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“Necesitamos profesores de Catalán, pero no hay estudiantes de Filología Catalana”

Los expertos reclaman promover y prestigiar estos estudios, además de mejorar la formación de los profesores de otras titulaciones que están cubriendo las vacantes

Alumnos durante la hora de lectura en una clase en un instituto de la provincia de Barcelona.
Alumnos durante la hora de lectura en una clase en un instituto de la provincia de Barcelona.Kike Rincón

“Existe el falso tópico de que con la Filología no encontrarás trabajo y te morirás de hambre. Pero es totalmente lo contrario. Quien estudie Filología Catalana, tiene trabajo asegurado”, afirma Francesc Xavier Vila, secretario de Política Lingüística. Las aulas de estos estudios están prácticamente vacías y, aunque en los últimos años están aumentando ligeramente, el número de titulados se queda muy lejos de los que necesita el sistema educativo, cronificando así la falta de profesores especialistas de Lengua Catalana en los institutos. “Necesitamos profesores de Catalán, pero no hay estudiantes de Filología Catalana y se están cubriendo las plazas con personas con otras titulaciones”, resume Teresa Cabré, jefa del Departamento de Filología Catalana de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Un reciente informe de la Intersindical Educació sobre los nombramientos de docentes al inicio de curso revelaba que de las 300 plazas que no se cubrieron, la especialidad que acumulaba más (43) era Lengua y Literatura Catalana. Y los resultados de las últimas oposiciones confirman la problemática: de las casi 800 vacantes, un centenar era de esta especialidad, que aquí también copaba la primera posición. Otras disciplinas con problemas para encontrar profesorado son Matemáticas e Informática, debido a que estos titulados optan por el sector privado, con sueldos más elevados.

Pero en el caso de la Lengua Catalana, ¿por qué no se encuentran profesores? El motivo principal es la falta de alumnos de Filología Catalana. Estos estudios los imparten las universidades de Barcelona, Autónoma, Girona, Tarragona y Lleida. Entre todas ellas han ofrecido este curso 220 plazas, pero no todas se ocupan. Las estadísticas de la Universidad de Barcelona (el mayor campus) reflejan la magnitud del problema: este curso se han ofertado 70 plazas de nuevo acceso, llegando casi al mismo nivel que en el curso 2009-10 (75). Pero se trata de una cifra muy superior a la de años de vacas flacas, como el 2014-15, cuando solo se matricularon 23 alumnos nuevos, según indica el portal estadístico del campus. “Es un mal endémico. Cuando empieza el problema no se detecta y cuando se detecta ya hace tanto tiempo que ahora cuesta revertirlo”, lamenta Cabré.

Según los expertos, las causas de esta carencia de profesorado -y de alumnado en las facultades- son múltiples, empezando por una falta de atractivo de los estudios. “Hay una crisis de las Humanidades en general, las familias consideran que estudiar una filología no sirve de nada. Pero no se está haciendo orientación ni vendiendo bien la carrera. No se explica que los alumnos tienen el trabajo asegurado, y no solo en la docencia”, apunta Gerard Furest, profesor de Lengua Catalana en un instituto y coordinador lingüístico de la Intersindical Educació.

Francesc Xavier Vila también considera que la falta de estudiantes se debe a la caída demográfica, a la diversificación de la oferta de grados o al hecho de que es una “titulación arraigada” al alumnado catalanoparlante. “Hay que atraer a los hijos de la inmigración, y también a chicos, porque esta es una carrera muy feminizada y las chicas empiezan a optar también por otras titulaciones”, argumenta el también catedrático de Sociolingüística catalana de la UB.

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A la falta de prestigio de los estudios se añade, según Furest, la de la lengua. “Los jóvenes no tienen material audiovisual en catalán, el catalán no forma parte de los espacios de ocio, así que lo ven como un rollo y entre ellos hablan en castellano, aunque sean catalanoparlantes, porque es el idioma guay”. Teresa Cabré también apunta a las instituciones como una de las causantes. “Vivimos en una sociedad que reivindica el catalán, pero no hay respeto institucional”, afirma la filóloga en referencia a los errores lingüísticos en medios de comunicación o declaraciones de políticos. “No hay esmero para que haya un buen catalán a nivel institucional, y eso se transmite a nivel social”, remata.

Estas voces coinciden en que para empezar a poner solución es necesario una campaña institucional de prestigio de los estudios y mejorar la información que se da sobre ella, para dar a conocer las salidas profesionales. De momento, y ante la reiterada queja de los institutos por esta falta grave de profesorado, el Departamento de Educación anunció que como remedio rápido se quería ofrecer a los actuales docentes una ampliación de jornada a cambio de un complemento salarial, una medida que el pasado curso ya se empezó a hacer con los especialistas de Informática. El Departamento también ha flexibilizado los requisitos para poder ejercer de docente en secundaria, como no exigir tener el máster o ampliar el catálogo de titulaciones que se pueden acreditar para entrar en la bolsa de interinos. Actualmente, un graduado en Periodismo, Arte dramático o Humanidades (aparte de las clásicas filologías) puede ser profesor de Lengua Catalana en un instituto. Educación también asegura que ha ampliado las plazas del máster de Profesorado especialista de Catalán que imparte a distancia la UOC.

Bajo nivel de lengua

Uno de los efectos colaterales de esta falta de profesorado y de la flexibilización de los requisitos, alertan las voces consultadas, es un descenso del nivel de la lengua. “Una vez nos vino un sustituto de Catalán que era profesor de Educación Física. Están entrando profesores que no controlan la materia”, lamenta Furest. “La gente se piensa que porque hablas un idioma puedes enseñarlo. Así que nos encontramos con profesores que no tienen el nivel suficiente y esto afecta al catalán que hablan los alumnos”, añade Cabré. “Alertamos de las consecuencias de la cobertura por gente de otras titulaciones en que no se acredita un conocimiento de la lengua. Pedimos que esto sea solución temporal porque si se alarga puede tener unas consecuencias nefastas, porque estaremos poniendo el conocimiento del catalán en profesorado que no tiene el nivel suficiente”, advierte Miquel Àngel Pradilla, miembro del Institut d’Estudis Catalans y presidente de la coordinadora de Estudios Universitarios de Filología Catalana.

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