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Muere Klaus Kinkel, el ministro de Exteriores menos diplomático de Alemania

Gran conocedor del aparato del Estado, ocupó dos carteras en el Gobierno de Helmut Kohl

Kinel (a la derecha), junto a Kohl en una cumbre de la UE sobre empleo en Luxemburgo en 1997.
Kinel (a la derecha), junto a Kohl en una cumbre de la UE sobre empleo en Luxemburgo en 1997.ANJA NIEDRINGHAUS (EFE)

Klaus Kinkel, el ex ministro de Asuntos Exteriores de Alemania muerto el lunes a la edad de 82 años, gozaba de una rara fama que estuvo a punto de convertirlo en leyenda: de todos sus predecesores en el cargo, Kinkel fue el menos diplomático.

"Nunca he ocultado el hecho de que tengo una naturaleza abierta y a veces también furiosa de Suabia”, solía repetir el ex líder del partido Liberal (FDP), para justificar un lenguaje y una forma de actuar que lo caracterizó como un duro y un ministro sin pelos en la lengua. Kinkel tenía también una segunda virtud. Antes de convertirse en ministro de Asuntos Exteriores, había sido había sido durante mucho tiempo uno de los principales funcionarios de la república. Conocía el aparato del Gobierno mejor que nadie.

Kinkel se convirtió en un funcionario del ministerio del Interior en un lejano 1964 y tuvo la suerte de que, seis anos después, Hans Dietrich Genscher, el legendario político liberal que entonces ocupaba la cartera del Interior se fijara en él. Durante los años siguientes, su carrera estuvo estrechamente ligada a Genscher, una relacionas de casi padre-hijo, que causó envidia a otros jóvenes líderes del FDP.

Una de las tareas más delicadas que tuvo Kinkel cuando trabajaba para Genscher en el ministerio del Interior fue entregar un explosivo expediente al canciller del SPD, Willy Brandt, que los servicios de inteligencia habían recopilado sobre su vida privada. El contenido, sumado al descubrimiento de Günter Guillaume, un espía de la ex RDA que trabaja como asesor personal del canciller, obligaron a Brandt a renunciar en 1974.

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La renuncia de Brandt también provocó un enroque ministerial. Genscher fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores y nadie se extraño cuando Kinkel fue nombrado por su mentor, primero jefe de la oficina del ministro y posteriormente, responsable del departamento de Planificación. En 1979, Genscher convirtió a Kinkel en el primer civil en ocupar la presidencia del Servicio Federal de Inteligencia (BND), un cargo que ejerció casi cuatro años sin mayores escándalos.

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La estrella de Kinkel comenzó a brillar por si sola en 1990 cuando Helmut Kohl lo nombró ministro de Justicia. Tan solo dos años después el político, que en su juventud había sonado con ser médico al igual que su padre, era nombrado ministro de Asuntos Exteriores en sustitución de Dietrich Genscher, quien había causado un terremoto político en Bonn al anunciar su renuncia al cargo tras 18 años.

Kinkel desempeñó el cargo hasta 1998, una época marcada por el aparente fin de la guerra fría, la reunificación de Alemania y también por el colapso del bloque oriental. “El mundo no estaba en orden en ese tiempo, pero parecía estarlo”, dijo. Durante su época como ministro fue testigo de la guerra fraticida en Yugoslavia, el genocidio en Ruanda y la matanza en Srebrenica.

Cuando ocupó el despacho de Genscher, Kinkel Intentó superar a su maestro pero no cultivaba su lenguaje diplomático cauteloso, sino un alemán directo. Varios medios del país recordaron este martes algunas facetas de la personalidad de Kinkel como ministro y todos coincidieron en señalar que su cordialidad era un poco demasiado dura para los diplomáticos profesionales. “Kinkel no estaba barnizado y pulido, era una persona honesta y ordenada. En Turquía exigió abiertamente el respeto de los derechos humanos, en China probó la política de la mano tendida”, escribió el periódico Süddeutsche Zeitung.

Poco después de que los medios dieran a conocer la muerte del político, la Canciller Angela Merkel elogió a Kinkel como un luchador inflexible por la libertad. "Lloro por un fiel compañero de la época posterior a la reunificación alemana. Klaus Kinkel fue un gran liberal y un luchador inflexible por la libertad y la democracia", dijo la canciller, citada por la portavoz adjunta del gobierno, Ulrike Demmer, a través de Twitter.

"La muerte de Klaus Kinkel me deja afectado. Fue un hombre honrado y humilde con carácter, cuyos consejos amistosos valoré mucho. Tengo mucho que agradecerle", escribió, por su parte, el presidente de los liberales alemanes, Christian Lindner, a través de su cuenta de Twitter.

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