Fendi, el templo del lujo
La piel acompaña a la marca desde que nació en 1925, en Roma, de la mano de Edoardo Fendi y su mujer Adele Casagrande. Su historia se recoge en un edificio del siglo XVII
La maison italiana Fendi ha dado un paso en su desarrollo y ha estrenado un templo dedicado al lujo, un palacio de la firma en el que hay lugar para una boutique pero también para un taller peletero, zonas exclusivas para los clientes más selectos, un hotel y hasta un restaurante. Todo ello, en un edificio del siglo XVII localizado en el centro de Roma, a pocos pasos de las escaleras de la Plaza de España. Lujo se mire donde se mire.
Ubicado en la céntrica calle Largo Goldoni, quiere ser la imagen del ADN de Fendi, una puerta abierta al mundo de la firma romana, que busca demostrar vitalidad y modernidad al tiempo que elegancia. Fendi es sinónimo de piel y este es el material que reviste el mobiliario, protagoniza obras de arte con distintos tratamientos de la piel (que aparece incluso recubierta con una capa de platino) y decora detalles tan inesperados como las barandillas de la escalera.
La piel acompaña a la marca desde que naciera en 1925 en Roma de la mano de Edoardo Fendi y su mujer Adele Casagrande, una costurera y artesana emprendedora que en 1918 abrió una pequeña tienda de bolsos en la Via del Plebiscito de Roma con un laboratorio de pieles en la trastienda. Sus cinco hijas, las sorelle Fendi, Paola, Franca, Carla, Anna y Alda, tomaron el relevo. En 1964 abrieron un punto de venta histórico en Roma, el de Via Borgognona, con un logotipo creado por Karl Lagerfeld, que por aquel entonces era conocido como un creador emergente y algo loco.
Después de décadas de éxito y exclusividad, las hermanas Fendi buscaron más ganancias. Desde 2000, la firma pertenece al grupo francés LVMH. A pesar de estar en manos galas, no quiere renunciar a su signo de identidad, la romanidad. Por eso, todo el palacio está decorado con materiales inspirados nada menos que en la Basílica de San Pedro, con mármoles morados, verdes y rojos. "Fendi es Roma y Roma es Fendi", celebra la marca, que quiere con este edificio ofrecer una experiencia completa para adentrarse en la Roma más glamurosa.
En el palacio está la huella de Lagerfeld, a quien no gusta contar los años que lleva de la mano de Fendi porque son más de 40. Hay fotografías tomadas por él y adornan las paredes algunos de sus bocetos. La maison sabe que parte de su éxito es gracias a él. Fue quien revolucionó el uso de la piel. Dio la importancia al diseño y añadió colores que crearon escándalo.
Este nuevo diseño está más cerca que nunca del cliente. Hay un taller en el que varios artesanos crean las prendas que han ideado los compradores. Son bolsos y abrigos en los que el comprador elige el tipo de piel, el color, la textura y otros detalles para crear una pieza única. Estas creaciones, que tienen que ser aprobadas por las oficinas de Fendi, llegan a sorprender a los creativos de la marca.
Los clientes más selectos podrán probarse las prendas en un apartamento exclusivo por el que ya ha pasado la cineasta Sofia Coppola, gran compradora de la maison. A este espacio se suma el primer hotel de Fendi, compuesto por siete suites de lujo que suponen "un acceso exclusivo al mundo Fendi", dice la marca, que vende "una experiencia única en el corazón de Roma". Para cerrar esta experiencia, Fendi ha hecho una apuesta peculiar y ha querido integrar también el sentido del gusto con la apertura del restaurante Zuma, que estrena en Roma su undécimo local en el mundo.
"El palacio es un emblema y un símbolo de nuestro ADN. No hay otro lugar en el que se puede apreciar de modo tan fácil nuestra visión personal y concreta del lujo", resume Pietro Beccari, presidente de Fendi.
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