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La victoria en las regionales de Córcega da fuerza a los nacionalistas ante París

El partido de Macron llama a "reconstruir la confianza" de la isla mediterránea en el Estado francés

Marc Bassets
El presidente del ejecutivo corso, Gilles Simeoni, con el puño en alto, celebra el resultado electoral
El presidente del ejecutivo corso, Gilles Simeoni, con el puño en alto, celebra el resultado electoralPASCAL POCHARD-CASABIANCA (AFP)

Nunca el nacionalismo corso había sido tan fuerte. Según el historiador Jean-Marie Arrighi, habría que remontarse para ver algo comparable a los tiempos de Pascal Paoli, considerado el padre de la nación, y de la breve independencia en el siglo XVIII. Pero hoy su poder es muy limitado: la Francia centralista deja poco margen de maniobra a las regiones. La victoria de la coalición de autonomistas e independentistas en la primera vuelta de las elecciones en Córcega, el domingo, amplía la hegemonía de esta corriente, que exige una mayor autonomía. El partido del presidente francés, Emmanuel Macron, La República en marcha, llamó a “recuperar la confianza” de la isla.

Los nacionalistas se sienten fuertes para plantear sus reclamaciones a París tras la segunda vuelta de las elecciones, el próximo domingo. Entre otras, la co-oficialidad de la lengua corsa, la creación de un estatuto de residentes que obligue a vivir en la isla para poder ser propietario de casas, y el acercamiento o amnistía de los llamados presos políticos. En el programa conjunto del presidente del consejo ejecutivo de Córcega, Gilles Simeoni, y de Jean-Guy Talamoni, presidente de la Asamblea corsa, no figura la independencia, una opción minoritaria en la isla. El mínimo común denominador entre el autonomista Simeoni y el independentista Talamoni es lograr, en un plazo de tres años, un estatuto de autonomía, y aplicarlo en un plazo de diez.

Simeoni y Talamoni gobiernan juntos desde 2015. Su victoria era esperada. La lista conjunta Pè a Corsica —encabezada por Simeoni y con Talamoni en quinta posición— obtuvo más de un 45% de votos. La derecha regionalista, un 15%. La derecha de Los Republicanos y La República en marcha de Macron rondan el 12%. La abstención fue elevada: cerca de un 48%. El adelanto de las elecciones —la legislatura ha durado sólo dos años— estaba programado. Se trataba de elegir a los legisladores y el Ejecutivo que gobernarán la isla tras la fusión, a partir del 1 de enero, de los dos departamentos que hasta ahora configuraban Córcega y del gobierno regional.

"Esto llevaba gestándose desde hace tiempo", dice desde Ajaccio el historiador Arrighi, coautor de Historia de Córcega y de los corsos, para explicar la nueva hegemonía nacionalista. "Hay temas que defienden los nacionalistas que progresivamente se han impuesto, como la defensa de la lengua corsa o del territorio, de la naturaleza. Pero durante mucho tiempo una mayoría no contemplaba votar por ellos a causa de la violencia clandestina". Cuando en 2014 el FLNC (Frente de Liberación Nacional Corso) anunció la deposición de las armas, se cerraron cuatro décadas de violencia y terrorismo, y se abrió el camino al éxito de la vía pacífica.

Otro factor para explicar el éxito electoral de los nacionalistas: la misma ola de dégagisme (la versión francesa del "que se vaya todos"; el rechazo del statu quo) que en mayo llevó a Macron al Elíseo. O el talento de Simeoni, hijo de uno de los líderes históricos del nacionalismo, Edmond Simeoni. Y otro factor: el mensaje independentista ha quedado en un segundo plano en favor del autonomismo, que recoge un consenso muy amplio en la sociedad corsa. En la campaña, uno de los argumentos de los rivales de Simeoni y Talamoni consistía en alertar sobre el riesgo de una catalanización de Córcega. La crisis catalana ha planeado sobre la campaña, pero los líderes nacionalistas, en especial Simeoni, han insistido en que la vía corsa era distinta de la catalana.

El diario conservador Le Figaro no ve "motivo de inquietud" en el resultado, y sí un triunfo de la "apuesta realista" de los nacionalistas. Macron y su gobierno "deberán abordar unas negociaciones y encontrar respuestas", editorializa Le Monde. "A menos que exacerbe un poco más el desafío de Córcega ante París". "[El resultado] es un mensaje muy fuerte dirigido a París. Queremos la paz, queremos la democracia, queremos una isla emancipada", dijo Simeoni en la noche electoral. "Le toca a París recorrer su parte del camino para que juntos elaboremos una solución política". En un comunicado, el partido de Macron felicita a Simeoni y dice que el resultado marca "una apego a Córcega y una pérdida de confianza en su relación el Estado central". Y añade: "Nos corresponde reconstruir esta confianza por todo Francia".

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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