Antonio Resines emula a ‘Bienvenido, Mister Marshall’ en su pregón de San Isidro: “Vivir en Madrid es un placer y un lujo”
El actor, cántabro de nacimiento, ha dado el pistoletazo de salida a las fiestas patronales de la capital de España como pregonero de 2022
Hoy, sí. Hacía dos años que Madrid no era Madrid. Qué lejos quedan ya los guantes de látex por las calles, los bares, las terrazas. Los aplausos de los balcones. Nadie se acuerda de aquel mayo de 2020 con Las Meninas solas en el Prado, los leones del Congreso esperando selfis, las sillas vacías en las terrazas de los 100 Montaditos, del Museo del Jamón, de cualquier rincón capitalino. Por no haber, no había ni extranjeros. Ni colas en el musical del Rey león. Ni colillas en la Complutense. Dos años después, Madrid ha vuelto a ser la de antes, si es que alguna vez se fue. Apenas quedan ya mascarillas. Poco importa que se olviden en casa. Este jueves, a las seis de la tarde, el actor Antonio Resines ha salido al balcón de la plaza de la Villa.
A sus 67 años, con 110 títulos a sus espaldas, y tras superar un zarpazo del coronavirus que le llevó a estar ingresado en la UCI y en coma varias semanas a finales de 2021 y principios de este año, ha salido al balcón como pregonero de la ciudad que le acogió con dos años, tras marcharse de su Cantabria natal con sus padres para instalarse en un rinconcito de Sainz de Baranda, a pocos metros del Retiro. Hoy, más de un centenar de madrileños ―y turistas que no sabían ni quién estaba en lo alto del balcón, pero aplaudían de lo lindo― han coreado su nombre: “¡Antonio, Antonio!”. Él, aún con secuelas de su paso hospitalario, se ha quitado la parpusa―la gorra tradicional de los chulapos con estampados de cuadros― muy sonriente. Como un torero, la ha brindado al público que lo observaba desde el balcón de la Plaza de la Villa, el antiguo Ayuntamiento de la capital, donde Madrid sigue siendo pueblo. Sin dudarlo, Resines cogió el micrófono:
―Vecinos de Madrid, como pregonero vuestro que soy, os debo un pregón.
El alcalde José Luis Martínez-Almeida le siguió el juego durante unos segundos. Los dos emularon la mítica escena de Bienvenido, Mr Marshal de Luis García Berlanga ante la atenta mirada del hijo del director. “Quiero rendirle un homenaje por su centenario [...] Es un verdadero honor estar aquí con todos vosotros. No os podéis imaginar la ilusión que me hace. Desde los 3 meses viví en Sainz de Baranda, paseaba por sus bulevares, nos llevaban a jugar al Retiro, mi colegio estaba en el barrio del Niño Jesús. A los 10 años me fui a Chamberí, donde iba al cine”. Con pausas y numerosos aplausos de sanitarios que habían venido a aplaudirle por sus continuos gestos de defensa de la sanidad pública, habló también de su hijo Ricardo, madrileño y de 35 años, de sus amigos cineastas, como Carlos Boyero o Fernando Trueba, con los que paseaba por Malasaña durante su juventud. “He rodado muchas películas y series aquí. Vivir en Madrid es un placer y un lujo”.
De pronto, sonó una sirena. Una ambulancia huía a toda velocidad por la calzada. “¡Coño!”, exclamó. Simplemente, Madrid. “Es una ciudad magnífica. Pero, ¿qué es lo mejor que tiene Madrid? ¡Los madrileños! A todos los que hacéis la ciudad más acogedora. Nadie se siente forastero. Os pido que salgáis a celebrar la fiesta de san Isidro labrador, que quita el agua y sale el sol. Hay que armar la marimorena”. Resines miró de reojo a Almeida: “El alcalde se va a pasar esta tarde”. A lo que el regidor respondió:
― No queda otra.
Resines concluyó con una defensa de la Sanidad pública madrileña que vive en estos momentos una huelga, hastiada de tantos recortes y contratos temporales. “Aprovecho para pedir un aplauso para la sanidad pública. Vecinos de Madrid, de Madrid al cielo. Viva San Isidro. Viva Madrid. Viva España”. Al salir, cerca de 50 sanitarios le han entregado un estetoscopio, el aparato que cuelga de las batas blancas y sirve para amplificar los sonidos del cuerpo. “Necesito ya un neumólogo”, contestó Resines, que atendió a los medios durante unos segundos: “Os tengo que decir que el discurso no lo escrito yo, me lo ha escrito mi mujer. Hoy ha sido un día muy feliz. Me he ido a comer con el alcalde, le he enseñado el texto y hemos entrado en el restaurante”. De fondo, los sanitarios coreaban su nombre, el de un actor que durante su ingreso hospitalario llegó a soñar con el alcalde Almeida. “Tuve alucinaciones con él, de verdad”. Hace unas semanas, Almeida pidió el teléfono del actor a su amigo Enrique Cerezo, productor de cine y presidente del Atlético de Madrid:
― Y me llama y me dice que sea el pregonero. ¡Es un honor!
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