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Una roca de 30 metros se agrieta y amenaza a los vecinos de Gerb

El ayuntamiento de Os de Balaguer instala sensores y una sirena avisa si se registran temblores

Una roca de 30 metros se agrieta  y amenaza a los vecinos de  Gerb  .  Foto: Ràdio Balaguer
Una roca de 30 metros se agrieta y amenaza a los vecinos de Gerb . Foto: Ràdio BalaguerEL PAÍS
Marc Rovira

Los vecinos de Gerb (Lleida) viven con la mirada fija en el peñón rocoso que da cobijo al pueblo. La arcillosa loma conocida popularmente como Penya de l’Espígol amenaza con desgajarse y provocar un descalabro sobre este pequeño núcleo, situado en el margen derecho del río Segre y adscrito al término municipal de Os de Balaguer. “Si se cayera toda la roca, se comería medio pueblo”, avisa la alcaldesa Estefania Rufach. Afirma que los desprendimientos de guijarros nunca fueron extraños en la zona, sobre todo tras temporales de lluvia, pero las profundas grietas detectadas recientemente en la montaña han disparado los temores por la posible caída en bloque de un pedrusco que alcanza los 33 metros de largo.

Fue, precisamente, un creciente desplome de piedras lo que llevó al ayuntamiento a mover pieza para averiguar qué pasaba en lo alto de la Penya de l’Espígol. A finales del año pasado se fraguó una intervención de limpieza y supervisión del talud, para tratar de obtener un diagnóstico sobre la solidez de la roca. Se puso una malla metálica para sujetar la caída de piedras y, además, se instalaron sensores para medir si aparecían nuevas fisuras.

La intervención costó 250.000 euros y supuso medio año de obras, con la ayuda de un helicóptero y de personal especializado en trabajos en altura. “La idea era controlar ese menhir, y hacer un estudio a lo largo de un año”, manifiesta Rufach. “La sorpresa fue que, al cabo de 10 días, todos los sensores marcaban movimiento, lo que indicaba que la peña se resquebrajaba de arriba a abajo”. Una grieta ya conocida de antemano, de unos cinco metros de largo, creció hasta los 20 metros, con una profundidad de otros ocho metros. “Ese hecho nos alarmó, por la posibilidad que una masa de piedra grande se pueda desprender de la roca madre”, detalla la alcaldesa. El Ayuntamiento espera poder destinar de 50.000 euros para una actuación de urgencia.

Junto con los sensores de movimiento, se dispuso un sistema de alarma que activa una sirena cuando hay temblores. Se disparó el 31 de diciembre y, luego, otra vez el 6 de enero. “Cuando suena la alarma nadie puede estar dando vueltas por debajo”, dicen desde el ayuntamiento. Una prevención que complica la logística en Miq-Mac Art Culinari, una empresa de comidas preparadas que tiene el asador y un almacén a los pies de la roca. Miquel Boneu, es el responsable del negocio y afirma vivir “con sensación de angustia”. Concede que al principio lo afrontó “con cierto cachondeo”, hasta tomar conciencia de que el asunto “es peligroso”. Y, más aun, dice, cuando escuchó de boca de un geólogo que “tarde o temprano esto se va caer, seguro”.

Boneu vive desde hace más de 30 años en una casa que también queda bajo la sombra de la roca. “Primero estuvo la piedra, claro, pero ¿por qué tengo que irme de mi casa?”, pregunta. Considera que son necesarias actuaciones de urgencia. “La administración, en este caso la Diputación, debería funcionar por una vez en la vida como un empresa privada, tomar una decisión y ejecutarla”. En Gerb viven unos 600 vecinos, está cerca de Balaguer y la alcaldesa apunta que en los últimos años han ganado población. Boneu alerta que el riesgo no es solo para los vecinos, sino que también queda expuesto todo aquel que circule por la carretera que une Gerb con Sant Llorenç de Montgai. “Tenemos un problema, hay que ponerle remedio. Si se puede arreglar el viernes, que no esperen hasta el lunes”, apremia.

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