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La casa de enfrente
Columna
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La paternidad de Bertín Osborne y el síndrome Darth Vader

¿Hasta cuándo tendremos que padecer la violencia de estos padres que enmascaran su responsabilidad?

Bertín Osborne Darth Vader
Bertín Osborne, durante una presentación de la Bertin Osborne Foundation, el 22 de mayo de 2022 en Madrid.Borja B. Hojas (Getty Images)
Nuria Labari

Dos días después de que nazca su séptimo hijo, Bertín Osborne le ha dedicado una exclusiva en la revista ¡Hola! Una donde explica que no quiere ser su padre. “Simplemente, he decidido que no voy a ser padre. Que no quiero ejercer de padre”. Él, que ha cuestionado el derecho de las mujeres a decidir sobre su maternidad y que clamó al cielo el día que una profesora explicó a sus alumnos que no celebrarían el día del padre en clase. “¿Pero quién es esta loca?”, bramó entonces. “¿De qué manicomio se ha escapado?”. Tenía que ser precisamente Bertín Osborne quien exhibiera lo cruel y violenta que puede llegar a ser la paternidad machista para mujeres y niños.

Pero, ¿qué significa ser padre? Yo creo que, como mínimo, implica no dejar indefenso ni material ni psicológicamente al hijo. Así que, cuando a un niño le dices que no le has querido, le estás haciendo un daño condenable y prescindible. Y cuando le dedicas a un bebé un exclusivón en ¡Hola!, estás privando a un menor de su derecho a la intimidad y amplificando un daño íntimo hasta volverlo público e irreparable. De hecho, cuando infliges una violencia tan descarnada contra un recién nacido, estás infligiendo también una forma de violencia vicaria sobre la madre del niño. Así que la portada no habla de la no paternidad de Bertín, sino de una idea de paternidad tóxica que él defiende desde su situación de privilegio y propaga gracias al altavoz que le otorga un medio tan irresponsable como él.

Pero, ¿qué podría llevar al bondadoso y católico Bertín Osborne a un comportamiento tan cruel? Yo creo que una ideología y una cultura profundamente machistas. Bertín debe de creer que declarar que no quiere a su hijo (e ilustrar la entrevista con fotos en la tierna compañía de su perro) no supondrá ningún conflicto para el menor y, menos aún, para la madre, recién parida en el momento de la exclusiva. Al contrario, asegura que “Gabriela es buenísima gente. Muy atractiva. Muy trabajadora. Muy decente”. Y lo dice para aclarar que ella no tiene la culpa de su paternidad. Como si las mujeres pudiéramos manipular las decisiones anticonceptivas de nuestras parejas. “Y he oído por ahí que… Que si dinero, que si intereses… ¡No, no y no!”, asegura. “Ella me ha rechazado cualquier ayuda que yo haya podido ofrecerle. Es justo decirlo”. Como si el amparo material que exige un hijo fuera opcional o dependiera de la opinión o la ideología de los padres.

Y yo me pregunto: ¿le habrá informado Bertín a Gabriela de cuánto ha facturado por la exclusiva? ¿Le habrá dado a la madre su parte y la del menor por lucrarse de su intimidad? Aunque dice también que no está seguro de que el niño sea suyo. Otra agresión gratuita contra la madre. Pero, llegado el caso, ¿le dará a Gabriela el total de lo que ha cobrado por lucrarse de una paternidad que no le corresponde? “Oye, ¿y si se confirma que es mío? Yo soy un tipo responsable y ayudaré y me haré cargo de lo que tenga que hacerme cargo”. ¿Responsable? ¿En serio? ¿Que ayudará? ¿Pero a quién se cree que tiene que ayudar? La figura paterna es independiente de la madre y tiene todas las responsabilidades afectivas, psicológicas y materiales sobre el menor. La pregunta es, ¿hasta cuándo tendremos que padecer la violencia de padres que enmascaran su responsabilidad a lo Darth Vader? La saga parece haber terminado. Pero el Imperio, ya saben, contraataca.

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Sobre la firma

Nuria Labari
Es periodista y escritora. Ha trabajado en 'El Mundo', 'Marie Clarie' y el grupo Mediaset. Ha publicado 'Cosas que brillan cuando están rotas' (Círculo de Tiza), 'La mejor madre del mundo' y 'El último hombre blanco' (Literatura Random House). Con 'Los borrachos de mi vida' ganó el Premio de Narrativa de Caja Madrid en 2007.
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