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De profesión, artista floral: fusión de naturaleza y creatividad más allá del clásico ramo

Las floristerías de siempre conviven con espacios que ponen en valor la imaginación a la hora de crear composiciones florales sorprendentes y donde el ‘bouquet’ de toda la vida cede terreno a instalaciones artísticas capaces de transformar el lugar más anodino

Sylvia Bustamante Gubbins artista floral
Sylvia Bustamante Gubbins, directora de la escuela de floristería Madrid Flower School.Manuel Godoy
Elena Muñoz

Las grandes cadenas de restauración, alimentación y moda han engullido buena parte de los comercios locales sobre los que se ha cimentado la imagen de unas ciudades que cada vez tienden a parecerse más entre ellas. Resisten, como las hierbas tenaces que asoman entre las juntas de los adoquines, algunos establecimientos ajenos a la dictadura de la producción en serie. Entre ellos, las floristerías, un sector en evolución donde la creatividad ha impulsado una nueva forma de negocio articulado en torno al arte floral en todas sus formas.

El concepto de floristería tradicional convive y se integra en empresas que abogan por ir un paso más allá con talleres, servicios de diseño e incluso clases para formarse en el mundo de las flores. Ese es el objetivo de Madrid Flower School, una escuela de floristería fundada por Sylvia Bustamante Gubbins en 2019, donde se imparten asignaturas como Introducción al diseño floral, Negocio floral o Creatividad y vanguardia. “Llevaba dos años estudiando con los mejores profesores de Estados Unidos y Europa y quería seguir mejorando. Cuando llegué a Madrid no encontré nada que me emocionara y con el enfoque que yo quería. Así nació Madrid Flower School”, apunta Bustamente, directora del centro. Tanto el profesorado como los asistentes al curso proceden de diferentes lugares del mundo, pero tienen en común su pasión por las flores. El público femenino es mayoritario ―”el 90% son mujeres y el 10% hombres”, señalan desde la escuela― pero la edad es mucho más heterogénea y Bustamante afirma que se puede ver “gente que está en el paro, jóvenes con carreras o mujeres que ya han conseguido su independencia económica y quieren cumplir su sueño de ser floristas. El rango de edad va de 21 a 63 años”, matiza.

Mucho más que un ramo de flores

Montaje floral del estudio Ferini.
Montaje floral del estudio Ferini.Cortesía de Ferini

Las flores y plantas son la materia prima de la escuela y de los estudios de arte floral abiertos en los últimos años, como prueba del espíritu activo de un sector con siglos de antigüedad (la floristería más antigua de Madrid data de 1889), pero que se resiste a quedar anquilosado. Antídoto natural contra el estrés y revulsivo para mejorar el estado de ánimo, fue precisamente ese carácter terapéutico de las flores lo que hizo germinar el estudio floral de Sandra Ferini. “Hace cuatro años, y tras el fallecimiento de mi padre, mi madre comenzó a descubrir el mundo de las flores y en ese momento tan complicado fue nuestra terapia. A partir de ahí decidimos formarnos y enfocar nuestro camino en el mundo floral”, explica la cofundadora de Ferini. Madre e hija son socias en un negocio donde la creatividad adquiere tanta relevancia como la calidad de la flor. Sus proveedores proceden de lugares tan dispares como Holanda (epicentro de la floricultura en Europa) o Colombia, además de los nacionales.

“Cada vez que tenemos un proyecto, la flor nos llega al estudio y lo primero que hacemos es seleccionarla y prepararla para su conservación en una cámara a baja temperatura, de esta manera nos aseguramos que está hidratada y así alargamos su vida”. En menos de cinco años, Ferini puede presumir de tener una agenda repleta de trabajo, con un pico de demanda en la temporada de bodas en los meses de primavera y verano. “Recuerdo el año pasado tener el mismo fin de semana una boda en Vigo, otra en Talavera de la Reina y al día siguiente en Madrid. La organización a nivel logístico fue todo un reto, montando con tres equipos diferentes y cogiendo aviones para poder estar en ambos montajes el mismo día”, cuentan desde la compañía.

Simbiosis entre naturaleza y arte

Mario Molina, de Metatopy, un nuevo concepto de floristería inaugurado en el madrileño Mercado de San Antón.
Mario Molina, de Metatopy, un nuevo concepto de floristería inaugurado en el madrileño Mercado de San Antón.Cortesía de METATOPY

El ritmo de trabajo tampoco decae en Metatopy, un nuevo concepto de floristería inaugurado por Mario Molina en el madrileño Mercado de San Antón. El proyecto abrió sus puertas en enero de 2022 con una ambición clara: “Quería acercarme a una clientela más de barrio y añadir las flores a la lista de la compra. Mostrar mi concepto de floristería para seguir haciendo proyectos para marcas, agencias de comunicación y otros clientes.” Buscar su sitio en el tejido del comercio local con la vista puesta en el futuro es la propuesta de una floristería donde los ramos de toda la vida ceden terreno a composiciones de inspiración escultórica que juegan con las texturas, colores y volúmenes de los diferentes tipos de flor. Despachar a los clientes que se acercan atraídos por la vistosidad del puesto de flores es solo una parte del trabajo, ya que Metatopy se concibe como “una tienda física y un taller a la vez”, explica su fundador. Acompañado de un equipo “que hace posible que ambas partes funcionen a la perfección”, no hay desafío que se resista a esta joven empresa: “Para la llegada de una firma de lujo australiana a España tuve que desarrollar el diseño de un jardín en una casa particular. Estaba totalmente desértico y hubo que convertirlo en un auténtico vergel en tan solo cuatro días. En Madrid, en julio y con ola de calor, fue un auténtico reto que muchas veces recuerdo con mi equipo”.

Sara Uriarte, de Cordero Atelier, ejemplifica a la perfección esa simbiosis entre arte y naturaleza que ha irrumpido con fuerza en el sector. En su estudio creativo tienen una división dedicada a “la expresión a través de la masa floral”. Y especifican que en su caso otorgan más importancia a la masa que a la silueta de cada flor: “Nos gusta decir que es una masa enérgica que suma fuerza y significado, que irrumpe con autoridad propia, que fascina y desconcierta y que incluso ejerce de invasora reclamando el espacio robado a la naturaleza. Creo que esta inquietud se ve en nuestros proyectos que se identifican cada vez más por su montaje floral”. El resultado son originales estructuras botánicas con aspecto de arte contemporáneo, capaces de transformar el más anodino de los espacios. Entre los clientes de Cordero Atelier no faltan firmas de lujo como Hermès y Loewe. Además, su trabajo ha sido reconocido recientemente en el Festival Internacional de las Flores, FLORA (una iniciativa cultural celebrada en Córdoba desde hace cinco años cuyo objetivo es poner en valor el trabajo de diferentes artistas florales), donde se alzó con el segundo premio en la edición de 2022.

Uno de los patios vestido por Cordero Atelier para el Festival Internacional de las Flores, FLORA, donde se alzaron con el segundo premio en la edición de 2022.
Uno de los patios vestido por Cordero Atelier para el Festival Internacional de las Flores, FLORA, donde se alzaron con el segundo premio en la edición de 2022.Yago Castromil Dotras

Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la tendencia en lo referente a la producción de plantas ornamentales es creciente desde hace cinco años. Destaca el incremento de la categoría en el año de la pandemia, cuando experimentó un auge del 17% respecto al periodo 2015-2019. En contraposición, la flor cortada lleva unos años de decrecimiento, según datos del Ministerio, con la puntilla que ocasionó la pandemia y la ausencia de celebraciones y fiestas donde las flores tienen un protagonismo especial. Con todo, la proliferación de nuevos proyectos y negocios en torno a la flor arrojan esperanza y, sobre todo, dejan claro que el arte floral es otra manera de acercar la naturaleza a la vida de las personas cansadas del asfalto de las grandes urbes. En opinión de la directora de la escuela de Flores Madrid Flower School, la popularidad adquirida por los montajes florales es “una evolución natural en un mundo industrializado, pre y pospandemia”. Bajo su punto de vista, “los montajes y festivales de flores son una llamada al disfrute de las masas, lo que antes solo unos pocos podían disfrutar en un evento privado”.

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