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Infraestructuras: cómo solucionar uno de los mayores problemas de Brasil

Las alianzas entre sectores públicos y privados, la compartición de infraestructura y la sostenibilidad son algunas formas de ofrecer mejores servicios

Vista de la carretera de los Inmigrantes en Sao Paulo (Brasil).
Vista de la carretera de los Inmigrantes en Sao Paulo (Brasil). Wikimedia Commons

La huelga de camioneros en mayo pasado dio nuevos ímpetus a las discusiones sobre las estrategias de infraestructura practicadas en Brasil desde la década de 1960, en las que se ha priorizado el transporte vía carreteras, y que ganaron auge gracias a los accesos a créditos para la adquisición de camiones a principios de los años 2000.

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De la misma forma, el "apagón" sufrido en varias regiones del país entre 2001 y 2002 impulsó inversiones más sólidas en infraestructura eléctrica, lo que llevó a Brasil a ser autosuficiente en el sector, aunque todavía necesita diversificar sus fuentes de energía, hoy principalmente hidroeléctricas.

El crecimiento de la población brasileña, actualmente en unos 209 millones de habitantes, genera la necesidad de apuestas en infraestructura que satisfagan la creciente demanda doméstica, industrial y las exportaciones, además de todos los servicios públicos.

Aunque la infraestructura pública en América Latina y el Caribe sigue financiada en gran parte por el sector público, hay mucho espacio para financiamiento del sector privado, como apunta el estudio Financiamiento Privado de Infraestructuras Públicas a través de PPPs en América Latina y el Caribe del Banco Mundial. Según datos del organismo, la región tiene un déficit de inversión en infraestructura de unos 180.000 millones de dólares al año.

Pero ¿cómo garantizar más inversión, mejor infraestructura y una mejora del servicio al mismo tiempo? A continuación, algunas ideas:

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Asociaciones Público-Privadas

Las alianzas público-privadas (PPP) ganaron popularidad en la última década, cuando el número de proyectos más que se triplicó, pasando de 40 a 140. Sin embargo, las inversiones internacionales a través de estas asociaciones y concesiones cayeron drásticamente en Brasil en el período 2012 a 2017, pasando de 59.200 millones de dólares a 7.300 millones, según el último informe anual de Participación Privada en Infraestructura (PPI) del Banco Mundial.

Las operaciones del Grupo Banco Mundial, como el proyecto de transporte por carretera de Mato Grosso do Sul, ayudaron a desarrollar la unidad estatal de PPP y formar su personal, con el objetivo de aumentar la eficiencia del modelo. La estructura de la concesión de carreteras en São Paulo también ejemplifica el apoyo que instituciones multilaterales de desarrollo puede ofrecer para preparar negocios que tengan resultados exitosos.

El modelo funciona, a pesar de haber presentado problemas que impiden que su éxito sea una constante. "El fracaso de las PPP todavía es alto en Brasil, especialmente en proyectos que involucran estructuras a nivel municipal. Los problemas más recurrentes son las limitaciones técnicas de los gobiernos locales, falta de recursos para contratar profesionales calificados, ausencia de una regulación local y, por encima de todo, ignorancia del tamaño de la responsabilidad financiera que tales proyectos exigen", escribe Fernando Freire Dutra, especialista en PPP, en un blog.

Compartición de infraestructuras

Las altas inversiones en infraestructura realizadas en el pasado expandidas hoy pueden traer más beneficios que lo previsto, y, ciertamente, más de lo que generan en la actualidad. Nuevas formas de utilizar estas estructuras conjugan la inteligencia y el mejor entendimiento de estándares y datos para optimizar la eficacia, la rentabilidad y la economía, con la promoción de una división de costos entre empresas que hace la explotación de la infraestructura más viable.

Por tratarse de estructuras robustas, no son de fácil implementación, pero son muy demandadas. Por ejemplo, el sector digital en creciente demanda puede utilizar estructuras de plantas generadoras de energía - fibra óptica, cables - para mejorar o expandir los servicios ofrecidos, que de otra forma sería difícil de financiar.

A finales de 2017, la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel) publicó un nuevo reglamento para incentivar la compartición de infraestructuras por el sector de telefonía. El documento establece que la empresa comparta solo la capacidad ociosa de la infraestructura, y la oferta pública del precio se convertirá en una referencia para las operadoras que se declaren con poder de mercado significativo (PMS) por Anatel.

Al mismo tiempo que la empresa poseedora de la infraestructura se beneficia, disminuye el eventual desperdicio, se crean oportunidades y una nueva clientela. Los costos también son compartidos, en una relación comercial beneficiosa para todos, a pesar de que la práctica todavía está en pañales en el sector privado brasileño.

Infraestructura sostenible

No basta con hacer uso de las infraestructuras existentes o crear asociaciones que involucren al sector público. Tanto el sector privado como el público necesitan expandir sus opciones de inversión en infraestructura. Hay una valorización y abaratamiento de nuevas infraestructuras alineadas a las prácticas sostenibles, que reducen los gastos y aumentan el impacto del resultado final.

Algunos casos de éxito ya pueden verse en Brasil. "En conjunto con varias iniciativas en el sector social e iluminación pública, el municipio de Belo Horizonte se enfocó en la PPP de la Estación Barreiro, un desarrollo orientado al tránsito hacia un terminal de autobuses por el que se mueven 79.000 pasajeros por día. Bahía presentó los mecanismos de doble garantía para garantizar a los socios de PPP de que se les pagará a tiempo", comenta Grégoire Gauthier, especialista en Transporte y Desarrollo del Banco Mundial.

La infraestructura debe ser vista con nuevos ojos por los sectores público y privado, considerando el impacto social, la sostenibilidad, las alianzas y el compartir una forma a ampliar los negocios, en lugar de restringirlos. Nuevos modelos demuestran la eficacia de una nueva forma de pensar la infraestructura, con el objetivo de aprovechar al máximo las construcciones existentes y las futuras.

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