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La vida en la nave ocupada de la calle del Progrés

Los habitantes de la antigua fábrica de Badalona se enfrentan este jueves a una orden de desalojo

Kevin, uno de los ocupantes de la nave de la calle del Progrés, en Badalona, sobre la que pesa una orden de desalojo para este jueves.
Kevin, uno de los ocupantes de la nave de la calle del Progrés, en Badalona, sobre la que pesa una orden de desalojo para este jueves.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)
Gonzalo Moncloa Allison

Ousmane (Gambia, 22 años) levanta los restos de una nevera que ha desmontado y los pone junto a contenedores de basura en el barrio del Gorg, en Badalona (Barcelona). Luego echa la vuelta a “casa”, según dice, mientras camina con su carrito rojo de la compra. Carga la chatarra que luego vende y le proporciona “unos cuatro o cinco euros” para pasar el día. Apenas unos metros más allá, en la calle del Progrés, entre complejos de pisos de última generación, se encuentra, como una isla, una pequeña puerta de madera azul. Ahí vive Ousmane y un centenar de personas, la gran mayoría migrantes. Este jueves se enfrentan a una orden de desalojo que ha sido aplazada dos veces.

La nave es la casa de Ousmane, al menos desde hace un tiempo, cuando pudo encontrar un techo tras siete meses durmiendo en parques. Tras la puerta se extiende un patio con muelles de carga que abren un mundo. Wie gehts? (¿Cómo estás?), le preguntan en alemán a Ousmane. Es Bubba, uno de sus compañeros, también de Gambia, que pasó como él unos años en Alemania antes de llegar a Barcelona. Bubba es uno de los que se instalaron en esta antigua fábrica después de que a finales de 2020 se incendiara otra donde vivía, unas calles más arriba. Entonces el fuego se saldó con cuatro víctimas mortales. De aquella nave solo queda un muro con fondo negro, y los nombres de los fallecidos pintados a colores.

La voz de Bob Marley vuelve desde un dispositivo imperceptible. Junto a la entrada hay quienes cierran los ojos al contacto con el sol, que ha salido esta mañana de invierno: fuman, conversan y sonríen. Hace una semana que no tienen luz. En esta época del año, dice Leona, como le gusta llamarse a esta barcelonesa que habita en la nave, “hace frío”: “Siempre tenemos que estar cubiertos con mantas”, lamenta.

Los ocupantes de la fábrica, junto con miembros de la red de entidades sociales que les apoyan, acordaron solicitar que el desalojo previsto para este jueves se aplace tres meses, según expresaron en un comunicado el pasado domingo. En él se anuncia el “compromiso de abandonar la nave una vez pasado el invierno”. El texto argumenta que “en estos momentos es inviable marcharse”. Por las bajas temperaturas, apunta el comunicado, que “incrementan enormemente la ya extrema vulnerabilidad de las personas afectadas”; pero también por las altas tasas de contagios por covid derivadas de la variante ómicron. Estos elementos, defienden, se suman a “la falta de alternativa habitacional”.

Al adentrarse en la nave se observan los desniveles, las separaciones construidas con cartón, con madera fina. Hay sillas, mesas de distintos tamaños, sofás recogidos de la calle. Muchas banderolas del Barça.

Kevin (Guinea, 37 años) cuida que su perro Lion, que no deja de saltar, no se acerque a la olla de agua que calienta sobre una base de carbón. “No puedes salir o dormir sin ducharte”, señala. Kevin llegó a Italia y luego vino a Barcelona. Hace ya 14 años. En su país ha dejado dos hijos, y su esposa regresó hace dos meses. Hace un tiempo llegó a Badalona, tras dos años trabajando en el campo de Lleida.

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La entidad propietaria de la nave, Sareb, constituida con una mayoría de capital público y que se quedó los activos tóxicos tras el rescate a la banca, aseguró el lunes a este diario que no van a paralizar el lanzamiento. “Es una nave que no tiene ningún tipo de licencia de habitabilidad y no es seguro vivir allí. Cualquier cosa que ocurra es responsabilidad nuestra. Como propietarios no podemos facilitar que nadie pueda vivir ahí”, respondieron. Según agregaron, el Ayuntamiento y los servicios sociales “son los que tienen que ver qué solución puede haber” al respecto.

Los ocupantes de la nave se han comprometido a firmar un documento y hacerse responsables de lo que pueda ocurrir durante los tres meses de prórroga que solicitan, según confirmaron ayer a este diario fuentes de las entidades sociales que les acompañan. El compromiso es parte de lo que se trató en la reunión que las asociaciones mantuvieron con el responsable del área social del Ayuntamiento de Badalona, David Torrents (Junts). En la misma también se afirmó, según las entidades, que la administración y la Sareb tienen “negociaciones abiertas” y que este miércoles volverán a hablar. Por lo pronto, el desalojo sigue vigente.

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