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Trias, la última esperanza de Junts

El veterano médico, gestor y político, que desbancó al PSC de la alcaldía y fue desbancado por Ada Colau, intentará cobrarse la revancha

Clara Blanchar
El exalcalde de Barcelona Xavier Trias, en el Ayuntamiento de Barcelona, en junio de 2022.
El exalcalde de Barcelona Xavier Trias, en el Ayuntamiento de Barcelona, en junio de 2022.David Zorrakino / Europa Press

Xavier Trias tiene el mérito de haber acabado, en 2011, con 32 años de hegemonía del PSC en el gobierno y la alcaldía de Barcelona, desde las elecciones democráticas de 1979. Con una larga trayectoria en la gestión pública y la política, llevaba nueve años de concejal en la oposición cuando el declive del alcalde Jordi Hereu le dio el empujón para ganar la alcaldía. Convergència i Unió mandaría en el otro lado de la plaza de Sant Jaume, balcón con balcón con el de Artur Mas. Llegó cuando el procés independentista era incipiente, la manifestación que dio el empuje definitivo fue en 2012. Le tocó, en cambio, lidiar con las consecuencias de la crisis económica y social que el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó a partir de 2008. Paradójicamente, en el activismo contra los desahucios consecuencia de la crisis hipotecaria creció mediáticamente quien sería su sucesora, Ada Colau, con quien ahora volverá a enfrentarse.

De familia bien y muy numerosa de Barcelona, siempre amable e impecable, pediatra de profesión, y tras haber ejercido casi una década, Xavier Trias tiene una larga trayectoria en la gestión pública y la política. Trabajó en el hospital Vall d’Hebron de Barcelona y ostentó cargos de responsabilidad en el colegio de Médicos de Barcelona y el Consejo de Colegios de España antes de entrar, en 1981, a trabajar en el departamento de Sanidad de la Generalitat, encabezado entonces por Josep Laporte, un padre político para Trias. En 1984 fue nombrado director general del Instituto catalán de la Salud, hasta que le fichó el entonces presidente, Jordi Pujol, como consejero, precisamente para relevar a Laporte. Al tándem de veteranos políticos se les reconoce haber armado el modelo sanitario catalán, reconocido internacionalmente.

En 2000 fue candidato de CiU al Congreso, donde estuvo justo dos años de diputado, antes de que el partido le eligiera de candidato por Barcelona. Entró como concejal en 2003 y estuvo dos mandatos en la oposición, hasta que, al tercer intento, en 2011, logró la alcaldía.

De Trias dicen que sabe delegar y hacer equipos. Que nunca levanta la voz ni tiene prontos. No le importó ver como sus tenientes de alcalde lucían durante su mandato. Se apoyó en su fiel escudero, Jordi Martí Galbis, el único que queda en el grupo, en el exconsejero Quim Forn para la cartera de Seguridad, en Sònia Recasens en la de economía, en Jaume Ciurana en Cultura, o Antoni Vives en urbanismo. Todos brillaron a su manera y tuvieron momentos de protagonismo, algo que no todos los alcaldes saben hacer. En esta capacidad de delegar entra también la cartera de los marrones, resolver cuestiones desagradables. En estos casos, cuentan en su entorno, envía a quien toque a escuchar. Y luego deciden.

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Trias se reservaba el papel institucional de alcalde. Con detalles que dicen de su persona: repasaba qué actos le ponían los colaboradores en la agenda. Pero también los que declinaban. No fuera que él sí considerara importante acudir. El contratiempo es ahora Vives, condenado en 2019 a dos años por corrupción, tendrá que volverse a sentar en el banquillo por el caso 3%. La Fiscalía le pide seis años, una circunstancia que la oposición aprovechará para hacer reproches al exalcalde.

De su mandato 2011-2015 destaca haber abrazado el concepto de Smart City, la ciudad que se apoya en los datos para gestionar servicios públicos, desde el alumbrado hasta la recogida de basura. Un concepto de dos palabras que hasta tal punto marcó el mandato de Trias (de la mano de Vives y Vicente Guallart) que, cuentan, los comunes las desterraron del vocabulario municipal.

El alcalde también vio la importancia de dejar a la ciudad un legado en piedra. Su impronta en obras: la nueva Diagonal entre paseo de Gràcia y Francesc Macià, y la reurbanización del paseo de Gràcia llevan su firma. Como la conversión del Port Vell, en la Barceloneta, en una marina de lujo con grandes yates y una valla que impide a la ciudadanía pasear como antes. Fueron “privatizaciones” como esta, a lo que se agarraron los hoy comunes de Ada Colau. O proyectos como la pista de hielo por Navidad en la plaza de Catalunya o privatizar las nuevas guarderías.

En cambio, la primera moratoria para frenar los pisos turísticos, es de Trias. Más allá de las obras, con la pobreza y la brecha social creciendo debido a la crisis, Trias no racaneó en ayudas sociales. De hecho, fue él quien creó la ayuda mensual de 100 euros mensuales por menor de familias vulnerables que luego el equipo de Colau recortó a un periodo de solo seis meses. Al llegar Colau, le recriminó que hubiera dejado casi 200 millones de euros de superávit en la caja de una ciudad que hace muchos años que tiene las cuentas saneadas. El mandato del veterano político también fue el del intento de desalojo del centro social ocupado de Sants Can Vies. El edificio es propiedad de Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) y su intento de desalojo provocó cuatro noches seguidas de disturbios, hasta que el gobierno municipal decidió dar marcha atrás.

Trias tiene sentido del humor como para reírse de su dificultad para pronunciar las “r”. Y afable y gentleman como para felicitar a Ada Colau la noche de mayo de 2015, cuando perdió las elecciones ante un “puñado de hippies”, como todavía algunos en el entorno posconvergente ven a Barcelona en comú. Primero llamó a Colau para felicitarla (la escena se ve desde el otro lado en el documental Alcaldesa) y luego salió ante la militancia a reconocerlo. Dicen que algunos dirigentes convergentes le querían matar, en sentido figurado, por darse tan pronto por vencido.

Xavier Trias reconoce que desde que le propusieron volver se ha dejado querer. “A todo el mundo le halaga que le llamen alcalde, alcalde”, reconoce. Aunque, muy en su línea, cuando le ocurre, responde: “Si me presento, vótame, no fotis”. Algunos en su familia o su entorno reprochan al partido que durante años hayan desaprovechado su figura y ahora le rescaten para volver a conquistar el premio gordo. Antes de su cuarto intento, con su mujer, Puri Arraut, también doctora, han viajado bastante. Y acuden con regularidad a la casa familiar de los Trias en Viladrau, o a la de Menorca, de la familia política.

Su irrupción pone patas arriba el escenario electoral. De una batalla que parecía a tres (comunes, PSC y ERC), el planteamiento cambia completamente: de ex alcalde contra alcalde. Del modelo Trias al modelo Colau. Él no perderá ocasión para sacar una espina que lleva clavada: cuando la hoy alcaldesa le metió en el saco de “la mafia” cuando llamó a votar entre “la mafia o la gente” después de que se publicara la información falsa de que tenía dinero en una cuenta en Suiza. Siempre lo negó y ahora se ha sabido que fue un montaje de la denominada policía patriótica. Colau se ha resistido a pedirle disculpas.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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