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Ser madre y nodriza a la vez: donar la leche para salvar la vida a otros bebés

El banco regional de leche materna de la Comunidad de Madrid, situado en el hospital 12 de Octubre , está en alerta roja por reservas bajas

Ana María Ruiz sujeta a su hijo neonato Mark Martínez Ruiz contra su pecho en el Hospital 12 de Octubre, en Madrid, este jueves.
Ana María Ruiz sujeta a su hijo neonato Mark Martínez Ruiz contra su pecho en el Hospital 12 de Octubre, en Madrid, este jueves.JUAN BARBOSA
Mercedes Pedreño

Mark Martínez reposa tranquilo sobre el pecho de Ana María Ruiz, su madre. Es pequeñísimo, apenas ocupa espacio. Tiene 16 días de vida y un cuerpo de 28 semanas de gestación. Su única labor es comer, comer y comer. Tarda hora y media en ingerir 19 mililitros de leche y se da un respiro de media hora. Así 12 veces al día. Cada gramo cuenta para poder sobrevivir al primer reto que le ha puesto la vida: un problema en el corazón que hizo que le tuvieran que sacar por cesárea de la tripa de Ana María 14 semanas antes de lo debido para ponerle un marcapasos. Mark está saliendo adelante gracias a la leche materna, pero no la de su madre, que ha estado ingresada y apenas saca. Se alimenta de la producción de una segunda madre que ha decidido hacer un esfuerzo y donar su excedente de leche después de alimentar a su bebé para salvar la vida de otro niño.

Todo esto sucede en el Hospital 12 de Octubre, en el sur de Madrid. Allí está el banco de donación de leche materna regional de la Comunidad de Madrid, que está en horas bajas. Las reservas bajan todos los veranos porque las madres se van de vacaciones, pero este año está siendo especialmente duro. Deberían tener entre 80 y 100 litros de leche cruda y tienen 26. Al mes debería entrar para cubrir las necesidades entre 170 y 200 litros y este julio llevan solo 94. Pero los partos no entienden de estaciones y la planta está casi completa. Un total de 36 bebés están luchando por irse a casa, 15 de ellos desde la UCI.

El banco da servicio a otros ocho hospitales de la Comunidad de Madrid, y la responsable de todo ello es Nadia Raquel García, coordinadora del banco de leche. El equipo de la neonatóloga se encarga de que las madres se saquen la leche en los centros de donación, en el propio hospital o en sus casas de la forma más productiva y estéril posible. Para conservar bien el líquido, además de la higiene extrema, el aliado es el frío. “Es muy importante congelar la leche en el domicilio y transportarla en neveras para que no se corte la cadena”, explica García. Para ello entregan a las madres todo el material necesario: sacaleches, botes de vidrio, una mascarilla, un gorro para el pelo y una nevera.

Las madres que donan durante un periodo alargado en el tiempo son las más valiosas para el banco. El récord lo tiene una madre que consiguió entregar 250 litros de leche en dos años. Pero no es fácil. El 80% de las donantes lo hacen de forma voluntaria y ajena a lo que sufren los neonatos, el 15% tienen un bebé ingresado en el hospital y donan lo que les sobra, y el 5% son madres que han perdido a su hijo pero deciden aprovechar la leche. Hana Muñoz pertenece al 15%. Su hijo Bruno ha estado en peores condiciones que Mark, pero está saliendo adelante. De sus cinco compañeros de sala, que están reposando en el pecho de sus progenitores para recibir calor y tranquilidad, es de los más gorditos, a pesar de que fue un gran prematuro. Bruno nació con 29 semanas y cinco días, pero pesaba 860 gramos porque no recibía los nutrientes suficientes a través de la placenta de Hana. Mañana cumple 37 semanas y pesa 2,1 kilogramos. Ahora come 45 mililitros cada tres horas.

Hana empezó a sacarse leche para alimentar a su hijo y mandarla al hospital hasta que le dijeron que ya no les cabía más en el cajón reservado para Bruno. En ese momento decidió usar ese excedente para donarlo a otros niños, sus hermanos de leche. Se saca al menos medio litro al día. En teoría debería sacarse leche cada tres horas para simular las necesidades de los bebés y que no se le corte la producción. Ella lo hace cinco o seis veces al día. Tarda entre 20 y 30 minutos cada vez. “Es duro levantarse entre las 3.00 y las 5.00 para extraer”, cuenta mientras no pierde de vista el monitor de su hijo, que refleja su ritmo cardíaco y la saturación de oxígeno en sangre. Por esto lo hace. Por ayudar a sus vecinas de silla que no pueden producir leche. “Traigo un poquito para él y un poquito para el resto”.

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Los bebés procesan mucho mejor la leche materna que la artificial. Proteínas, grasas, nutrientes e inmunoglobinas para protegerles de infecciones. “En niños de tan alto riesgo disminuye la frecuencia de comunicaciones intestinales y de sufrir enterocolitis necrotizante”, indica García. Antes de llegar a los niños, la leche pasa por muchos procesos para asegurar que no está estropeada. Para empezar, hay que pasteurizarla. El laboratorio cuenta con varias máquinas para calentar de forma rápida la leche hasta los 62,5° centígrados durante media hora. Luego en otro se enfría con hielo lo más rápido posible. Ni un minuto más ni uno menos. La leche se analiza para saber qué nutrientes y energía contiene y, en una sala contigua, los congeladores ronronean manteniendo el líquido entre 20 y 30 grados bajo cero.

Cada día se sacan los botes de vidrio necesarios y se envían a los hospitales que los pidan en contenedores especiales que mantienen la cadena del frío, a centros como el Hospital de La Paz, el Hospital Clínico San Carlos, el Hospital Puerta de Hierra de Majadahonda, el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares, el Hospital Severo Ochoa de Leganés, el Hospital Universitario de Getafe y la Fundación Alcorcón. En en propio banco, a un lado del laboratorio una técnico comprueba la acidez de la leche que se va a consumir en el hospital. Cuando se acidifica es un indicativo de que está contaminada o de que se ha cortado la cadena del frío. Al otro lado de la sala, otra técnico coge los botes de leche de una misma madre y los huele antes de verterlos en un matraz. Es otra criba. “La leche estropeada huele como a goma de neumático o a pescado. La leche buena huele dulce”, cuenta García.

Para poder donar es necesario hacer una entrevista previa. Como con la donación de sangre, es necesario no tener enfermedades como el VIH que se puedan transmitir a través de la leche. En general, tener buen estado de salud y producir lo suficiente para amamantar al bebé y para donar. Se puede hacer desde casa con servicio de recogida a domicilio o en el Hospital de La Paz, el Severo Ochoa, el Puerta de Hierro-Majadahonda y en el Príncipe de Asturias-Alcalá de Henares. “Hay madres que aunque se vayan de vacaciones siguen donando en las Comunidades Autónomas a las que viajan, ya que todos los bancos de leche de España estamos dentro de la Asociación Española de Bancos de Leche y existe una comunicación bastante fluida entre nosotros”, indica García. “Intentamos ponérselo lo más fácil posible a las madres”, añade. Todo para que los bebés salgan del hospital.

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