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Malos ‘influencers’: cómo reconocer a charlatanes de la alimentación en las redes

¿De qué personajes que hablan de nutrición, dietas o salud te puedes fiar y de cuáles no? Estas son algunas pistas para identificar perfiles poco creíbles o peligrosos, y también para reconocer los honestos

Juan Revenga
'Influencer' no es sinónimo de nutricionista
'Influencer' no es sinónimo de nutricionistakiattisakch (Getty Images)

Con el auge de las redes sociales cada vez más personas ponen su salud en manos de ciertos perfiles a los que todos conocemos como influencers. Ya sea desde Instagram, TikTok, YouTube o Twich, muchos usuarios se “informan” sobre cuestiones que afectan de forma directa a su salud. Desde incluir o descartar ciertos alimentos y usar determinados complementos alimenticios a, directamente, suscribirse a novedosos tratamientos y utilizar sistemas de diagnóstico de dudosa credibilidad y eficacia.

Los temas referentes a la alimentación, dietética, nutrición, estilo de vida y salud son un continuo trending topic con un hashtag u otro. Lo peor, como casi siempre en estos casos, es el torrente de información contradictoria –la infoxicación– a la que se enfrentan los usuarios que ya no saben de quién fiarse. Los mensajes son de lo más variopinto y casi siempre se construyen en forma de propuestas pseudo milagrosas: promover el consumo de agua alcalina, seguir una determinada alimentación para cada fase del ciclo menstrual –lo que implicaría, al menos, tres pautas dietéticas distintas cada mes–, adelgazar bebiendo agua con limón, dejar de beber agua porque esta deshidrata –y pasar a ingerir otras cosas– o cualquier otra tontería sin fundamento científico, como las que explicó la nutricionista y tecnóloga de los alimentos Beatriz Robles en este post.

En este contexto, se estima que el 77% de los influencers españoles incumple la normativa europea e incurre en prácticas comerciales desleales. Este es uno de los preocupantes datos que se desprenden de una investigación llevada a cabo por la Comisión Europea junto a entidades de protección al consumidor, una acción de la que se ha hecho especial eco nuestro Ministerio de Consumo. Entre los objetivos principales de la investigación figura poner en relieve la especial vulnerabilidad de los consumidores cuando se enfrentan a sus habituales mensajes publicitarios, ya que la mayoría de dichos contenidos no son fáciles de identificar como tal.

Hasta la fecha, Consumo ha enviado una serie de advertencias a influencers españoles de especial relevancia advirtiéndoles de sus malas prácticas y de las duras sanciones a las que se exponen. En la mayor parte de los casos no se conocen las identidades de estos perfiles, excepción hecha de algunos que han aprovechado la advertencia del Gobierno para hacerse autopublicidad -y de paso las víctimas- como es el caso de Carlos Ríos (el creador del movimiento y supermercado realfooding) quien, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ha atribuido esta advertencia genuina sobre sus malas prácticas en RRSS, para afirmar, una vez más, que su persona es objeto de persecución por parte de las instituciones y que la mencionada advertencia es fruto de unas declaraciones suyas -de anteayer- criticando los menús en hospitales. Algo que nada tiene que ver con el aviso de sanción del Ministerio que en realidad aconteció meses atrás.

Las motivaciones de un influencer: el oro no es lo único que brilla

Sin la intención de ser exhaustivo, un conflicto de intereses puede responder a diversos orígenes, siendo el económico el más inmediato y fácil de identificar. Sin embargo, no podemos olvidar otros tipos de conflicto de intereses relativamente habituales en el entorno de la divulgación y de las RRSS. Entre ellos destacan el de ego y el de competitividad, ambos casos de conflictos de interés que no son precisamente fáciles de descubrir.

El de ego refiere a las ocasiones en las que el influencer o divulgador genera un contenido con propósito de ganar más prestigio, popularidad o, típicamente, visibilidad. El relacionado con la competitividad sucede en el momento que un determinado perfil establece una cierta competición frente a otro perfil, o frente a organizaciones o instituciones, con el fin de obtener una mayor reputación. Ambos conflictos de intereses –el de ego y el de competitividad– comparten muchos solapamientos, siendo difícil a veces etiquetarlos de forma aislada.

Así pues, el asunto va más allá de la indefensión de los consumidores frente a un contenido del que no se sabe a ciencia cierta si está patrocinado o no, si se puede o no identificar como una acción publicitaria. A fin de cuentas, y por diversas motivaciones, un determinado contenido puede ser un auténtico dislate tenga o no un interés económico inmediato detrás.

No todo lo cuqui es oro
No todo lo cuqui es oroIgor Miske (Unsplash)

Puede parecer algo, pero no significa nada

No hay fórmulas magistrales para identificar la charlatanería nutricional en RRSS, pero sí una serie de características que pueden ayudarnos a ponerla en tela de juicio o, al menos, hacernos dudar de su idoneidad. Pero antes, apuntamos tres variables que se suelen usar para trasladar cierta credibilidad y en realidad no significan nada. Toma nota:

Así se identifica un contenido o un perfil poco fiable e incluso peligroso

Dicho esto, veamos algunos de los aspectos en los que podemos fijarnos para poder hacerse una idea de la confiabilidad de un perfil o contenido. Vamos de lo más genérico a lo más concreto:

El zumo detox supervitamínico no es la solución
El zumo detox supervitamínico no es la soluciónBlue Bird (Pexels)

Los influencers pueden jugar limpio... o sucio (que es lo más habitual)

La aparición de las RRSS ha provocado cambios importantes en el mundo del marketing y ha ocasionado el nacimiento de una publicidad digital que poco a poco le ha ido ganando terreno a la tradicional (radio, prensa y televisión). Tanto es así que, según un estudio, en 2019 y en España la inversión en medios digitales superó por primera vez –con más de 2.000 millones de euros– la realizada en televisión, que durante mucho tiempo ha ostentado el liderazgo de la publicidad en medios tradicionales. En este contexto, las marcas saben que, actualmente, contratar influencers es mucho más rentable que la publicidad tradicional. Aquí se abren dos posibilidades:

Las normativas europeas son muy diversas

En España y en 2022 se modificó la ley General Audiovisual con el fin de adecuarla a la directiva europea sobre prácticas comerciales desleales, pero mientras llega el correspondiente reglamento, las sanciones ni están ni se les espera. De momento el Gobierno se dedica a “avisar” a los infractores, a algunos por segunda vez, facilitándoles un “Código de uso de Influencers en la Publicidad” que en realidad aplica, y de forma bastante laxa, a las empresas antes que a los propios influencers.

En Francia las cosas son muy distintas: la novedosa Ley nº 2023-451 del nueve de junio de 2023, vio la luz a raíz de un intenso debate nacional para regular la influencia comercial y combatir los excesos de los influencers en las RRSS (una figura que, por lo que parece, no goza de especial buena imagen entre su población). La normativa va mucho más allá de lo planteado en el marco europeo y, por supuesto, que lo que tenemos en España. Queda claro desde el principio: “Las personas que ejercen una actividad de influencia comercial por medios electrónicos tienen prohibida toda promoción, directa o indirecta, de actos, procesos, técnicas y métodos con finalidad estética mencionados en la legislación sanitaria. [También tienen prohibida en las mismas condiciones] la promoción de procesos, técnicas y métodos que se presenten como comparables, preferibles o sustituibles a actos, protocolos o prescripciones médicas”.

Así de contundente es la ley en Francia: prohíbe no pocas prácticas habituales en el mundo de las RRSS, regula muchas otras y propone importantes sanciones ante los incumplimientos, que llegan hasta siete años de prisión en los casos más graves (y hasta los 300.000 euros de multa). Una de las cuestiones más novedosas es la mención de condiciones específicas relativas a la promoción de alimentos. En su artículo tres se cita de forma textual que la actividad de los influencers tendrá que encuadrarse a la legislación europea (RE 1924/2006), relativa las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos que, por cierto, también aplica al mercado de los complementos (vitaminas, minerales, colágeno, etcétera) y a las bebidas alcohólicas.

Es decir, los productores de alimentos y los influencers tendrán que observar en las RRSS las mismas condiciones y limitaciones en su publicidad que la que aparece en los envases y se lleva a cabo en medios de comunicación tradicionales. Además de la obligación de contar con un contrato por escrito entre el influencer y la empresa, la ley francesa obliga a que el influencer que haya sido identificado cometiendo una infracción, tenga que compartir en sus RRSS una publicación de las autoridades competentes (en este caso, la Dirección General de Competencia, Consumo y Prevención del Fraude) haciendo saber que su perfil ha sido sancionado. Y lo más importante: ya se están produciendo dichas sanciones.

'Influencers', sí, con ciertas regulaciones
'Influencers', sí, con ciertas regulacionesLos muertos crew (Pexels)

Algunas pistas de que estamos ante un perfil con contenido fiable

Aunque no lo creas, las recomendaciones para alcanzar un buen pronóstico de salud o, más fácil aún, para mejorar el actual, son bastante sencillas. Que a estas alturas del cuento una publicación o un perfil indique que ha descubierto el agua templada y nos la haga pasar como un hallazgo revolucionario, carece de todo sentido. Por tanto, estas son algunas de las características de los perfiles y las publicaciones con “buena pinta”:

Al final, y por muchas pistas que se den, es necesario hacer un llamamiento a la racionalidad y al sentido común de los usuarios. Leer, releer, dar un paso atrás, poner en tela de juicio, hacer gala de un mínimo espíritu crítico y tomar una decisión o postura propia, auténtica, son actitudes en franco retroceso.

Quizá uno de los mayores problemas que han generado las RRSS consiste en haber exacerbado la tendencia de unos años a esta parte hacia un pensamiento superficial, carente de juicio crítico y que se concreta muchas veces en la externalización de la toma de decisiones entre los usuarios. No es infrecuente que algunos de ellos muestren su desasosiego; e incluso indignación, ante las opiniones encontradas de dos influencers –cuando uno dice una cosa y el otro su contraria– sobre una misma materia.

Por último, seamos conscientes que la dietética y la nutrición son dos ciencias y, como tales, hay cosas que se saben, cosas que se sabe que no se saben, cosas que, al menos de momento, son motivo de debate científico y cosas que terminarán cambiando. Pero, insisto, que nadie espere “grandes revoluciones” (salvo que quiera que le tomen el pelo).

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Sobre la firma

Juan Revenga
Es dietista-nutricionista, biólogo, consultor, y divulgador. Es profesor en la Universidad San Jorge, en la Universidad Francisco de Vitoria y un montón de cosas sesudas más. Definido como un Don Quijote con cuchara, es muy activo en redes sociales en donde, a partes iguales, reparte estopa y defiende la salud a través de la cocina.
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