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Elecciones 23J
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

ERC, tras el órdago del PNV

Desde el partido esperan que el nuevo tablero planteado por los vascos permita que dentro de Junts se imponga el sector realista al del independentismo mágico

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, da una rueda de prensa tras presidir el martes 1 de agosto la reunión semanal del Govern.
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, da una rueda de prensa tras presidir el martes 1 de agosto la reunión semanal del Govern.Albert Garcia
Francesc Valls

Las elecciones vascas y la irrupción de elementos de calado por parte del PNV para negociar la investidura de Pedro Sánchez marcaron la intervención del pasado martes del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès. Hasta ahora, Esquerra hacía gala de pragmatismo, siempre mirando de reojo las propuestas maximalistas de Junts per Catalunya. Mesa de diálogo —donde cabían propuestas a años vista—, cumplir los compromisos pendientes, traspaso de Rodalies y acabar con el déficit fiscal eran los mandamientos que hasta ahora figuraban en el pragmático frontispicio de los republicanos. Pero el independentismo razonable de ERC se ha visto de repente desbordado por el órdago del Partido Nacionalista Vasco. Y ha entrado en la cartera negociadora para la investidura un pacto para dos nacionalidades históricas: Euskadi y Cataluña, un consensuado pactado con las fuerzas soberanistas. Como señaló a este diario Andoni Ortúzar, presidente del Euzkadi Buru Batzar, ese apoyo “exige un acuerdo sobre el modelo territorial. No digo que acepte el 100% de nuestras peticiones, pero tiene que abrir ese melón”.

Con ello, Esquerra, sin tomar la iniciativa, se suma al carro del PNV y arrincona un poco más a su eterno competidor Junts per Catalunya. Al mismo tiempo, los republicanos sacan pecho soberanista —autodeterminación y amnistía — desde un discreto segundo plano para sacarse de encima la etiqueta de ser unos independentistas blandengues, un sambenito que los de Puigdemont les han colgado por su acercamiento al Gobierno de izquierdas. ERC, al formar tras el nacionalismo vasco, hace recaer la iniciativa de la negociación en sus acreditados hermanos mayores.

El propio Aragonès hacía referencia en su comparecencia a ese nuevo modelo territorial consensuado ERC-Bildu-PNV y Junts y al que sumaba por su cuenta el referéndum de autodeterminación y “el fin de la represión”. Fuentes de Esquerra reconocen que esas dos propuestas “no son para mañana ni para pasado”. O sea, que las cosas están como estaban, con el añadido nada despreciable de que el PNV marca ahora “el nuevo terreno de juego, lo que es muy distinto a si lo hiciéramos nosotros”, agregan desde ERC.

“El tempo lo marcan los vascos, que tienen elecciones el año que viene; nosotros, diciendo que subimos la apuesta, no tenemos que hacer nada más”, señalan. “Junts debe decidir si quiere quedarse sola y tirarse definitivamente al monte o bajar al terreno de la política”, añaden.

Aunque el ascendente del PNV es notable sobre el universo convergente y posconvergente, durante la crisis de 2017, el lendakari Iñigo Urkullu trató infructuosamente que el entonces president Carles Puigdemont convocara elecciones autonómicas en lugar de proclamar la independencia. Ahora, desde Esquerra, esperan que el nuevo tablero planteado por los peneuvistas permita que dentro de Junts se imponga el sector realista al del independentismo mágico. Quienes conocen a Puigdemont tienen dudas. Hay quienes creen que el de Waterloo prefiere la heroicidad de Sansón: morir matando a cuantos más filisteos mejor. Otros, en cambio, —como el padre del procés, Artur Mas— opinan que de no jugar en el nuevo tablero, Junts corre el riesgo de acabar convertido en un partido testimonial. Mientras, ERC aguarda. Agazapada tras los vascos.

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