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Un asunto marginal
Columna
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Tragedia más tiempo

Al agotamiento pandémico se une la sensación de que nos tratan como a idiotas. Y nos lo tomamos a risa

Relaciones sociales
Ciudadanos con mascarilla paseando por las calles de la zona de Portal d'Angel, Barcelona, el pasado 6 de diciembre.Paco Freire (Getty)
Enric González

Intentemos examinar esta tragedia como un relato. No un relato político, sino literario. Y consideremos esa frase que a tanta gente se atribuye: la comedia es tragedia más tiempo. Tenemos la tragedia y tenemos el tiempo, casi dos años ya. Resulta inevitable que de entre tanto desastre emerja la comedia.

¿Podemos calificar de otra forma lo de volver a llevar mascarilla por la calle? Los expertos consideran que no sirve de nada. Pero los políticos le ven dos ventajas: transmite la sensación de que se toman medidas y, sobre todo, no cuesta un céntimo.

¿Cuánto tardarán en volver a recomendarnos que saludemos con el codo? ¿Nos ponemos ya a lavar la verdura con lejía? ¿De verdad no hemos aprendido nada desde marzo de 2020? Al agotamiento pandémico se une la sensación de que nos tratan como a idiotas. No caben muchas alternativas: o tomamos el Palacio de Invierno o, más cómodo, nos lo tomamos a risa.

Los políticos de aquí son seguramente tan competentes o incompetentes como los de otros sitios, porque el virus hace estragos por todas partes. Pero los políticos de aquí tienen más gracia. Y, en algunos casos, un instinto literario agudísimo.

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Me refiero sobre todo a Isabel Díaz Ayuso. Aún hay quien cree, como mi admirado Pedro García Cuartango, que El asesinato de Roger Ackroyd constituye la cumbre de los relatos detectivescos. ¡Quítate de ahí, Agatha Christie! Nadie maneja la intriga (en sus diversos significados) como la presidenta de Madrid.

La revelación ayusiana de que la culpa de todo esto es de los médicos madrileños nos ha dejado patidifusos. Vaya desenlace. Quién iba a sospecharlo, con lo mucho que aplaudimos. Con razón Díaz Ayuso se apresta a despedir a cientos de ellos. Bien hecho, presidenta. O eliminamos a los médicos o, visto lo que sabemos ahora, nos eliminan ellos a nosotros. Y además de eliminarlos conviene investigarlos. ¿Por qué no responden al teléfono? ¿Qué estarán haciendo? Que se sepa. Porque el colapso de los centros sanitarios será por algo, ¿no?

También en las otras comunidades autónomas está previsto despedir médicos. Se acaban los “fondos covid” (será que la pandemia ha terminado) y se acaban, por tanto, los puestos de refuerzo creados cuando el virus hacía estragos.

Los estragos de ahora deben de ser menos importantes, o menos urgentes, porque el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, convocó el domingo pasado una reunión telemática urgente de los presidentes autonómicos para tres días después. O sea, urgencia pero con calma, que estas cumbres requieren un wifi bien afinado, no se vaya a perder nadie la propuesta del presidente vasco: que la Nochebuena termine en casa (un lugar de máximo peligro) a las 21.00, y en los restaurantes, donde nunca nadie se ha contagiado, a las 23.30.

Ahora nos pincharán otra vez, por lo que habrá menos vacunas para enviar, por ejemplo, a los países africanos. Allí irá cociéndose otra variante chunga que luego se expandirá por el mundo. Y vuelta a empezar.

Lo dicho: tragedia más tiempo es comedia. Tragedia más tiempo, más tiempo, más tiempo, es hastío.

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