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La moda de Milán: mente caliente, corazón frío

Prada insufla ambición y alegría a una pasarela italiana dominada por propuestas comerciales

Semana de la moda Milan
Una modelo desfila para Prada, en la semana de la moda de Milán, ayer.PRADA (Reuters)
Carmen Mañana

“Busco hacer ropa que las mujeres quieran comprar. Que mis amigas vengan y me digan ‘quiero eso ya”. El deseo del nuevo director creativo de Fendi, Kim Jones, parece más legítimo que nunca tras un año de confinamientos globales, cierre de tiendas y ralentización del consumo. En 2020, los beneficios netos de LVMH, el conglomerado de empresas del lujo al que pertenece la marca, cayeron un 34% hasta los 4.700 millones de euros. La hecatombe no ha sido tal para firmas con fuerte presencia en Asia como Armani o Dior, también en el portfolio de LVMH y cuya división masculina capitanea Jones. Pero la pandemia ha afectado la propuesta estética de todas, independientemente de su cuenta de resultados. La prueba está en la semana de la moda de Milán, que comenzó el pasado miércoles y en la que la ambición comercial ha desplazado a la creativa.

Desde Missoni a Max Mara, las colecciones para el próximo otoño-invierno apelan a la utilidad y no a la fantasía o la experimentación. Incluso la paródica Moschino rebaja sus niveles de surrealismo habituales (exceptuando el vestido con agujero en forma de corazón en el culo). Habrá que esperar siete meses —cuando, vacunación mediante, la vida social en Occidente se reanime— para comprobar si la ecuación más ropa, menos moda es la correcta, y su resultado, el perseguido: activar las ventas.

Una modelo desfila para Fendi, en la semana de la moda de Milán.
Una modelo desfila para Fendi, en la semana de la moda de Milán.SplashNews.com (GTRES)

En esta línea estratégica, Jones construye su primera colección de prêt-à-porter para Fendi con prendas que persiguen ser una inversión segura: abrigos de cachemira y piel de camello, vestidos drapeados y bufandas de punto de visón que funcionan como pecheras, y a través de los que el británico reivindica la tradición peletera de la enseña fundada hace casi un siglo. Los homenajes a Karl Lagerfeld —que diseñó para la casa durante 52 años— quedaron circunscritos al uso del logo Kaligraphy y al arquitectónico tacón del zapato First, inspirado en un boceto del archivo. El británico sí celebra, en cambio, el armario y el estilo de las cinco hermanas Fendi, reinterpretando incluso el “uniforme” de Silvia Venturini Fendi, directora creativa de la firma desde el fallecimiento de Lagerfeld hasta la llegada de Jones y hoy responsable de las divisiones masculina y de complementos. “Son mujeres muy inteligentes y trabajadoras y por eso quería honrarlas”, argumenta el creador.

La colección firmada por Miuccia Prada y Raf Simons consigue mantener alta la presión arterial de la audiencia con una propuesta en el que el juego de texturas y patronajes va in crescendo: boleros de piel con forro de lentejuelas, vestidos túnica con cintas deportivas, bombers sobredimensionadas, abrigos con grandes solapas y hombros armados en colores luminosos, botas elásticas, monos y camisetas ceñidas al cuerpo que asoman bajo trajes de corte cartesiano y vestidos de punto. Diseños que trascienden la barrera de la edad, uno de los talentos más extraordinarios de la creadora italiana. La colección es un alarde en número de prendas, tejidos y conceptos. Tanto que requiere más de un visionado para apreciar todas las capas que la componen. “Al ser un evento sin público te puedes concentrar más en lo que quieres transmitir. Antes era un paseo, pero ahora resulta mucho más difícil: tienes que hacer el desfile, editarlo, y encontrar algo interesante que decir más allá de un grupo de chicas pasando. Cuando esto termine, habrá que seguir haciendo las dos cosas”, explicaba Prada en una charla emitida a continuación del desfile con el diseñador y fan Marc Jacobs, la actriz de Euphoria Hunter Schafer, el arquitecto Rem Koolhaas y el director Lee Daniels (Precious). Los invitados y diseñadores reflexionaron sobre las influencias que les alimentan en sus respectivas disciplinas, pero también sobre el concepto de Pradaness (también Pradismo o pradez) que Jacobs fue el primero —y más apasionado— en definir: “El pradismo es usted, señora Prada. Es un increíble ojo y un sentido del gusto. Una mezcla de cultura, inteligencia y sensibilidad. Un punto de vista que percibes en todo”.

El desfile de Missoni, el miércoles en la semana de la moda de Milán.
El desfile de Missoni, el miércoles en la semana de la moda de Milán.MISSONI (Reuters)

Missoni, Alberta Ferretti y Nº21 escogen el pragmatismo, sin asumir más riesgo que el de ofrecer transparencias a un mundo que vive en chándal. La primera recupera los vestidos y shorts de los años setenta en una colección sencilla, casi simple. Alessandro Dell’Acqua, director creativo de Nº21, depura el espíritu grunge en una propuesta más burguesa y a ratos sofisticada, pero que se apropia de todos los códigos de esta estética —los vestidos lenceros, las chaquetas de cuadros, el estampado animal— aportando sugerentes escotes geométricos. Los abrigos largos de corte militar, las hombreras dibujadas con escuadra y cartabón y los pantalones anchos de piel componen el trabajo de Alberta Ferretti; un guardarropa tricolor en negro, verde y marrón: la bandera del fondo de armario.

Fiel a su estilo atemporal, Armani recupera colores ácidos y estampados gráficos de los años ochenta. En la presentación digital de su línea Emporio Armani, que aúna mujer y hombre, exhibe chaquetas amplias de hombro caído, cinturas altas, monos militares, forros de pelo que reemplazan a los propios abrigos, pantalones con prominentes dobladillos y pinzas marcadas, y una sola corbata. La metáfora perfecta de la era del teletrabajo y del devenir de la moda masculina.

Una modelo luce un diseño de Max Mara, el jueves en la semana de la moda de Milán.
Una modelo luce un diseño de Max Mara, el jueves en la semana de la moda de Milán.GETTY

Mención aparte merece Max Mara, que con elementos tan clásicos como faldas de cuadros escoceses, jerséis anchos y sus icónicos abrigos consigue insuflarle cierta audacia y contemporaneidad a su propuesta. La clave está en las proporciones y el contraste de texturas: los kilts se alargan al tiempo que ganan ligereza gracias a tejidos más vaporosos que el tradicional tartán; las cazadoras perfecto se combinan con trajes de chaqueta de corte años veinte, y las prendas de punto adoptan siluetas deportivas. Eludir el aburrimiento no es poco mérito esta temporada.

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