que nadie debía ingerir sus productos.

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Las advertencias no son baladí. El presidente ya dijo que el virus desaparecería “milagrosamente” con la llegada del calor y también ha dado pábulo con anterioridad a hipótesis científicas no contrastadas. El peligro es evidente. Un hombre ya falleció en marzo, en Arizona, al automedicarse con una sustancia para peceras que contiene hidroxicloroquina, el mismo principio activo que el fármaco antipalúdico cuyo uso contra el coronavirus, no respaldado por la ciencia, el presidente promovió alegando que “no hay nada que perder”.

Este mismo viernes, la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA, por sus siglas en inglés) ha advertido de que la gente no debe tomar cloroquina o hidroxicloroquina para tratar la covid-19 fuera de un hospital o un ensayo clínico, alegando informes de “graves problemas de ritmo cardiaco”. “Continuaremos investigando los riesgos asociados al uso de hidroxicloroquina y cloroquina para la covid-19, y cuando tengamos más información la comunicaremos públicamente", explica la agencia.

Dos horas de rueda de prensa diaria, un asunto científico complejo, un año electoral y un presidente con una legendaria falta de humildad y asediado por las críticas a su gestión de la crisis. Se trata de una combinación explosiva, que a menudo ha producido roces con la comunidad científica y con sus propios expertos, obligados a hacer malabarismos para matizar las afirmaciones de su jefe sin enfurecerlo.

Con una amplia experiencia en la telerrealidad, Trump ha convertido su comparecencia diaria ante las cámaras en un auténtico reality show que revela la tensa dinámica que subyace a la gestión de la crisis del coronavirus por parte de la Casa Blanca. La de un grupo de expertos, entre ellos la propia doctora Birx y el epidemiólogo Anthony Fauci, tratando sutilmente de mantener una narrativa científica en medio de un equipo político, liderado por un presidente sin complejos, permeable a múltiples teorías sin contrastar y tendente a escuchar más a asesores económicos cuya prioridad es la urgencia por reanudar la actividad en el país.

En esta última polémica sobre el potencial sanador de la luz solar y los desinfectantes, el candidato demócrata a la presidencia del país, Joe Biden, ha entrado también al trapo. “¿Luz ultravioleta? ¿Inyectar desinfectante? He aquí una idea, señor presidente: más pruebas de diagnóstico. Ahora. Y equipamiento protector para los verdaderos profesionales médicos".

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Sobre la firma

Pablo Guimón
Es el redactor jefe de la sección de Sociedad. Ha sido corresponsal en Washington y en Londres, plazas en las que cubrió los últimos años de la presidencia de Trump, así como el referéndum y la sacudida del Brexit. Antes estuvo al frente de la sección de Madrid, de El País Semanal, y fue jefe de sección de Cultura y del suplemento Tentaciones.

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