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Allegra Gucci habla del asesinato de su padre: “Mi madre era una analfabeta de los sentimientos de lo más dañina”

Allegra Gucci ha guardado 27 años de silencio desde aquel día de marzo de 1995 en el que un sicario pagado por su madre, Patrizia Reggiani, asesinó, en el portal de su casa, a tiros a su padre Maurizio Gucci, nieto del fundador de la firma de moda

Allegra Gucci
Allegra Gucci, hija de Maurizio Gucci y Patrizia Reggiani, en 2001.ADRIAN DENNIS (EFE)

Es el episodio más truculento de los más de cien años de historia de los Gucci en el mundo de la moda. Los éxitos en las pasarelas han ido de la mano de las traiciones, la locura, la codicia, el glamur y las guerras fratricidas en el ámbito familiar. Sobre ello han corrido ríos de tinta. Ridley Scott ha estrenado recientemente una película que repasa el asesinato, House of Gucci, protagonizada por Lady Gaga como Patrizia Reggiani y Adam Driver, en el papel de Maurizio Gucci, basada en el libro The Gucci Saga: From Luxury to Murder, From Creation to the Stock Market War (”La Casa Gucci: Una sensacional historia de asesinatos, locura, glamur y codicia”) de Sara Gay Forden. Los Gucci no tardaron en reprobar el largometraje alegando que “roba la identidad de una familia para obtener ganancias que aumentan los ingresos del sistema de Hollywood”. “Nuestra familia tiene una identidad, una vida privada. Podemos hablar de todo. Pero hay una frontera que no se puede cruzar”, señaló Patrizia Gucci, una de las primas hermanas de Maurizio.

Las hijas del matrimonio, Alessandra y Allegra, siempre han mantenido silencio mediático en torno a la cuestión durante los 17 años que su madre pasó en prisión, y más tarde, cuando la justicia italiana reconoció a Patrizia Reggiani una compensación de un millón de euros anual vitalicio de la herencia de Maurizio, como marcaba un acuerdo firmado entre ambos. Aunque han batallado en los tribunales para evitarlo, han callado ante la infinidad de titulares y la multitud de entrevistas en televisión y los constantes ataques que han recibido. Ahora Allegra, de 41 años, ha roto esa tendencia y ha hablado por primera vez, para contar su versión y desmontar numerosos puntos del relato oficial con un libro que pretende arrojar luz sobre las sombras de la escabrosa historia familiar, Fine dei giochi (”Se acabaron los juegos”), que llegará a las librerías italianas a mediados de marzo. Tenía 11 años cuando a su madre la operaron de un tumor en el cerebro que la cambió, incluso su comportamiento; 14 años cuando su padre fue asesinado y dos más cuando su madre ingresó en prisión considerada la autora intelectual del crimen. Prácticamente, es todo lo que se sabe de la hija menor del magnate de la moda.

Asegura que se decidió a reconstruir y publicar sus recuerdos a raíz del revuelo que se ha montado con la película House of Gucci, que define como “una pésima caricatura”, para que sus dos hijos no crecieran sin saber la verdad sobre la familia de la que proceden. “La película de Scott retrata a mi padre como alguien débil, descompuesto. Todo es falso. Y mi madre era una mujer hermosa, cortejada. Nunca se colaría en una fiesta. Papá era brillante, un gran trabajador”, ha señalado en una entrevista con Il Corriere della Sera.

En el libro relata el desconcierto de aquellos años, el abandono de los que habían sido amigos de la familia, las decepciones, la relación con su abuela, según ella con más apego al dinero que a sus nietas, las visitas a prisión para llevar cosas a su madre o cómo descubrió por televisión detalles sobre el crimen que cambiaron su visión de los hechos. “Estaba convencida de su inocencia. Esta férrea convicción fue la que me sostuvo mientras le llevaba paquetes a la cárcel, los años que pasé asistiéndola, estudiando los juicios, tratando de sacar a la luz su inocencia de una vez por todas”, ha explicado en el Corriere. Unas declaraciones de su madre sacudieron sus certezas: “No soy inocente, pero tampoco culpable”, dijo Reggiani en televisión. “Hizo una media admisión. El ‘no culpable’ aludía a la manipulación por parte de personas que se habían aprovechado de su fragilidad. La llamé y le pedí una explicación. Al final, soltó: ‘En resumen, todo lo que hice, lo hice solo por vosotras dos’. Así que ella había hecho algo. Sentí el vacío bajo mis pies. Un abismo”, ha confesado Allegra. “No tengo ninguna verdad, pero sí una certeza: mi madre era una mujer buena, pero muy vulnerable. Una ‘polilla a la inversa’, atraída por las sombras más que por la luz”, ha añadido. En el libro afirma: “Mi madre se había convertido en lo que siempre había sido. Una analfabeta de los sentimientos de lo más dañina. Insensible a todo lo que no sea material y reluciente”.

También desmonta el tópico de que el matrimonio Gucci terminó por Paola Franchi, la pareja de Maurizio tras el divorcio. “La separación tuvo lugar al menos siete años antes de su relación. En segundo lugar, porque el acuerdo de convivencia da fe del deseo de mi padre de no volver a casarse. Se lo dijo a todo el mundo: no volvería a crear una familia porque su familia éramos nosotras, mi hermana y yo”, ha señalado Allegra en una entrevista con la revista Vanity Fair. Cuando su madre fue declarada culpable en 1998, Franchi acudió al Tribunal de Menores para ofrecerse a proteger a las hermanas y a sus intereses. “Otra bofetada en la cara. Yo, hija de un padre asesinado y de una madre encarcelada, también tuve que pasar por aquello. En aquel momento tuve que pensar en defenderme, en ir ante un juez a explicar cómo me sentía, cómo era mi vida, en justificarme para evitar cualquier otro ataque. Paola Franchi no nos dio un respiro. Y continuó. No entiendo cómo puedes atacar de esa manera a una chica tan joven. O tal vez sí: solo buscaba ser recompensada, porque sus acciones iban en contra de las intenciones de amor y cuidados que solía declarar”, ha confesado Allegra en la entrevista.

También habla en sus memorias de su abuela, Silvana Barbieri, con quien se quedaron las hermanas tras el arresto de la madre. Más tarde descubrieron que ocultó parte de los fondos destinados a ellas y los transfirió a su propia cuenta corriente. También puso a su nombre una de las mansiones de la familia, cuyos gastos seguían sustentando las hermanas. “Yo confiaba ciegamente en ella. Pronto me di cuenta de que para Silvana lo importante era únicamente el dinero y el poder que conlleva tenerlo. Nos manipuló haciéndonos sentir culpables. Y manipuló a los demás con el poder que adquirió gracias al dinero”, ha señalado en Vanity Fair.

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