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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Glòries, apuntes del subsuelo

Si alguien no lo remedia, las bocas para acceder a los espacios subterráneos pueden provocar que se perpetúen edículos y juguetes arquitectónicos que aparecieron en la plaza al iniciarse las obras

Sección de Glòries, con los espacios vacíos y las galerías de tren y metro, en una imagen del estudio sobre posibles usos.
Sección de Glòries, con los espacios vacíos y las galerías de tren y metro, en una imagen del estudio sobre posibles usos.
Xavier Monteys

Acababa el año y la prensa, también este diario, se hizo eco del estudio que el Ayuntamiento de Barcelona había encargado para pensar a qué usos destinar los espacios subterráneos de la plaza de las Glòries aparecidos a lo largo del trazado de los túneles que unen los dos extremos de la Gran Vía. Estos espacios, cuatro en total, por cuestiones del trazado y las rasantes quedan más próximos a la superficie del parque que el túnel, con lo que no resulta descabellado darles un acceso y por tanto un uso. Parece que el más pequeño, 800 m2, se piensa destinar a aparcamiento de bicicletas, dada la vocación de conector de transporte que tiene este emplazamiento. Debo decir que la noticia me pareció una buena noticia, pero creo que muestra algunos claroscuros que dan lugar a estos apuntes.

En su momento este lugar fue un ejemplo de controversia y de reclamaciones vecinales opuestas a que la plaza fuera simplemente un nudo viario. Recuerdo haber opinado en más de una ocasión en las páginas del Quadern sobre este asunto. Básicamente mi opinión era que no resultaba imprescindible derribar el anillo, tal vez la mejor pieza de esta plaza y que era posible mantener el anillo cortando sus conexiones con la Gran Vía. De hecho, el túnel podría haber pasado por debajo como ahora hace y el viaducto, convenientemente reformado, mantenerse como paseo elevado o como una especie de mirador-carrusel o para hacer paellas los domingos.

Los vecinos se cerraron en banda a opciones que consideraran mantenerlo, y aquí está mi primer reproche. Hablamos siempre de la participación, pero ¿De tener todos los datos hubieran opinado lo mismo? Y más aún ¿aunque los hubieran tenido habrían sabido procesarlos adecuadamente? Me dirán que esto no tiene mucho que ver, pero debemos recordar que uno de los argumentos que los vecinos esgrimían en su momento era que bajo el maltratado bosquecillo de encinas en el centro del anillo (¿lo recuerdan?) existían agujeros peligrosos que podrían causar accidentes. Lo que acabó haciendo que castigaran el bosque cerrándolo con vallas. Ahora aquella advertencia que expresaba desconfianza y demagogia a partes iguales, se ha hecho realidad, y los agujeros no llevan al infierno, sino que nos conducirán a espacios multiusos. Así pues, la próxima vez que los vecinos opinen, se debe escuchar y tomar nota, pero finalmente hacer lo que sea mejor para la ciudad.

La próxima vez que los vecinos opinen, se debe escuchar y tomar nota, pero finalmente hacer lo que sea mejor para la ciudad

Luego llegó el concurso internacional de 2013, y ganó una propuesta con unas imágenes sazonadas con sonidos de pájaros y unos dibujos que representaban unos árboles de envergadura amazónica, que ni siquiera los recién nacidos hoy creo que vean jamás. Aún así la propuesta de parque funcional y especializado, con todas las variantes posibles del ágora, se plantó y sembró, y cabía la esperanza de que al menos lo sembrado, convenientemente cuidado y vigilado, acabara formado un parquecito en el que podrían haber mandado los árboles, los arbustos y las plantas. Pues bien, segundo reproche, si alguien no lo remedia, las bocas para acceder a los espacios subterráneos, pueden acabar convirtiéndose en construcciones livianas con el argumento de dar lugar a rampas, invernaderos y umbráculos que, obviamente, interferirán con la superficie sobre rasante del parque, dando lugar a unos objetos arquitectónicos que, aunque estén bien diseñados, no estaban en el contrato. De este modo se perpetuará la provisionalidad de los edículos y juguetes arquitectónicos que aparecieron en la plaza al iniciarse las obras, mientras por cierto el umbráculo y el invernadero de la Ciutadella siguen degradándose. Después de la experiencia de la Plaza Lesseps, deberíamos tener una opinión distinta sobre qué arquitectura necesitan estos lugares. Mi opinión es que esta tenga pocos juguetes arquitectónicos, ninguna ferretería y a ser posible que sea una arquitectura sembrada.

¿Por qué una torre, en la plaza de la torre AGBAR cuando el anillo ya lo era y permitía pasearlo?
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Y tercer reproche. De entre los objetos y edificios que asomarán a la superficie regurgitados por el subsuelo, los responsables del diseñodel estudio de usos, proponen una torre-mirador. Una torre triangular colocada allí donde la Meridiana y la Diagonal se cruzan virtualmente. “Una torre que permitiría aprovechar y apreciar la singularidad de la ubicación y la relación del parque con la ciudad”, hemos podido leer. Pocas veces se puede leer un argumento tan banal. De hecho, no tengo palabras. ¿Por qué una torre, en la plaza de la torre AGBAR? ¿Por qué un mirador, el DHUB ya es un mirador y lo que es más grave, el anillo ya lo era y permitía pasearlo? ¿Por qué un nuevo hito en la plaza de los hitos? De seguir por esta línea lo mejor de la plaza será el subsuelo.

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