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El uso de la IA en el arte: ¿creatividad o plagio?

La inteligencia artificial es para muchos una herramienta, como Photoshop o un pincel. Para otros, urge poner freno a lo que consideran un robo y recuperan una pregunta: ¿qué se considera arte?

Ana Vidal Egea
El fotógrafo alemán Boris Eldagsen con su obra 'Pseudomnesia: El Eletricista', creada con IA y con la que ganó el premio Sony World Photography Award. En Berlín, el 3 de Mayo de 2023.
El fotógrafo alemán Boris Eldagsen con su obra 'Pseudomnesia: El Eletricista', creada con IA y con la que ganó el premio Sony World Photography Award. En Berlín, el 3 de Mayo de 2023.FABRIZIO BENSCH (Reuters / Contacto)

Este verano el artista berlinés Boris Eldagsen ganó el Sony World Photography en la categoría de Creatividad con una fotografía generada a través de un programa de generación de imágenes. The Electrician se convertía así en la primera imagen de la historia creada mediante IA que gana un certamen de fotografía. Eldagsen asegura que cuando el comité le informó de que su obra había resultado ganadora, les reveló que había sido creada a través de DALL-E AI pidiéndoles que, si seguían decididos a premiarlo, la entrega fuera acompañada de una discusión sobre los problemas asociados al uso de la IA en el arte. Aunque el comité le permitió quedarse con el premio, no abordó la propuesta ni cómo había sido creada la imagen ganadora, lo que animó al artista a posicionarse públicamente en contra del certamen. “La inteligencia artificial no es fotografía. Por lo tanto, no aceptaré el premio”, determinó Eldagsen en su discurso en la ceremonia de entrega, destacando la importancia de la transparencia y desencadenando un debate internacional sobre el uso de la IA en el arte. Las consecuencias no se han hecho esperar. En noviembre, la organización del World Press Photo, considerado el concurso de fotoperiodismo más prestigioso del mundo, modificó sus bases para prohibir el uso de la IA en todas sus categorías, incluso en la de Formato Abierto, donde inicialmente sí era posible.

“El arte ha muerto. Se acabó. Ha ganado la inteligencia artificial”, sentenciaba en The New York Times en 2022 Jason M. Allen, un diseñador de videojuegos estadounidense que se aficionó a Midjourney. Con este generador de imágenes ganó el premio de arte digital en la feria de Colorado, con una obra titulada Théâtre d’Opéra Spatial.

Pero para Noam Segal, comisaria artística del Guggenheim, “la cuestión no radica en la herramienta de producción, sino en la implicación conceptual y material del artista, ya sea computacional o basada en la materia. La generación de imágenes mediante IA podría materializarse como una forma de arte conceptual y también puede manifestarse como una mera técnica”. Según matiza por correo electrónico, cada obra es un mundo y debe considerarse caso por caso.

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En España, la Colección SOLO lidera el sector de la experimentación artística con más de 50 obras creadas con IA, entre las que se incluye la primera obra de esta índole subastada en Sotheby’s, Memories of Passersby I. Acaban de lanzar la segunda convocatoria del concurso internacional SOLO AI AWARD’24 que, junto a Goldsmiths University y Google Arts & Culture, premia con 10.000 euros la innovación de obras creadas con IA. Según su director creativo, Óscar Hormigo, la IA es una herramienta más, como puede ser Photoshop o un pincel.

Algo que secunda Lev Manovich, director del Laboratorio de Análisis Cultural y profesor presidencial de Informática en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY): “Los generadores de imágenes de IA serán pronto vistos como algo normal, como sucedió con todas las herramientas técnicas anteriores”. Manovich explica mediante correo electrónico que “no todas las personas que utilizan herramientas de IA para crear arte son artistas, así como no todas las personas que sacan fotos son fotógrafas”. En el libro Artificial Aesthetics. A Critical Guide to AI, Media and Design [estética artificial. Una guía crítica para la IA, los medios y el diseño], del que Manovich es coautor, se explica que, aunque con la IA los humanos automatizan su proceso, el resultado dependerá de la sensibilidad estética del sujeto. “Las opiniones conservadoras consideran la maestría técnica como un criterio para el arte real. El cliché popular de ‘¡mi hijo podría haberlo hecho!’ dirigido al arte contemporáneo se vuelve irónicamente contra el arte tradicional, complejo en estilo, pero computacionalmente escalable: incluso una IA podría hacer eso. Es Duchamp lo que permanece fuera de las capacidades creativas de la inteligencia artificial, al menos por ahora”.

Marcel Duchamp fue, con su famoso orinal, uno de los pioneros en abordar qué puede considerarse arte. Según el francés, precursor del arte conceptual, arte es aquello que el artista dictamina. Una definición con la que concuerda Miguel Oliveros, artista interdisciplinar y profesor en el Laboratorio de Videojuegos y Aplicaciones de la Universidad Nebrija, que lleva 20 años creando mediante aplicaciones programadas por él mismo. “El desarrollo natural del arte contemporáneo es que pasamos de objeto a proceso”, explica mediante mensaje de audio. “Para mí todo tipo de creación que use tecnología es procesual, no objetual, el objeto es parte del proceso. Es decir, no me interesa la imagen, sino el sistema, sobre todo si está programado en código abierto”.

Los problemas éticos aparecen si los artistas, en lugar de trabajar con su propia obra, usan las IA generadoras de imágenes. Muchas utilizan Laion-5B, una base de datos pública sin fines de lucro que incluye millones de imágenes de internet protegidas por derechos de autor. Cuando la IA las utiliza, se atenta contra la propiedad intelectual de los creadores, ya que las imágenes se emplean sin consentimiento, compensación económica ni reconocimiento de autoría.

Es el caso de tres artistas estadounidenses (Kelly McKernan, Sarah Andersen y Karla Ortiz) que demandaron colectivamente a Midjourney, Stable Diffusion y DreamUp tras ver aparecer sus nombres en peticiones para crear obras digitales con un determinado estilo. El caso ha sido desestimado en varias ocasiones, pero las artistas siguen insistiendo. Por visibilizar esta lucha, Kelly McKernan fue elegida por la revista Time como una de las 100 personas en IA más influyentes de 2023. También querellan empresas. Getty Images llevó a juicio a Stability AI por utilizar millones de sus fotografías protegidas por derechos de autor e infringir su marca de agua. Ambos casos están a la espera de resolución.

El movimiento Support Human Artists - AI is Theft (apoya a los artistas humanos, la IA es un robo) denuncia la apropiación ilícita de información por entidades privadas para generar ingresos, lo que muchos conciben como un plagio masivo sin consecuencias. En este contexto, el colectivo Arte es Ética ha recogido más de 5.200 firmas para regular las IA en Latinoamérica y España. “Si como miembros activos de la sociedad no hacemos valer nuestros derechos, se seguirá agravando este escenario en que el desvalor de lo “remixado” por máquinas se impone sobre el valor original de lo creado por personas”, puede leerse en su manifiesto. Siguiendo a Oliveros, “esta práctica de trabajar a partir de la apropiación de contenido es fruto del sistema hipercapitalista en el que vivimos, donde prima la comodidad”.

Ante las demandas por infracción de derechos de autor, los desarrolladores de IA se defienden aludiendo al uso legítimo, que permite que se utilice una obra protegida de forma transformadora, lo que cobra sentido en el entrenamiento de los generadores de imágenes. Para Óscar Hormigos, el principal problema al que nos enfrentamos será la imposibilidad de diferenciar lo real de lo ficticio. “Estamos en un momento muy emergente, no es el momento de respuestas, es el momento de hacernos preguntas adecuadas para construir el uso de la IA que queremos”.

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Sobre la firma

Ana Vidal Egea
Periodista, escritora y doctora en literatura comparada. Colabora con EL PAÍS desde 2017. Ganadora del Premio Nacional Carmen de Burgos de divulgación feminista y finalista del premio Adonais de poesía. Tiene publicados tres poemarios. Dirige el podcast 'Hablemos de la muerte'. Su último libro es 'Cómo acompañar a morir' (La esfera de los libros).
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