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MEMORIA HISTÓRICA

La tumba perdida del desdichado maqui ‘El Rubio’

La familia del guerrillero abatido en 1954 confía en el Plan de Fosas de la Generalitat para rescatar sus restos óseos

Marc Rovira
Excavación en busca de los restos de El Rubio.
Excavación en busca de los restos de El Rubio.

Se llamaba Francisco Serrano Iranzo pero se le conocía como El Rubio. Fue un aguerrido maqui adscrito a la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón y se le atribuyen numerosas andanzas en las montañas del Maestrazgo, muchas veces acompañado de su socio de viaje: La Pastora. Juntos estaban la noche de agosto de 1954, cuando una lluvia de balas perforó mortalmente los riñones de El Rubio. Fue en la finca de los arroceros Nomen, en Els Reguers, cerca de Tortosa. La Pastora, el atormentado maqui de controvertida identidad sexual (Florenci Pla Meseguer, bautizado como Teresa), logró escapar, pero su compinche no tuvo la misma suerte.

En esa zona cercana al río Ebro se centran ahora, 66 años después, las excavaciones que promueve la dirección general de Memoria Democrática de la Generalitat para localizar los restos óseos de El Rubio. La acción forma parte del Plan de Fosas, un proyecto que está en activo desde 2017 y que rastrea trincheras, cementerios en desuso o espacios cercanos a los antiguos hospitales de campaña para localizar fosas comunes o sepulturas donde fueron enterrados soldados y civiles que cayeron abatidos por acción de las tropas franquistas. La de El Rubio en Els Reguers es la fosa número 33 que se abre para localizar e identificar víctimas. La Generalitat mantiene que el programa de excavaciones ha posibilitado la recuperación de los restos mortales de 330 personas.

Lídia Serrano tiene 84 años y es hija de El Rubio. Vive en Castellote, Teruel, el mismo pueblo donde nació su padre y al que jamás regresó. Aquel verano de 1954, la Guardia Civil comunicó la muerte a la familia, pero no autorizó el traslado del cadáver. La ausencia del padre lastró para siempre la memoria de la hija de El Rubio. Hace un tiempo, inscribió el caso en el censo de personas desaparecidas con la intención de poder localizar sus restos, identificarlos y darle entierro cerca de su casa.

El maqui El Rubio en una foto de carnet.
El maqui El Rubio en una foto de carnet.

Los trabajos de búsqueda se centran en dos zonas concretas del cementerio de Els Reguers. Los técnicos del Departamento de Justícia de la Generalitat disponen de una muestra del ADN de Lídia Serrano y el cruce genético con los restos óseos que se puedan recuperar debería posibilitar la identificación del maqui desaparecido. La dirección general de Memoria Democrática afirma que, antes de actuar sobre el terreno, se ha realizado “un exhaustivo trabajo de documentación” para acotar el punto exacto donde pudo ser enterrado el cuerpo.

En un barranco de Vallcervera se separaron los caminos de El Rubio y La Pastora. El primero, herido de muerte, urgió a su cómplice para que huyera y se pusiera a salvo después del asalto al caserío de los Nomen. “Tengo frío, Pastora”, fueron las últimas palabras del maqui agonizante, según el relato del suceso que hace Alicia Giménez Bartlett en Donde nadie te encuentre. La obra, Premio Nadal 2011, dedica un minucioso retrato a las desventuras que pasaron Francisco Serrano y Florenci (Teresa) Pla Meseguer, mientras vivían como fugitivos en las montañas dels Ports.

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Hartos de tanta penuria, idearon un asalto a la finca de los Nomen para alcanzar un botín suficiente con el que poder arrancar una vida nueva en Francia, lejos del hambre y del asedio de la Guardia Civil. Se pasaron días observando la casa y el ir y venir de la familia y del personal de servicio hasta que, al fin, la noche del 3 de agosto pasaron a la acción. Irrumpieron en plena cena y, metralleta en mano, exigieron 250.000 pesetas. El hijo Nomen, oficial de las milicias franquistas, aprovechó un despiste para echar mano de su pistola. Los dos maquis terminaron escapando por piernas, sin un céntimo y bajo un tiroteo cruzado. El Rubio, con el cuerpo relleno de plomo.

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