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Calabacín a la plancha con jamón y cerezas

Estamos en la época en la que es mucho más fácil encontrar buenos calabacines. En esta receta los sacamos a bailar en una ensalada junto a al dulce de las cerezas, el umami del jamón y el ácido de la vinagreta.

Parece que hay cerezas que están intentando huir
Parece que hay cerezas que están intentando huirCLAUDIA POLO

Cocinar calabacín puede ser o un aburrimiento total o una fiesta, según cómo te lo montes. Es verdad que el calabacín que solemos encontrar durante el año en supermercados es de todo menos interesante, pero estamos en el momento del año en el que encontrar calabacines buenos es tarea fácil. Un amigo con huerto es lo mejor que puede pasarte, sobre todo si planta calabacines: la planta crece con mucha facilidad y poco cuidado y es muy muy productiva, así que quién tiene alguna de estas suele andar por estas fechas regalando calabacines al primero que pase por la puerta.

Si no se tiene esa suerte, los mercados locales y tiendas pequeñas son también una buena opción. Para elegirlos es útil saber cómo los vamos a cocinar después: para cremas y sofritos podemos escoger los ejemplares más grandes; en cambio, si queremos prepararlos en crudo los ejemplares más pequeños -que tienen menos semillas y una textura más firme- son ideales. Un calabacín cortado en láminas finas con un pelador y aliñado con una vinagreta de limón y miel -como la de esta receta- y un poco de menta es un aperitivo fresquito y facilongo que sorprenderá a más de uno. A mí me encanta utilizar calabacín blanco cuando preparo este tipo de cosas: tienen también pocas semillas y son perfectos para cocinarlos apenas unos minutos, cuando quedan un poco tostados pero a la vez algo crujientes por dentro.

Estos últimos son un espectáculo en formato ensalada, ya que al estar templados acompañan -y empiezan a fundir- la grasa del jamón ibérico. Por encima cerezas deshuesadas y lascas de parmesano. Hasta aquí todo controlado: tenemos la base de verdura, más neutra, el salado del jamón, dulzor y umami. ¿Qué falta? Un toque de acidez para potenciar todos los sabores (y salivar de gusto).

La vinagreta es a partes tan fácil como adictiva. La cayena en copos y la ralladura de limón son esenciales: queda muy aromática y tanto el picante como el cítrico combinan genial con el calabacín a la plancha, y con cualquier verdura en el formato que sea. Un par de cucharadas por encima de unas hortalizas al horno y un poco de burrata o requesón y tienes la cena solucionada, con unas hojas de rúcula y tomate bueno o como aliño para una ensalada de patata y judía verde. Resumiendo: se recomienda preparar un bote generoso para añadir a discreción por encima de cualquier cosa.

Dificultad: Realmente, ninguna.

Ingredientes

Para 2 personas

  • 3 calabacines verdes pequeños
  • 15 cerezas
  • 50 g de jamón ibérico
  • 30 g de queso parmesano
  • 30 ml de aceite de oliva virgen extra
  • Ralladura de 1 limón
  • Zumo de 1 limón
  • 1 cucharadita de miel
  • ½ cucharadita de cayena en copos
  • Sal

Instrucciones

1.
Cortar los calabacines en trozos anchos. En una sartén a fuego alto cocinarlos con un poco de sal hasta que se vean bien tostados.
2.
Preparar la vinagreta mezclando con unas varillas los 30 ml de aceite de oliva, la ralladura y el zumo de limón, la miel, la cayena y un poco de sal.
3.
En una fuente colocar el calabacín, las cerezas deshuesadas, el jamón ibérico y el queso parmesano cortado en lascas. Antes de servir, aliñar con la vinagreta.

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