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Paraguas y mascarillas reciben a los Reyes Magos en Madrid

Un desfile pasado por agua, pero lleno de ilusión, al que ha acudido menos público del previsto, pues no se llenaron ni las gradas con asiento fijo

La carroza del Rey Baltasar cierra la cabalgata de Madrid.
La carroza del Rey Baltasar cierra la cabalgata de Madrid.JUAN BARBOSA

“Dios mío la que está cayendo”. Bajo la lluvia, niños y mayores con mascarilla bajo los paraguas se diseminaban a lo largo de los tres kilómetros que discurren entre Nuevos Ministerios y la plaza de Cibeles, por donde desfiló la tradicional cabalgata de los Reyes Magos del Ayuntamiento de Madrid. “¡Ya están aquí!”, gritaban eufóricos los niños, asombrados por el espectáculo de colores, las carrozas, la música y la fantasía. Un desfile pasado por agua, pero lleno de ilusión, al que acudieron muchos menos de lo previsto. Las 7.000 plazas en las gradas dispersas por el recorrido no se llenaron, pese a que las entradas se habían agotado el martes a los 12 minutos de comenzar el reparto. También a la mitad se quedó la grada de Cibeles reservada a asociaciones. Pero otros muchos, de pie y detrás de las vallas a lo largo del paseo de la Castellana y de Recoletos, decidieron no hacer caso de las repetidas llamadas a quedarse en casa del Consistorio, ni tampoco se amilanaron por la lluvia a plomo que descargó durante toda la tarde en la capital.

Alberto Gómez acompañaba a su hija Paula, de cuatro años. El padre contaba que consiguieron las entradas porque estuvieron preparados delante del ordenador antes de que se abriera el plazo: “Aunque había mucha gente en la cola, al final lo conseguimos”. Marta Moreno y su familia se quedaron fuera de las gradas: “Nos conectamos antes, pero fue imposible. Este año nos faltan los abuelos que no han venido por el coronavirus”. Estaban sentados en el suelo, sobre una alfombrilla y se resguardan de la lluvia con paraguas y chubasqueros. No fueron conscientes de que a las seis y media, se abrieron muchas de las gradas semivacías al público que estaba fuera.

Otros asistentes aprovechaban las marquesinas de las paradas de autobuses o esperaban debajo del puente de Rubén Darío, donde llegaron a concentrarse más de un centenar de personas. Aun así, muchos menos que antes de la pandemia.

Gonzalo López acudió con sus cinco hijos. Lo llevaban todo: una esterilla, sillas plegables, comida, incluso una tablet para amenizar la espera. La familia llevaba esperando en el paseo de la Castellana desde las tres y media de la tarde: “Con la lluvia es complicado”. Pero, los niños no querían perderse el desfile de los Reyes Magos, aunque se empaparan por la lluvia.

Sandra Quejido siguió una de las tradiciones más madrileñas de la Cabalgata. La madre trajo consigo una escalera para que su hijo Marco, de 10 años, pudiera ver a los Reyes subido en ella. Ellos había quedado con otras familias, pero la lluvia provocó que sus compañeros se quedaran en casa. Las mascarillas y los paraguas han sido los protagonistas durante las más de tres horas de desfile.

Una niña entre los paraguas durante la Cabalgata de los Reyes Magos de 2022 en Madrid.
Una niña entre los paraguas durante la Cabalgata de los Reyes Magos de 2022 en Madrid.JUAN BARBOSA
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Un millar personas acompañaban en Nuevos Ministerios a los tres reyes, que empezaron el desfile puntuales a las seis de la tarde. Después de que el año pasado se cancelara, sus majestades de Oriente volvieron a encontrarse con los niños que acudían ansiosos a la cita. Sus compañeros de travesía este año no lanzaron caramelos desde las carrozas, una norma que decidió el Ayuntamiento de Madrid para garantizar la distancia de seguridad entre los asistentes al festejo.

Todavía quedaban varias horas para que cerraran el recorrido en la plaza de Cibeles, donde el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, les recibió a las nueve de la noche con una reverencia. “Majestades, bienvenidos a Madrid, bienvenidos a su casa. Ya que son magos que toda el agua que ha caído esta tarde en Madrid se transforme en una lluvia de regalos para que ninguno de los niños de Madrid se queden sin regalos, que han sido todos muy buenos este año”, deseó.

La magia de la ciencia

Un compendio de estrellas, plantas y cuerpos celestes desfiló por el paseo de la Castellana junto a 15 jinetes del Escuadrón de Caballería de la Policía Municipal y bailarinas de la Compañía Italia Studio Festi en un claro homenaje al universo y al conocimiento, que era el tema de la cabalgata de este año.

Detrás de ellos, apareció una figura lumínica precedida por la guardia real a caballo y dos autobuses de Naviluz con niños vestidos de ángeles. Por primera vez en la cabalgata, desfiló una unidad móvil del Samur Social repleta de regalos, seguida por un autobús del SAMUR-Protección Civil, decorado por globos de colores, y donde los niños vestidos con trajes amarillos saludaban desde arriba.

Una de las carrozas más destacadas fue la del Teatro Real. En esta ocasión, con una carroza que celebraba la astrología y la creatividad al servicio de la magia de la ópera. Desde primera hora de la mañana, un centenar de empleados y familiares se afanaron en preparar el maquillaje y el vestuario. El resultado fue un gran telón rojo que escondía las máscaras grises y los peinados con aureolas de los personajes.

Detrás de ellos, seguía un telescopio gigante, símbolo de la exploración del espacio, con planetas y estrellas gigantes lumínica abría el paso a la llegada de los Reyes Magos. Una decena de planetas flotantes invadían el espacio de luz y color. Durante el espectáculo lumínico, 17 estrellas iluminadas de más de dos metros de altura teñían las calles de la capital.

Los asistentes se registraban este miércoles para acceder a las tribunas para ver la Cabalgata de Madrid.
Los asistentes se registraban este miércoles para acceder a las tribunas para ver la Cabalgata de Madrid. JUAN BARBOSA

El plato fuerte llegó, como siempre, al final del desfile. Las carrozas de Sus Majestades estaban hechas de pergaminos y papiros. El punto de partida de esta fantasía ha sido el Auto de los Reyes Magos, un código de la Edad Media conservado en la Biblioteca Nacional de España que habla de Melchor, Gaspar y Baltasar no como reyes, sino como astrólogos que miran al cielo con sed de conocimiento. Al llegar a Cibeles, en el colofón del recorrido, fue la emisaria real la encargada de contar al público la historia de los tres sabios y explicar el origen de las ofrendas.

Los osos polares y las piruetas de las voladoras colgadas a los globos gigantes anticipaban la llegada de Melchor, que como cada año fue el primero en llegar, entre los gritos y los aplausos de los niños que llevaban sentados ante el Palacio del Ayuntamiento desde las cuatro de la tarde. Un mastodóntico elefante mecánico anunciaba al segundo Mago, Gaspar, que entró en la plaza al ritmo de música oriental. Tampoco faltaron los dromedarios, que volvían a pisar las calles de Madrid anunciando a Baltasar, el rey más querido de los niños.

El oro de Melchor, el astrólogo, es un elemento originario del núcleo de una estrella; Gaspar, el alquimista, portaba el incienso, una mezcla de diferentes vegetales que simboliza el puente entre lo humano y lo divino mientras Baltasar, el botánico, ha coleccionado la mirra directamente desde los árboles de África.

La lluvia implacable no conseguía alterar la gran fiesta que se celebró en el escenario de Cibeles. Paraguas en las manos, el Coro de Jóvenes de Madrid deleitaba con villancicos que todos los niños allí presentes se sabían de memoria. Con la llegada de las carrozas, la plaza de Cibeles se llenó de confeti. “¡Me ha saludado! ¡Melchor me ha saludado!”, gritaba Lucas, de siete años, que había esperado desde las cuatro de la tarde frente al Palacio de Cibeles. Los fuegos artificiales cerraron por todo lo alto la Cabalgata del reencuentro, que ni el frío, ni la lluvia ni la sexta ola de la pandemia han podido deslucir.

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