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Cuando solo 16 hectáreas quemadas son un desastre para un tesoro natural único en Valencia

El último incendio de El Saler, por el que se ha detenido a un sospechoso, abre de nuevo el debate sobre cómo proteger un bosque tan espeso como rico ecológicamente

Estado en el que ha quedado una parte de la Devesa de El Saler tras el incendio del pasado fin de semana.
Estado en el que ha quedado una parte de la Devesa de El Saler tras el incendio del pasado fin de semana.Mònica Torres

Pueden parecer muy pocas, en comparación con cualquier otro incendio, pero las 16 hectáreas quemadas en la Dehesa de El Saler de Valencia el pasado fin de semana son muchas. “Un desastre”, comentaba un bombero el pasado martes apostado sobre las cenizas para controlar posibles rebrotes. Un desastre porque afecta al corazón de un bosque mediterráneo único, situado en la lengua de tierra que separa el mar y el lago de la Albufera, en mitad de un parque natural, un espacio que ha resistido la presión humana de su alrededor y un plan franquista de levantar allí una macrourbanización.

Es desolador caminar desde la carretera CV-500, poco antes de llegar al desvío del parador nacional, hasta el mar en línea recta. El fuego avanzó desde allí en forma de cuña arrasando todo a su paso. El viento de Poniente fue su gran aliado. “El que hizo esto sabía lo que hacía”, señalaba una brigada. Las dunas de arena de la playa, muy cerca del Casal d’Esplai, cortaron las llamas. La rápida actuación de los bomberos y de los forestales delimitó la magnitud de la catástrofe. La Guardia Civil detuvo el miércoles como presunto autor del siniestro a J. C., un abogado de 59 años y vecino de una de las torres de apartamentos que se construyeron antes de que un gran movimiento cívico y ecologista en las postrimerías de la dictadura en Valencia, El Saler per al poble, frenase lo que restaba del plan. Otro movimiento vecinal reivindicaba también el antiguo cauce, donde se proyectó un enjambre de carreteras, bajo el lema El llit del Túria és nostre i el volem verd.

Es el noveno incendio detectado en los últimos tres meses en la Devesa (su nombre en valenciano), que se extiende sobre una superficie de unas 800 hectáreas. De nuevo se ha abierto el debate en el Ayuntamiento sobre la conservación del bosque. Para la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, del PP, ha habido una carencia importante de medidas de prevención y limpieza en esa zona, algo en lo que coincide el recién nombrado concejal responsable de la Devesa-Albufera, José Gosálbez, de Vox, que habla de “desamparo y abandono absoluto”.

Las dunas que frenaron las llamas en El Saler, con las torres de apartamentos al fondo.
Las dunas que frenaron las llamas en El Saler, con las torres de apartamentos al fondo. Mònica Torres

“Han fallado las medidas del ecoesnobismo de que los bosques tienen que dejarse sin intervención. Han fracasado, lo hemos visto en otros puntos en toda la Comunitat Valenciana anteriormente, pero también en la Devesa”, afirmó Catalá, en alusión al ejecutivo de izquierdas que la precedió. “Hay que intervenir, hay que prevenir, hay que limpiar. Nosotros, cuatro meses después, lo estamos haciendo, incluso, la instalación del Sideinfo”, agregó en alusión a que el nuevo Gobierno que dirige acaba de sacar a licitación un sistema de cañones de agua y sensores que refrescarán la Devesa para reducir el riesgo de incendio.

“Nosotros impulsamos el proyecto”, apunta el concejal de Compromís y responsable de Ecología Urbana, Emergencia Climática y Transición Energética en el anterior gobierno municipal, Sergi Campillo. “Tratamos de licitarlo pero la subida generalizada de precios hizo que quedara desierto. Catalá lo que ha hecho es aumentar el presupuesto y licitarlo pero el plan técnico, la idea y demás lo hizo el anterior ejecutivo; y la idea era extenderlo como herramienta de prevención a los núcleos habitados”. Campillo insiste en que dejó el presupuesto de la contrata de mantenimiento en máximos históricos, con 100.000 euros más y un técnico forestal, y defiende el mantenimiento del sotobosque, con un tipo “de masas forestales que solo se encuentran en lugares muy alejados de poblaciones urbanas, poco alterados”, por lo que es “un milagro que esté como está en una conurbación urbana de casi dos millones de habitantes”. “Hablar de suciedad cuando aluden a la vegetación en un parque natural protegido que tiene además varios hábitats prioritarios declarados por la UE, y especies animales vulnerables, es impropio. ¿Un lentisco es suciedad? ¿Un palmito es suciedad?”, se pregunta.

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El botánico Jaime Güemes, ahora al frente del Jardí Botànic de la Universitat de València, lleva años estudiando el paraje. “Es un espacio muy singular por sus características: algo similar a la Manga del Mar Menor, pero allí la franja es mucho más estrecha y no tiene la zonación ecológica (distribución de la vegetación en función de las variables ecológicas) que tiene la Devesa”, explica el botánico. “Es una transición perfecta desde las dunas litorales hasta el lago, donde la acción del viento, la arena, la salpicadura salada y el relieve han modelado un paisaje único”, añade.

Las dunas se situaban originalmente al lado del mar y protegían la parte interior de la franja y de ahí se formó el bosque mediterráneo, donde arbustos conviven con los pinos. y sobre esos pinos crece una vegetación muy potente de lianas (madreselvas, zarzaparrillas, hiedras). “Desde hace 40 años, ese bosque tiene una gestión de recuperación modélica, imitada en otros territorios. La Oficina Técnica de la Devesa ha hecho un trabajo tremendo con todas las corporaciones municipales. Y todas han apoyado un modelo de gestión que permite recuperar de una forma natural el cordón dunar y a partir de ahí el bosque”, explica el experto.

Vecinos observar las labores de extinción del incendio de El Saler.
Vecinos observar las labores de extinción del incendio de El Saler.Biel Alino (EFE)

En el mismo sentido se pronuncia Acció Ecologista Agró, con una larga experiencia en el parque natural. “El bosque de la Devesa está perfectamente gestionado. Lo que ha pasado estos días es inaudito: que una o varias personas, aprovechando la climatología extrema, el poniente, la falta de lluvias, con conocimiento del espacio... Se ha actuado muy bien, en cualquier otra zona hubiera sido una catástrofe medioambiental”, apunta una portavoz de la comisión de Territorio. Critica el mensaje “tendencioso de la necesidad de limpiar aprovechando el incendio”. “En cualquier caso, hay que reforzar más la vigilancia, pero en ningún caso eliminar la vegetación y lo que se llama retirar biomasa sería amenaza para el ecosistema”, añade.

El martes, con la tierra aún humeante, se veía a algunos turistas pedaleando por los senderos que cruzan la Devesa. Una pareja alemana mostraba su admiración por un entorno privilegiado, muchas veces olvidado por la ciudadanía que más cerca lo tiene. El sotobosque en muchos tramos es tan denso que resulta infranqueable, menos para las llamas, supuestamente provocadas. En la cuña arrasada no hay ni pinos centenarios ni zarzas, nada. Incluso las resistentes plantas que jalonan las dunas parecen ahora papel de lija . Un panel en el Casal d’Esplai explica la importancia del sotobosque y alude a que la inmensa mayoría de los incendios son intencionados o provocados por negligencias. De los 330 incendios contabilizados entre 1968 y 2015, solo dos fueron por causas naturales (rayos). Justo, por esa zona se produjo el gran incendio forestal de 1986 en la Devesa, en el que ardieron 100 hectáreas del parque.

En El Saler viven unas 1.600 personas, población que se multiplica en verano. Ana Gradolí es la presidenta de la Asociación Vecinal de la Devesa. Tiene un discurso sereno, incluso cuando el domingo ardían los chats de acusaciones contra el supuesto autor de lo incendios y se pedía justicia o se difundían informaciones de todo tipo sobre la causa del fuego. El bosque llega casi hasta los aparcamientos de las viviendas. “No se trata de limpiar todo, de arrasar con todo, ni mucho menos. Sí que hay mucha rama seca, mucha zarza seca, enredada que estrangula al propio pino. Nosotros siempre nos referimos a la necesidad de limpiar en los entornos de las edificios. Haría falta más vigilancia en general, claro. El Ayuntamiento debe saber cómo actuar. Hay que estar muy mal de la cabeza para quemar este tesoro, porque construir, no se va a poder construir”.

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