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La tramontana pierde fuelle en el Empordà

El viento más característico del norte de la Costa Brava lleva casi una década con una tendencia a la baja producto de un cambio en las dinámicas atmosféricas

Temporal Girona
Temporal de viento en L'Escala, en una imagen de archivo.efe

El viento más característico del Empordà, la tramontana, está dejando de soplar. Un estudio del biólogo y climatólogo Sergi Corral, con datos de los observatorios de l’Escala y l’Estartit desde 1996 a 2005 respectivamente, certifica la tendencia a la baja de los días al año en los que sopla y también la disminución de duración de cada episodio. Entre 2005 y 2020, la media de tramontana en l’Escala era superior a 100 días, pero a partir de 2014 empezó la tendencia a la baja, que llegó al mínimo histórico el año pasado con 41 días. Además, este 2023, por primera vez desde hace 28 años, no ha soplado ni un día durante septiembre y octubre. Desde el Servei Meteorològic de Catalunya (SMC) confirman la tendencia. Para Corral la causa es que “la dinámica atmosférica –los movimientos y posición de anticiclones y borrascas- está en proceso de cambio”.

La tramontana es un viento de norte, frío, fuerte y persistente, popularmente conocido porque electrifica el cabello, deja el cielo azul intenso y seca la ropa rápidamente. La tramontana sopla principalmente en las Baleares y noreste de Cataluña y usa el norte de los Pirineos y el suroeste del Macizo central (Francia) como zona de aceleración para internarse en el Mediterráneo. En el sur de Francia, Montpellier, Perpiñán o Narbona también han detectado la tendencia a la baja.

Corral, licenciado en Biología y climatología por la UB, y miembro de la red de observadores voluntarios del SMC lo ha estudiado en profundidad. Como no hay un umbral oficial, en su estudio considera tramontana el viento de norte que sopla a más de 50km/h durante más de tres horas. Según los datos recogidos por este experto, en l’Escala el característico viento sopló 122 días en 2005 y 120 días en 2013. A partir de ahí, se aprecia un intenso descenso: 101 en 2017 y entre 41 y 60 días en los últimos tres años. Este 2023 solo lo ha hecho 39 días.

En l’Estartit, según datos recogidos por el meteorólogo aficionado Josep Pascual, el año pasado solo hubo 56 días de tramontana superior a 60 km/h.

Lo que ha disminuido también es el tiempo de duración de los episodios. “Si antes veíamos episodios de 11 y 12 días, ahora cada vez más la tendencia es que duren tres días o menos. El episodio más largo del año pasado fue de 6 días”, detalla el experto. “Con los datos que tenemos no podemos decir que la tramontana es menos violenta, pero sí menos intensa a lo largo del año”, concluye Corral. Hay un descenso de número de episodios y de su duración. Y es que, según las observaciones, las rachas de viento puntuales siguen siendo elevadas, como en febrero del año pasado, cuando se registró un pico de 110 km/h en l’Escala y 122 km/h en l’Estartit.

Desde el Servei Meteorològic de Catalunya confirman la tendencia, recogida también desde el observatorio de Roses. Sostienen que hay un debate abierto sobre qué está pasando con este viento, y que deben almacenarse más datos para saber, sobre todo, qué pasará los próximos años. “A la serie de 28 años que tenemos recogida le falta poco para llegar al umbral climático de los 30 años, el óptimo para sacar conclusiones”, apunta Corral.

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Sobre los motivos de este cambio, Corral argumento que “responde a un cambio en el patrón, en la dinámica atmosférica a nivel europeo, tanto en superficie como en altura. La tramontana es un viento que se genera en el corredor que queda entre los anticiclones del Atlántico y Cantábrico al oeste y las depresiones o borrascas del Golfo de León y el de Génova al este. El dominio de las situaciones de sur, de aire que sube de África ha variado la situación de los dos grandes motores de este viento que llega del norte, y ha provocado su ausencia”, detalla.

Pero lo que podría parecer positivo -que amaine un molesto viento- puede ser perjudicial para algunos sectores, alerta Corral. Entre ellos, agricultores y viticultores, ya que “menos viento seco significa mayor humedad y los hongos pueden causar mayor daño a las plantaciones”. Otra de las consecuencias más llamativas de la falta de viento frío de norte es “la persistencia de la elevada temperatura del mar todo el año en l’Estartit”, añade. Este verano ha estado entre 2 y 4°C más alta que la media desde el 2000, y el pasado 24 de agosto se registró el máximo de 26′9°C.

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