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Lecciones para un planeta sano

Cada vez más escuelas e institutos incorporan el cuidado del medio ambiente como una cuestión transversal que va de lo ecológico a lo social

Extra Colegios 05/03/23 Educación Ambiental
Tom Werner (Getty Images) (Getty Images)

Para Katia Hueso, profesora universitaria en materia de medio ambiente y fundadora de la primera escuela infantil al aire libre en España, educar en la naturaleza es “una cuestión de mirada y de actitud”. Y es que, en un contexto de pérdida de contacto con la naturaleza y de deterioro medioambiental, cobra una mayor importancia prestar atención a la educación ambiental, quizás la única tabla de salvación ahora que parece que navegamos a la deriva de una crisis climática sin precedentes.

La LOMLOE, que entró en vigor en 2021, promueve acciones como la transformación de patios escolares más verdes, que puedan darse clases al aire libre, metodologías más activas o que haya más salidas a la naturaleza. Para Marta López Abril, miembro de la Red Estatal de Equipamientos de Educación Ambiental y responsable del departamento de educación ambiental de los colegios Gredos San Diego, lo más destacable de esta ley es la oportunidad de que los centros educativos se transformen en espacios de “cuidado y custodia del medio ambiente”, donde los contenidos socioambientales se trabajen de forma transversal en las distintas etapas educativas. “En el escenario actual de emergencia climática, los centros deben mejorar su gestión ambiental y abordar su renaturalización y el aumento de la biodiversidad, de forma que se transformen en islas climáticas de resistencia”, sostiene.

Para Laura Benítez, técnico de educación ambiental y coordinadora de proyectos educativos en SEO/BirdLife, aunque es cierto que se está produciendo un cambio, cree que no es justo que la mayor carga para lograrlo recaiga en el profesorado que quiera o pueda asumir este “extra” dentro de sus aulas. “Son los centros educativos y su profesorado los que en la mayoría de los casos toman la iniciativa y ponen en marcha acciones que los ayuden a trabajar y adaptar su entorno para educar en la sostenibilidad”, cuenta.

Es por ello por lo que profesionales como Silvia Corchero, educadora ambiental, maestra e ingeniera forestal, reivindican que educadores ambientales, docentes y comunidades educativas se coordinen, complementen y ayuden para hacer de la educación ambiental una realidad. Recuerda Corchero que la educación ambiental no es algo nuevo, ya que existen equipamientos y profesionales especializados desde hace años en este ámbito que pueden hacer más sencilla la integración en los centros educativos. Comparte esta idea Marta López, quien añade que muchos colegios llevan décadas participando en programas de educación ambiental como Ecoescuelas o ESenRED, conferencias internacionales como la Confint, otras redes como Teachers for Future, programas de transformación de patios, caminos escolares seguros, etcétera. “Estos programas no solo están transformando la escuela, sino que transforman a toda la comunidad educativa y a los barrios, pueblos y ciudades en los que se encuentran”, dice.

Lourdes Berzas es psicóloga especializada en medio ambiente, una disciplina que analiza cómo nos influye el entorno a las personas y cómo las personas influimos en el entorno. En su caso, normalmente trabaja en colegios e institutos analizando con el alumnado por qué unos animales o unos paisajes nos gustan más o menos, a qué se debe, y cómo eso nos hace querer protegerlos, matarlos, tenerlos como mascotas o ignorarlos. Berzas cree que la educación ambiental es crucial sobre todo en las etapas de primaria y secundaria, ya que este grupo de edad está todavía configurando su personalidad y está aprendiendo muchas herramientas para relacionarse con otras personas y con el entorno. “Hay estudios que señalan que si de pequeños participamos en actividades al aire libre, probablemente de mayores mantengamos el interés y tengamos más conciencia sobre la naturaleza y el medio ambiente. Por ejemplo, votaremos políticas más verdes, participaremos en más voluntariados, compraremos en comercios locales…”. Ahora bien, también insiste en que esto no implica que la educación ambiental tenga que limitarse a estas etapas, sino que debe llegar a toda la sociedad, incluyendo a quienes toman decisiones.

Amplitud de miras

En ello también incide Corchero, quien considera que no es suficiente con la educación ambiental de los colegios e institutos, sino que debe llegar a cada rincón de la sociedad: “Debe estar en todas partes y en cada paso que damos. Solo desde el aporte de cada persona y el paso a la acción podremos enfrentar con éxito los grandes retos ambientales y sociales que tenemos por delante”. ¿En qué punto estamos? Para Berzas, aunque cada vez es mayor la toma de conciencia global y hemos avanzado mucho en las últimas décadas, aún falta mucho para conseguir activar el paso a la acción a todos los niveles, tanto individual como colectivamente. Para lograrlo cree que es esencial el aporte de nuestro papel individualmente, pero siempre acompañado de una toma de decisiones contundentes en el ámbito político y estratégico. “Debemos demandar a nuestros representantes esta mirada a los cuidados y saber elegirlos, para que estos aspectos tan esenciales para nuestra supervivencia y bienestar, la del planeta y las de todos los seres con los que convivimos, estén siempre sobre la mesa y se prioricen por encima de intereses económicos e individuales”, dice.

Arte para despertar conciencias

Lourdes Berzas utiliza especialmente el arte como vía para generar curiosidad, ya que lo considera una herramienta comunicativa muy potente. “Gracias al arte podemos construir mundos que no vivimos, experiencias que no tenemos e historias que quizás no todo el mundo puede imaginar”, cuenta. En sus clases de educación ambiental hace uso de la ilustración naturalista y de la infografía para tratar de acercar al alumnado a la naturaleza, pero también la pintura corporal, que dice que “permite reducir la escala espacio-temporal de cosas tan complicadas de comprender psicológicamente como la pérdida de biodiversidad”, y la pintura mural, un recurso que realiza con la participación de los alumnos y que supone la reconquista de un espacio de hormigón con el que captar la atención durante muchos años de las personas que paseen por ahí. “Se detendrán por un instante y con un solo vistazo sabrán qué estamos reivindicando”.

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