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Tomatito: “Cuando empecé en el flamenco había que tener cuidado. Camarón me cuidó”

El mítico guitarrista flamenco actúa hoy en el Flamenco Festival de Nueva York, apadrina un corte inédito de Camarón de la Isla y repasa una carrera que, con dos álbumes en el horizonte, sigue dando mucho de sí

A falta de saber si su yo del pasado grabó más 'spots', Tomatito tiene para 2024 un disco con Michel Camilo y otro dedicado a Paco de Lucía.
A falta de saber si su yo del pasado grabó más 'spots', Tomatito tiene para 2024 un disco con Michel Camilo y otro dedicado a Paco de Lucía.www.anibalfotografo.com

Sin ser conscientes de ello, Camarón de la Isla, con Tomatito al toque, grabaron un jingle involuntario para la cerveza Cruzcampo. Fue en un descanso durante las sesiones de Soy gitano, el penúltimo álbum del cantaor, en 1989. “Después de la grabación me ponía yo a tocar la guitarra, estaba también por ahí Diego Carrasco, y claro, los flamencos siempre cuando terminamos tenemos mucha sed, nos sacamos unas cervezas, y Camarón se arrancó con un cante que decía: ‘De la Cruzcampo yo no me quito, de la Cruzcampo yo no me aparto’. Luego empezamos uno pacá, otro pallá”, rememora Tomatito, nacido como José Fernández Torres en Almería hace 66 años.

“Hay algunas personas que lo graban todo, como es el caso del productor Ricardo Pachón. ahí nos pillaron y captaron algo auténtico, y lo han mantenido tal cual, con la voz original de Camarón, sin modernuras ni nada de eso”. El guitarra se refiere a que, aprovechando el hallazgo, Universal ha publicado ese corte de 26 segundos, al que han titulado La cruz del campo, y, que, al tiempo, forma parte de la nueva campaña de la compañía cervecera y es su himno oficial.

¿Queda mucho material inédito de Camarón? Sí, todavía hay cositas en los discos duros, de aquella época, cosas que se descartaron.

¿Cómo le influyó él, como cantaor, a la hora de tocar? Muchísimo. Y desgraciadamente me hice solista porque él desapareció, si no habría seguido con él. Congeniábamos estupendamente. Ten en cuenta que yo toqué para Camarón prácticamente desde niño, durante 18 años. Si yo grabé dos discos en solitario antes de que él se fuera [se refiere a Rosas del amor, de 1987, y Barrio negro, de 1991] era porque él me obligaba. Yo dormía en su casa, y ha sido un ídolo, ha sido quien ha abierto las puertas del mundo al flamenco para que todos nosotros, los más jóvenes que él, vayamos por todo el mundo a tocar.

Precisamente hoy inaugura el Flamenco Festival de Nueva York, un lugar al que acudió por primera vez acompañando a Camarón. Sí, tengo un recuerdo muy emotivo de aquel concierto. Tocaban El Último de la Fila, Ketama y Camarón en el Palladium, dentro del New Music Seminar. Todos iban con grupo grande, con batería y todo eso, y Camarón y yo aparecimos solos. Empezó a cantar por seguiriyas, hizo el primer “¡ay!” y todo el mundo se quedó… [hace un gesto de sobrecogimiento]. Me quedé helado, la fuerza que él tenía a la hora de transmitir lo que fuera. El flamenco es un género de música que representa el dolor de un pueblo y que es auténtico de verdad, y él consiguió que conectara con la humanidad.

Era un hombre un poco imprevisible, ¿no? ¿Hubo muchas cosas inesperadas en sus conciertos? No tantas, lo que pasa es que él es una leyenda y hay muchos bulos. Por ejemplo, hay quien dice que en un concierto hubo tiros y de todo, pero yo eso no lo recuerdo.

Cuando Camarón fallece, en 1992, se siente usted huérfano y no le ve sentido a acompañar a nadie más. No le veo sentido, pero tampoco me llaman. En 1992 todos los guitarristas flamencos ya estaban acoplaos, así que me hice solista, pero siempre con Camarón en el recuerdo. La gente me ve y piensa en Camarón, y yo encantado de ello. Hay otra cosa que le voy a decir: fue Frank Sinatra quien me salvó cuando su cáncer de pulmón ya estaba avanzado y sabíamos que lo íbamos a perder. Me invitaron a ir como telonero suyo en Madrid, Barcelona y A Coruña. En aquel momento yo quería dejar la guitarra, pero acepté. Recuerdo que Sinatra me mandaba llamar, yo me sentaba en la puerta del camerino suyo, me ponía a tocar y él sacaba un cigarrito de esos de los suyos. Yo le conocía de las películas y todo eso. Veía a ese personaje y decía “¡hostia!”, y para mí era una cosa tan grande que yo, a partir de ahí, volví a coger la guitarra.

También tocó con Paco de Lucía. ¿Nunca hubo competición entre ustedes? No. Precisamente aprendí de él que nuestra guitarra no es competencia, porque si intentas superar a alguien y no llegas te frustras, como le ha pasado a mucha gente. Paco de Lucía ha sido, para mí, el mejor guitarrista de la historia, y me ha criado él. ¡Qué maravilla! ¿no? Todo el que compita, mal.

Tiene usted fama de ser un músico muy metódico, que estudia o practica muchas horas al día. Sin embargo, hay un sambenito de los flamencos, más dados a improvisar, a dejar que fluya el duende. Sí, por supuesto. Aquí hay una cosa que yo descubrí a lo largo de los años. Yo tengo más facilidad que tú para tocar la guitarra, pero si tú no le echas trabajo, esa facilidad no perdura. Yo, que he tenido la suerte de que me gustara la música universal en general, llegó un momento en que perdí el miedo a salirme del flamenco cuando toqué con Michel Camilo y empecé a aprender temas de Astor Piazzola, de Chick Corea, el Concierto de Aranjuez del maestro Joaquín Rodrigo. Y todo eso sin saber yo música, sin poder leer las partituras. Si estudias y adquieres una buena técnica estás feliz contigo mismo, no tienes nada que pensar más que en tocar y en escuchar tu corazón imitando a la voz, porque siempre digo yo que el corazón es el instrumento natural de la vida. En el flamenco aún hay algunos que dicen que no tienes que estudiar y solo tienes que estar todo el día de fiesta y borracho perdido, pues ya ves tú.

Cuando usted empezó a tocar en un tablao de Málaga sus padres eran reticentes a que se dedicase al flamenco precisamente por ese tipo de preconcepciones sobre la mala vida asociada a él. Claro, eran los años setenta. Hoy ya se sabe todo, pero nosotros no teníamos esa información y había que tener mucho cuidado. Yo me porté bien y Camarón también me cuidó muy bien. Él no me indujo a nada y se preocupó siempre por mí. Y aquí estoy.

¿Qué diferencias percibe entre el flamenco con que usted empezó y el actual? Ha cambiado porque, mira, yo empecé en mi barrio, en Pescadería, en Almería. Yo aprendí en la calle, y ahora esos barrios ya no existen, ahora hay edificios y esas cosas, y aprendes por los aparatos. Antes había muchos festivales, ahora hay más ciclos… pero en cuanto a si ahora es más fácil vivir del flamenco no soy yo la persona idónea para decirlo, porque a mí siempre me ha ido bien, tanto con Camarón como después, de solista. Lo que sí creo es que siempre harán falta ayudas para el flamenco, que haya oportunidades para los jóvenes.

Hoy hay mucho debate sobre la pureza y la innovación, pero eso ha estado ahí desde que el flamenco existe, ¿no? Sí, de una manera u otra sí. Pasó con La leyenda del tiempo, lo que pasa es que Camarón conocía todos los principios del flamenco, todos sus cimientos, al igual que Enrique Morente, que fue otro portento pero que, en realidad, no inventaba, sino que recreaba sobre lo ya creado. Él innovaba, pero siempre sabía de dónde venía, y eso es algo que yo siempre les digo a los jóvenes que es muy importante. Tú quieres hacer tu propia soleá, pero tienes que saber cómo lo hacían Sabicas, El Niño Ricardo, Don Ramón Montoya… Luego ya podrás hacer tu propia cosa y si tu interpretación lo admite, das con la tecla y al público le gusta, pues adelante.

También tuvo su momento pop, cuando colaboró con Mecano y Neneh Cherry. A Nacho Cano le gusta mucho la música de todo tipo, él me llamó y me dijo que querían hacer un tema instrumental, Por la cara, en el que yo tocase la guitarra. Cuando salió el disco (Descanso dominical, de 1988), lo escuchaba en todos los aeropuertos, en todas las tiendas y en todos los sitios. Me dio mucha alegría aquello. Y lo de Neneh Cherry, mira, ya no me acordaba [fue una versión en español de su tema Woman, en 1996]. Todo esto era porque llamaban a la casa de discos en plan “quiero grabar con Tomatito y tal” y yo me quedaba sorprendido y tocaba con mucha ilusión siempre en esas cosas.

Lleva ya más de medio siglo en la música. ¿Qué le queda por conseguir? Me falta una cosa que me gustaría mucho hacer, pero no te lo voy a decir, porque si luego sale ya no habría sorpresa. Ahora, de momento, tengo varios discos a punto de publicar, el cuarto de la serie Spain con Michel Camilo, y también saldrá un disco flamenco que estoy mezclando, con cosas que no había grabado aún, palos como el fandango de Huelva, que dedico a mi abuelo y a mi tío Miguel. También hago unos tientos, que es algo nunca había tocado, para los que me ha hecho una letrita preciosa José Mercé, recordando a mis padres. El título todavía no lo tengo, pero la mayoría del disco se lo estoy dedicando a Paco de Lucía, porque hace ya diez años de su pérdida, y como él siempre será mi ídolo y yo su fan número uno, quiero dedicarle la mayoría de mi obra, es lo que me sale del corazón.

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