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“Hacer tareas del hogar ni te resta hombría ni te vuelve santo”: el problema de la moda de los ‘amos de casa’ en redes sociales

En TikTok se estilan los vídeos en los que hombres de todo tipo cocinan, limpian y ordenan con fines cómicos, románticos o aleccionadores mientras fuera de las pantallas el 62% de las mujeres sienten que acarrean con todo el peso

Harrison Ford aspira su casa de Los Ángeles en 1981. Hoy, en TikTok, hombres anónimos lo hacen y reciben 'me gusta' y alabanzas como si fueran superestrellas.
Harrison Ford aspira su casa de Los Ángeles en 1981. Hoy, en TikTok, hombres anónimos lo hacen y reciben 'me gusta' y alabanzas como si fueran superestrellas.Getty Images / Collage: Blanca López

Que las redes sociales no tratan igual a hombres y a mujeres no necesita ejemplos, pero aquí va uno: las denominadas tradwives (esposas tradicionales), que reivindican la figura devota, perfeccionista y esteta de las amas de casa de los años cincuenta y sesenta y ensalzan la sumisión a sus maridos en vídeos de estética digna de una película de Doris Day son vapuleadas en las redes. Son tachadas de esclavas, trepas, mantenidas. Sin embargo, los amos de casa que presumen de estilo de vida doméstico en TikTok cuentan con la más absoluta simpatía de los internautas. “¿Trabajarías si tu mujer tuviera un sueldo de siete cifras?”, pregunta uno de ellos en un vídeo que ya es viral a la vez que enciende una aspiradora. “Aquí, cuidando de la casa mientras mi esposa gana 100.000 al mes”, dice otro orgulloso amo de casa mientras baila y hornea.

En realidad, este tipo de contenido no es diferente al que crean las tradwives. Todos parten de la misma premisa, tan debatida como envidiada: que nadie trabajaría si su pareja ganara lo suficiente como para mantenerles. Mientras que a las tradwives se les echa en cara constantemente lo peligroso que es depender financieramente de sus esposos, este tema no se comenta a los amos de casa. En su caso, verlos con una aspiradora se convierte en exotismo. Su estampa limpiando los cristales, en material de comedia. Un popularísimo vídeo compara las tareas domésticas realizadas por un hombre con el arte milenario de un karateka. Otros son una excusa para que un hombre de belleza normativa y esculpida en el gimnasio hable sin camiseta frente a la cámara. Otro muestra la reacción arrobada de una mujer al descubrir que, durante su ausencia para trabajar, su marido ha hecho todas las tareas del hogar. “Por su reacción se nota que esto es algo que haces un día al año”, comenta un usuario que se llama, precisamente, “papá de Texas”.

Néstor Maillard es un diseñador gráfico que optó hace tiempo por quedarse en casa y reivindicar el reparto equitativo de tareas en las familias. El amo de casa más popular de las redes, conocido como Amo de Casa y seguido por casi 900.000 personas en Instagram, explica a ICON que considera que nos encontramos en un momento “bisagra” en el que es necesario visibilizar a hombres haciendo tareas que antes naturalizábamos como femeninas. “Hacer las cosas de la casa no te resta hombría, pero tampoco te convierte en un santo o en alguien que merezca un monumento. Tampoco creo que haya que invertir roles. Para mí la casa es de todos los que la habitan, así como la responsabilidad. Sin importar cómo sea la familia y la casa, todos tenemos que ser amos y amas de casa e involucrarnos. Yo no me dirijo en concreto ni a varones, ni a mujeres, ni a un único tipo de familia. Mis redes son un espacio que busca ayudar a todas las personas”, asegura.

El (desigual) reparto de las tareas domésticas

Esta moda de TikTok coincide en el tiempo con el lanzamiento de la aplicación Me Toca, presentada la semana pasada por el Ministerio de Igualdad con el fin de medir y repartir equitativamente el tiempo que cada miembro de la familia dedica a las tareas domésticas. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Trabajo realizada por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo, las mujeres invierten 12,5 horas más a la semana que los hombres en trabajo no remunerado, en detrimento del empleo principal, al que dedican 5,8 horas menos a la semana que los hombres. La EPA indica que el 76% de los contratos a tiempo parcial corresponden a mujeres, que incrementan el tiempo dedicado al trabajo no remunerado (30 horas a la semana), cuando tienen jornada a tiempo parcial. Por su parte los hombres dedican al trabajo no remunerado 14 horas a la semana al margen de que trabajen a tiempo parcial o a jornada completa.

Laura Sagnier, investigadora y divulgadora sobre igualdad, recuerda los resultados inéditos sobre la brecha de género en España en su última investigación, Las mujeres y los hombres, hoy: ¿Igualdad o desigualdad?. Según ella, el 62% de las mujeres que viven con un hombre sienten que acarrean la “losa de hormigón” del desequilibrado reparto de las tareas domésticas y familiares en su pareja. Entre los hombres, solo el 31% reconocen que esta situación existe en su relación de pareja. Lo que en TikTok son vídeos desenfadados con una narrativa que va desde el humor hasta el romanticismo impostado, en la realidad sigue siendo una excepción.

“Hay un tema de expectativas importante. Mientras no haya equidad en casa, es utópico pensar que tendremos las mismas oportunidades que ellos”, dice Sagnier. “Respecto a los vídeos de amos de casa influencers, me gustaría saber si el reparto de las tareas es real y si tienen hijos, porque el problema aparece cuando hay hijos. La buena noticia sería que ellos entendieran que hay que hacer las tareas en casa y cuidar a los hijos, así como que no solo somos nosotras las que tenemos que hacerlo. Tendrían que aparecer en las películas muchos hombres haciendo tareas domésticas para que sea algo que se transmita de forma natural. No sé si en esos vídeos, al final, hacen que se interprete como algo excéntrico. Las mujeres me dicen frecuentemente que ‘con maridos e hijos, es imposible mantener la casa’. Yo siempre trato de ayudar a cambiar esa mirada y ese chip, porque esa afirmación naturaliza y da por sentado que la responsabilidad es de una sola persona, y en general recae en la mujer. A las parejas, si no les nace, se les exige que hagan su parte, porque la responsabilidad es compartida y a los hijos se les educa, involucra y se les da el ejemplo”, resume Maillard.

Oda a la domesticidad

Begoña Pérez Díez de los Ríos, conocida en las redes como La Ordenatriz y que cuenta con más de un millón de seguidores, es una influencer de referencia en orden y limpieza. “Es cierto que todavía persiste la mentalidad de que las mujeres nos tenemos que ocupar de todo, sobrevolarlo todo y tener la cabeza en todo. Hay veces que es difícil que una pareja tenga en mente las actividades extraescolares, las vacunas de los niños, el horario exacto de entrada y salida del colegio… Incluso la residencia o el centro de día de su madre. La gente alaba que [el trabajo derivado de las tareas del hogar] se haya puesto un poco de moda y que yo, junto a otros compañeros, le demos un aire profesionalizado. La sociedad avanza y creo que, igual que participamos del uso, disfrute y desgaste de la casa, también participamos de su orden y limpieza”, explica.

Como señala Beatriz Gimeno Reinoso, directora del Instituto de la Mujer, “hablar del empleo doméstico es hablar fundamentalmente de empleo femenino precario, infravalorado y carente de la misma protección sociolaboral que otros trabajos por cuenta ajena”. La Ordenatriz tiene muy claro el porqué de esta mirada que infravalora a las tareas del hogar. “Porque no se paga. Al que elige quedarse en casa no se le paga, y si no se le paga, parece que no se valora, como si tiempo fuera gratis. A este tema habría que darle una vuelta como sociedad. Tenemos que añadir el valor de esa persona de dedicarse, gratuitamente, a los demás: a unos padres, a unos hijos, a una enfermedad, a una persona dependiente…”, comenta.

Néstor Maillard señala que hablamos de tareas que históricamente se han vinculado siempre a las mujeres y se enmarcan dentro del ámbito de lo privado. “Lo importante siempre fue lo que hacían los hombres, que se ponía además en marcha en el ámbito público y generaba de manera directa dinero. Era (es) una manera también de mantener a la mujer en un lugar de sumisión, dependiente y desvalorizada, sin respetar ni reconocer sus labores. Incluso son tareas invisibilizadas, naturalizadas para las mujeres y hasta no reconocidas como un trabajo. Del mismo modo que no se reconoce la labor de las amas de casa, pasa algo muy similar con las y los trabajadores domésticos, que son considerados trabajadores de segunda”, dice Néstor Maillard a ICON.

Lo llamativo de que los vídeos en los que los amos de casa presumen de domesticidad es que ellos reciben aplausos, mientras que las tradwives son señaladas, si bien es cierto que ellas no sólo hornean, sino que sus labores traen adjunta una mentalidad conservadora en la que lo de menos son los cupcakes. Los vídeos de los amos de casa 3.0 se enmarcan como un reclamo feminista masculino digno de elogio, pero en realidad no son tan distintos de los que protagonizan las amas de casa. Como señala Maillard, que se trate de hombres tendría que ser algo anecdótico. “En algún punto sé que mi cuenta ayuda a derribar algunos mitos y estereotipos en torno a las tareas del hogar, pero ojalá caminemos hacia un mundo en el que ya esto no llame la atención y dé igual si es un varón o una mujer quien reparta consejos para lavar la ropa”.

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