El Gobierno portugués dice ‘basta’ a las exigencias de PC y Bloco
El primer ministro, acusado por sus socios de ser "intransigente" y "arrogante"
Nunca la bronca había sido mayor. Del Partido Comunista (PC) a su socio socialista en el Gobierno y de este al Bloco y a Los Verdes. Todos se llamaron en el Parlamento “intransigentes” y cosas peores, como nunca había ocurrido en la legislatura del Gobierno de António Costa, que cuenta con el apoyo de sus socios a la izquierda.
Aunque muchas veces los socios de la izquierda han discrepado y votado de diferente forma —la semana pasada con la ley de la eutanasia, por ejemplo—, jamás había sido tan agria la discusión parlamentaria entre el primer ministro y sus socios. El motivo del enfrentamiento es la ruptura de las negociaciones con el sindicato de profesores. Entre manos, el reconocimiento de su historial profesional, congelado durante los años de la crisis.
El debate parlamentario le coincidía también a Costa con una huelga del ferrocarril -sector dominado por el sindicato del PC- y el anuncio de huelgas por parte de los enfermeros de los hospitales públicos. Transporte, sanidad y educación, tres sectores claves en el peso laboral de los comunistas. La paz social disminuye a medida que se acerca el año electoral y cada cual toma posiciones. El portavoz del Partido Social Demócrata, Fernando Negrão, lo resumió en dos preguntas insidiosas: "¿Es un aviso al Bloco y al PC? ¿Los profesores son el primer sector profesional en sufrir el debilitamiento de la economía europea”.
La gresca entre los socios es por el descongelamiento del tiempo de la carrera de los profesores, fundamental para la promoción profesional. Si la portavoz de Los Verdes —que forman coalición electoral con el PC—, Eloísa Apolónia, recordaba que ya había sido aprobado el descongelamiento por “todo el tiempo de servicio”, Costa se remitía a la coletilla final de aquel texto "teniendo en cuenta los recursos disponibles”. Entre medio quien era más intransigente.
La cercanía de las elecciones tensa las relaciones entre los socios parlamentarios y el primer ministro
El primer ministro no claudicó, aunque la oferta ministerial sigue en pie, porque en ello le va a cargar el presupuesto anual con 600 millones de euros extras, "que tengo que quitar de la creación de escuelas”. Aquí ya fue tildado de "arrogante", pero, por primera vez, el Gobierno se ha levantado de una mesa de negociación con sindicatos públicos.
La reforma laboral que el Gobierno ha logrado con la patronal, tampoco apaciguó a sus socios. En el argumentario más clásico comunista, su secretario general, Jerónimo de Sousa, le espetó al primer ministro: “¿Alguien se cree que si esto fuera bueno para los trabajadores lo hubieran firmado las asociaciones patronales?”. Efectivamente, al pacto le falta la firma del mayor sindicato obrero, el CGTP, dominado por el Partido Comunista.
En noviembre de 2015, el PS llegó a un acuerdo para gobernar en minoría con el apoyo parlamentario del Bloco de Esquerda y el PC-Verdes. En ese acuerdo -tres, en realidad, pues fueron pactados por separado-, al PC se le cuidaban sus relaciones sindicales en la función pública, mientras que al Bloco se le cedía más en legislación sanitaria -madres de alquiler...-, telecomunicaciones -exigencia de la TDT- y cultura -el ministro aumentó el presupuesto al teatro, dedicación anterior de la dirigente Catarina Martins-. Ese equilibrio, mimado día a día por el secretario de estado de asuntos parlamentarios, Pedro Nuno Santos, da señales de agrietamiento a medida que se aproximan las elecciones y la aprobación del último presupuesto de la legislatura.
