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Haloterapia, la moda entre las ‘influencers’ para tratar enfermedades respiratorias sin evidencia científica

En la Comunidad de Madrid hay casi una veintena de centros que ofrecen sesiones de hasta 125 euros en las bautizadas como “cuevas de sal”. Los expertos critican los escasos y poco rigurosos estudios sobre esta terapia para patologías como el asma

Un local de haloterapia en el centro de Madrid el 25 de octubre de 2023.
Un local de haloterapia en el centro de Madrid el 25 de octubre de 2023.Samuel Sánchez
Beatriz Olaizola

“Ven, respira y sé feliz”, invita la página web. Al texto acompañan imágenes de estancias que, vistas de lejos, podrían confundirse con un idílico paisaje nevado: paredes y suelos de un blanco impoluto que simulan el interior de una gruta, polvo del mismo color que flota en el aire, como si fueran copos, luz tenue, tumbonas repartidas en círculo y juguetes. Alguna incluye hasta hogueras falsas o figuras de pingüinos. Pero lo que cubre la habitación de arriba abajo no es nieve, sino sal. Son salas de haloterapia, una práctica “natural complementaria”, según describen las empresas, para tratar enfermedades respiratorias, como la bronquiolitis, o problemas en la piel. En la Comunidad de Madrid, con casi una veintena, es donde más han proliferado este tipo de centros, que se han extendido poco a poco a otras regiones. En ellos ofrecen sesiones de unos 60 minutos que van desde los 20-30 euros hasta los 125 en algunos casos. Los expertos advierten de que estos tratamientos carecen de evidencia científica y señalan que los estudios en la materia son escasos y poco rigurosos.

Estas cámaras no son algo nuevo ―algunas llegaron a la capital entre 2015 y 2016―, pero en los últimos meses han vuelto a resonar en redes sociales después de que conocidas influencers madrileñas, como María Pombo, las compartieran en sus perfiles. Entre las dos principales empresas que operan en el territorio suman 12 centros solo en la Comunidad de Madrid. Los otros 13 que gestionan se reparten por varias ciudades de España, como Bilbao, Vigo o Murcia.

“La haloterapia no tiene efectos secundarios ni daños colaterales. Apto para niños y personas mayores. Es 100% natural, es sano”, declara una de esas empresas en internet. La promesa es que pasar tiempo en las llamadas “cuevas de sal” ayuda a tratar asma, bronquiolitis, bronquitis crónica, gripe y catarro, rinitis, laringitis, faringitis, sinusitis, alergias, fibrosis quística, psoriasis o dermatitis atópica, entre otros. También aseguran que limpia las vías respiratorias, alivia el estrés o fortalece el sistema inmune.

El método es sencillo: ambiente seco, entre 21 y 25 grados y habitaciones con paredes y suelo cubiertas de sal, además de un aparato llamado halogenerador, que tritura la sustancia y después pulveriza pequeñísimas partículas por toda la sala. “Se mezclan con el aire y, durante el transcurso de una sesión de entre 40 y 60 minutos, son inhaladas por los usuarios, de esta manera las micropartículas de sal llegan a todas las partes del sistema respiratorio”, explica uno de los centros en su web, donde también se advierte de que la haloterapia no sustituye a los tratamientos médicos o farmacológicos.

“Inhalar cloruro sódico produce aumento de la secreción, pero de eso a que sea una terapia con evidencia y protocolos estandarizados hay un salto. Para saber si funciona tiene que haber ensayos y estudios y ahora no hay datos que permitan decir que [la haloterapia] es efectiva para el asma, la EPOC, la bronquiolitis, la fibrosis quística...”, señala Cristina Martínez, coordinadora del área de enfermedades respiratorias de origen ocupacional y medioambiental de la Sociedad Española de Neumología (Separ). Ella y otros neumólogos y pediatras consultados indican que los estudios publicados al respecto son escasos y en muchos casos llevados a cabo con muestras muy pequeñas de población. “No hay nada que lo avale y mucho menos que diga cuál debe ser la posología [cada cuánto se debe administrar un medicamento]”, añade la médico.

En todos los centros que operan en Madrid y en el resto de España indican un número concreto de sesiones y el tiempo que debe durar cada una según la patología. La mayoría coinciden. Por ejemplo, para el asma o las alergias recomiendan entre 10 y 15 sesiones de 40 a 60 minutos y sin dejar que pasen más de dos días entre una y otra. Eso a repetir de dos a cuatro veces al año. Una de las sesiones más baratas en uno de estos establecimientos cuesta 27 euros: 270 sería el precio de 10 sesiones y 405 si se opta por 15. Además, si la persona repite la experiencia cuatro veces en un año, como aconsejan, desembolsará al final entre 1.080 y 1.620 euros. También están los bonos con descuento, como uno de 15 días por 300 euros, u ofertas para grupos y mayores.

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Francisco Recio, pediatra especializado en neumología infantil, indica que la práctica “no es mala”, pero que asegura resultados sin evidencia. “Para tratar la bronquiolitis, las laringitis de repetición o asma infantil no la hay. Es divertido, [los niños] se lo pasan bien, pero no deja de ser redundante. No dudo de que nazcan con un interés de mejora en los pacientes, pero hay una promesa irreal en determinadas patologías”, señala por teléfono. Coincide con él David Andina, pediatra en Madrid y vocal de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría, que ha criticado la falta de evidencias de la haloterapia en sus redes.

“Los estudios a los que se refieren sus defensores para demostrar los supuestos beneficios no son rigurosos y se puede comprobar que están publicadas en revistas especializadas en otras pseudociencias como la homeopatía o las hierbas medicinales chinas”, señala. El médico explica que la bronquiolitis, por ejemplo, actualmente no tiene ningún tratamiento farmacológico eficaz, y opina que “las empresas se sirven de esta circunstancia para promocionarse como una ‘terapia eficaz”. “Utilizan las mismas palabras que otras pseudociencias como “natural”, “complementario”, “libre de medicamentos” y ofrecen múltiples sesiones para tratarla, aprovechándose del sufrimiento y del desconocimiento de algunos padres”, añade.

Pocos estudios

Al introducir la palabra halotherapy (haloterapia en inglés) en PubMed, una base de datos de acceso libre especializada en ciencias de la salud con acceso a publicaciones de miles de revistas, aparecen 42 publicaciones. La más reciente es de 2022 y concluye que aunque la práctica mejora la eliminación de moco y la función pulmonar en algunas enfermedades respiratorias, “no existen directrices oficiales sobre su uso en forma de salas de sal (cámaras de halo) o inhaladores de polvo seco”. Otra extensa revisión de 2014 analizó el efecto de la haloterapia en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). El resultado fue el siguiente: “De los 151 artículos recuperados de bases de datos y listas de referencias relevantes, solo un ensayo controlado aleatorio cumplió los criterios de inclusión. No se pudo realizar un metanálisis debido al número limitado de estudios publicados”. También señaló que “no se podían hacer recomendaciones para la inclusión de la haloterapia como tratamiento para la EPOC” y hacían falta “estudios de alta calidad” para determinar su efectividad.

Jacinto de la Cruz dirige la franquicia Salt Room, una de las dos empresas de haloterapia más potentes en España. Abrieron las primeras salas hace ocho años y en Madrid ya tienen ocho centros. Los últimos dos ―en Arganda y Alcalá― los han abierto este septiembre y también tienen locales en Bilbao, León, Murcia o Vitoria. “El crecimiento ha sido progresivo, pero todavía sigue siendo un tanto desconocido”, cuenta por teléfono e insiste en que las cuevas de sal “no son una terapia curativa”, sino complementaria a otras. “No cura, lo vendemos muy claro, ayuda y mejora los problemas respiratorios, como la mucosidad. En el centro siempre explico, no sustituye a otras”, recalca.

De hecho, la Asociación para la Terapia con Sal de Estados Unidos recoge en su propia guía de haloterapia, publicada en 2019, una cláusula rechazando responsabilidades legales: “Si bien se han realizado muchos estudios clínicos y científicos sobre la terapia con sal seca (haloterapia) en todo el mundo, la FDA [Agencia del Medicamento de Estados Unidos, por sus siglas en inglés] no ha evaluado las declaraciones realizadas a lo largo de este documento. La terapia con sales secas no pretende diagnosticar, tratar, curar o prevenir ninguna enfermedad”.

“Hay muchos estudios, otra cosa es que no haya una conclusión médica para publicar. No hay riesgo para la salud, no decimos a nadie que deje de usar el ventolín, pero esto aporta bienestar y tenemos muchos pediatras y neumólogos que nos mandan pacientes”, incide De la Cruz. El empresario explica que lo que cubre paredes y suelos en sus cuevas es “sal sin refinar traída de las minas de Polonia”, de donde procede la práctica, y cumple dos propósitos: el puramente decorativo y la relajación. “Solo al sentarte en ese entorno las personas se relajan”, dice. La sal que respiran los clientes, en cambio, la traen de Austria y es pura, “99% cloruro sódico, certificado y verificado”. La mayoría de clientes que acuden a la sala de la capital, comenta, no tiene patologías, “vienen a vivir una experiencia”: “Ganan capacidad respiratoria, como si estuvieran en la playa. Siempre decimos que una de nuestras sesiones equivale a cuatro días de playa”.

― La playa es gratis.

― Sí, pero esto también es un negocio.

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Sobre la firma

Beatriz Olaizola
Es reportera en la sección de Madrid. Antes escribió reportajes para eldiario.es en el País Vasco, donde cubrió sucesos y temas sociales, políticos y culturales. También realizó prácticas en la Agencia EFE. Graduada en Periodismo por la Universidad del País Vasco y máster en Periodismo UAM- EL PAÍS.
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