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NATIONAL SPELLING BEE

Los encantadores de palabras

Niños de origen indio ganan por octavo año consecutivo el torneo de deletreo de Estados Unidos. Su hegemonía suscita mensajes racistas en Internet

Los dos ganadores del torneo, la noche del jueves.
Los dos ganadores del torneo, la noche del jueves.ALEX WONG (AFP)

Son dos minutos de suspense transmitidos en directo por televisión que comienzan cuando el presentador pronuncia la palabra. No suele ser sencilla, pues muchas tienen raíz extranjera, como pyrrhuloxia o schefflera. El niño, de entre 9 y 15 años, le pregunta su origen, categoría gramatical y algún ejemplo. El tiempo avanza ante los nervios de los familiares en el público. Quedan ya pocos segundos de plazo cuando el niño escribe la palabra con un dedo en la palma de su mano y empieza a deletrear con aplomo una a una las letras que la componen. Si acierta, sigue compitiendo. Si falla, queda eliminado y allí culminan años de insaciable preparación.

En las semifinales y la final del National Spelling Bee, el torneo anual de deletreo infantil de Estados Unidos, iniciado en 1925, todo parece imprevisible. Pero los resultados no son tan sorprendentes: por octavo año consecutivo el ganador de la final -la noche del jueves en horario de máxima audiencia televisiva- fue de origen indio. De las últimas 16 ediciones, solo cuatro no han sido ganadas por indo-estadounidenses.

De las últimas 16 ediciones, solo cuatro no han sido ganadas por indo-estadounidenses

El dominio de esa comunidad suscitó el año pasado mensajes racistas en las redes sociales, como “Necesitamos que un americano gane el Spelling Bee #Cansadodeindios”. Los comentarios de burla se repitieron este año. La polémica incomoda a la dirección del torneo. “Nos gustaría que se celebrara ese gran hito y no se les juzgara por el color de su piel y origen”, dice la portavoz, Vallerie Miller.

La gloria la compartieron este año Vanya Shivashankar, de 13 años, y Gokul Venkatachalam, de 14. Cada uno recibió un cheque de 30.000 dólares y material escolar. De los 10 finalistas, 7 eran de origen indio. De los 49 semifinalistas, la mitad. En total, más de una quinta parte de los 285 participantes en la edición 88 del concurso infantil más grande y antiguo del país, que se celebró entre el martes y el jueves en un lujoso hotel en National Harbor (Maryland), a las afueras de Washington.

¿Qué explica la hegemonía de una comunidad étnica que supone menos del 1% de la población estadounidense? “No lo sé, si trabajas duro puedes lograr todo lo que quieras”, responde la madre de Jev Jaiswal, de 13 años, que terminó en quinta posición. “La gente del sur de Asia tiene una gran capacidad académica”, esgrime Sridevi Malla, cuyo hijo de 11 años no entró por los pelos a las semifinales.

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Según la dirección del torneo, las claves del éxito indio son la perseverancia, la importancia de la educación, el fomento temprano de la lectura y la promoción de una competencia sana

Malla trabaja en una compañía de informática en el Estado de Nueva York (el perfil científico es común en la diáspora india en EE UU) y cuenta orgullosa cómo ayuda varias horas al día a su hijo a estudiar palabras en el diccionario internacional Webster, en el que se basa el torneo. Sostiene que los indios tienen en los “genes” esa habilidad del mismo modo que otros grupos étnicos y raciales sobresalen en actividades deportivas o musicales.

La clave, dice la portavoz Miller citando un estudio de la Universidad de Pensilvania, es la “perseverancia”. A ello, une tres factores propios de la comunidad india: la importancia de la educación, el fomento temprano de la lectura y la promoción de una competencia sana.

Hay concursantes veteranos. Era la quinta y cuarta participación de los dos ganadores. El límite está en los 15 años de edad. Algunos vienen motivados por experiencias familiares: 36 participantes tienen familiares que compitieron en el pasado. La hermana de Shivashankar ganó en 2009.

Para todos supone la culminación de una disciplinada cruzada: 11 millones de niños compiten en las fases locales previas y comparten el sueño de ver su rostro colgado, junto al de los ganadores pasados, en los pasillos del hotel y que los reciba, como sucedió el año pasado, el presidente Barack Obama en la Casa Blanca.

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